Analizamos en cinco claves la victoria del Oviedo ante el Albacete
08 oct 2018 . Actualizado a las 18:26 h.Llegaba al Carlos Tartiere el único equipo imbatido del fútbol profesional español para enfrentarse a un Oviedo que, tras tres partidos en su feudo, todavía no sabía lo que era ganar como local en la 18/19. La oportunidad de reivindicarse era perfecta. Anquela tiró de los apuntes del año pasado y funcionó, ahora falta por ver si se trata de un recurso puntual o de un cambio de rumbo.
Recibir por dentro: una utopía para el Albacete
Uno mira el once del Albacete y piensa en un 4-4-2 plano, sólido, cuya mayor virtud radica en estar muy juntos y a la mínima oportunidad buscar a su potente dupla de delanteros. Pero no es así.
Los de Ramis demostraron en jornadas anteriores tener muy claro el camino al área rival, siendo Eugeni y Febas los grandes protagonistas de una circulación de balón muy trabajada. Pero Anquela no lo permitió.
El técnico del Real Oviedo preparó una jaula que tapó cualquier atisbo de línea de pase interior, obligando al Albacete a jugar por fuera y recurrir al pase al espacio. Cuando los centrales tenían el balón, Joselu, Saúl y Bárcenas se iban al centro, mientras que Tejera y Folch aguantaban la posición, haciendo imposible que Febas, Barri o Eugeni recibiesen entre líneas.
Cuando Tomeu Nadal sacaba de puerta, los extremos azules marcaban a los centrales, Joselu tapaba a Barri y Tejera a Febas. Resultado: el portero del Albacete optaba por el balón largo y ahí los tres (inconmensurables) centrales carbayones, con la ayuda de Folch, se llevaban el duelo. Ni rastro del equipo que Ramis presentó a la Segunda División en este primer mes y medio.
Más facilidades, pocos riesgos
El Oviedo comenzó el partido aprovechando la línea de tres centrales para sacar en corto y empezar desde atrás. Sin la necesidad de que un centrocampista se incrustase entre centrales, Forlín y Javi Hernández (gran debut) salían fácil por los costados y solían encontrar a Bárcenas o Saúl entre líneas.
Después del 1-0 de Folch el guión cambió y Alfonso recurría al pase largo para asentar rápido la posesión en campo rival y disipar cualquier tipo de peligro cerca de su área. La línea de tres centrales, más que una certeza en los inicios de juego desde atrás, se convirtió en una solución sin riesgos cuando el equipo robaba y volvía a empezar, ya que los carrileros o el doble pivote siempre tenían un pase cómodo.
La importancia de ser un equipo corto
«En Segunda tenemos que estar juntos y armados», dijo Anquela en la rueda de prensa del viernes. La premisa estaba clara y sus jugadores la llevaron a cabo a la perfección. Los centrales asumieron un papel fundamental y desesperaron a Zozulya y Manaj a base de marcajes pegajosos y anticipaciones continuas. Por su parte, Folch y Tejera no dudaban a la hora de saltar a la presión cada vez que Febas o Barri recibían de espalda.
Todo esto propiciaba pérdidas del rival que el Oviedo se llevaba gracias a los pocos metros que había entre sus líneas. Las segundas jugadas se teñían de azul y el buen pie del doble pivote facilitaba encontrar un pase para iniciar el juego. Que el Albacete no pudiese dominar en tres cuartos ni hacer daño al espacio fue el gran triunfo de Anquela.
Dos pulmones al servicio del equipo
Nadie desearía ser central y jugar contra Joselu. El onubense está demostrando ser un incordio para las zagas rivales, negando cualquier amago de relajación a sus adversarios tanto en defensa como en ataque. Cuando el Albacete tenía el balón, Joselu era la incansable punta de lanza de la presión azul, dificultando todos los inicios de juego del rival.
Cuando lo tenía el Oviedo, sus continuos ofrecimientos en corto y desmarques al espacio generaron mucha confusión en Caro y Arroyo. El otro pulmón está en la medular y se llama Sergio Tejera. El catalán no dudaba en saltar una línea para presionar al poseedor de balón y esa convicción generaba pérdidas en el Albacete. Ya en el segundo tiempo, varias arrancadas suyas pudieron acabar en el 2-0.
El arte de que no pase nada
Tras el descanso, y ante la posibilidad de que el Albacete encerrara al Oviedo en su campo, los azules fueron todavía más sólidos y no dieron a los de Ramis ni una opción. La antológica parada de Alfonso al remate de Zozulya en un córner, que perfectamente podría contar como un gol carbayón, fue la ocasión más clara del equipo manchego.
Conseguir eso cuando desde el minuto diez de partido ya vas ganando 1-0 es algo sumamente difícil en esta categoría. Y el Oviedo lo consiguió. Anquela tiene a su disposición un abanico de recursos muy interesantes a la hora de plantear los partidos, en su mano está saber cuando mostrarlos.