Artículo de opinión de Jacobo De la Roza
15 ene 2018 . Actualizado a las 14:22 h.Me pasa, cada vez más, que se me olvidan las temporadas tan rápido como transcurren. Me cuesta recordar cosas concretas: alineaciones, jugadores, marcadores… Me ocurre, también, que hay cosas -de dudoso valor- de las que mi memoria no se desprende. Se van los datos, pero se quedan las anécdotas.
Una de las que más recuerdo, lo hago tras cada empate, es aquel «pudimos ganar y perder, pero, al final, empatamos» de Pichi Lucas tras un partido -cuando México sonaba sólo a tequila, playa y Cuauhtémoc Blanco- que, obviamente, no alcanzo a evocar.
Confieso que también se me está empezando a olvidar el segundo infinitivo de la cita. No porque vea al Oviedo invencible -demasiadas temporadas instalados en el Saber Perder de Trueba como para sacar pecho en enero- sino porque hace casi dos meses que una derrota no viste de azul. Siete partidos, se dice pronto. Si la racha no destaca más es porque el Cádiz de Cervera suma once y el Huesca -líder desde la jornada catorce- tampoco afloja.
Se nos ha llenado la boca diciendo que este año no había un Levante y pasamos por alto que los oscenses llevan tantas derrotas como los de Muñiz a estas alturas. Nos hemos acostumbrado tan rápido al ibérico que los empates en casa del líder y del cuarto saben a york. Ni siquiera hemos reparado demasiado en que el par de equipos que igualan al Oviedo como segundo máximo goleador de la categoría sólo le pudiesen marcar gracias a dos regalos y un penal.
La escuadra de Anquela ha vuelto de las vacaciones conservando la intensidad de las cinco victorias consecutivas prenavideñas, pero más maduro y mostrando un mayor dominio de los tiempos. Cuando tiene fuerzas, va con todo. Cuando no, se repliega, ahorra esfuerzos y aprieta los puños. Igual de bueno cuando ataca, pero mejor cuando pierde la pelota. De ser blanco o negro, a dominar la escala de grises. De McGregor a Mayweather.
Con el equipo consolidándose partido a partido, el estilo definido y un once que la afición ya recita de memoria, la única duda que asoma en el horizonte es si habrá gasolina para aguantar el ritmo.
Anquela tampoco ha movido demasiado el banquillo en los dos primeros partidos del año y esto no ayuda a disipar las dudas existentes sobre la profundidad de la plantilla. La defensa parece la línea más completa, mientras que, el centro del campo y -sobre todo- la delantera, se muestran más desguarnecidas. En la medular, la última participación evaluable de Mariga data de hace dos meses. Por su parte, Hidi jugó un cuarto de hora en Huesca, pero ya con el equipo más replegado. Arriba, sólo Toché -a la espera de saber si Yeboah ha regresado con el mismo nivel de compromiso que mostró en sus últimos partidos- parece estar en disposición de pelear por un puesto en el once. Con Fabbrini aún en el dique seco, el panorama invita a pensar en reforzar la parcela ofensiva del equipo.
Dada las circunstancias, si las lesiones les respetan, quizá -y ojalá- estemos ante una gran oportunidad para que Cortina, Viti o cualquier otro goce de minutos en el primer equipo. Sí, de Pucko ya me he olvidado.