Tal día cómo hoy hace trece años, debutaba con el primer equipo del Real Oviedo Miguel Pérez Cuesta «Michu»
26 oct 2016 . Actualizado a las 17:59 h.La primera esperanza del siempre recordado verano del 2003 fue, simple y llanamente, salir a competir. El Oviedo estaba desahuciado, y gracias a una directiva que lo dio todo por el club y a una afición que jamás se rindió, se pudo confeccionar una plantilla para poder jugar la primera jornada de Liga. La formación de aquel plantel significó que seguíamos vivos. Que a pesar de estar en Tercera División y a pesar de empezar la temporada con -6 puntos debido a una sanción, la camiseta carbayona seguiría saliendo a competir.
La segunda esperanza llegó en aquella primera jornada de Liga. El Real Oviedo recibía al Mosconia en un Tartiere al que acudieron 4300 espectadores. Lo cierto es que, debido a la precaria situación, no se pudieron jugar amistosos, así que los más de cuatro mil valientes que fueron al campo solo sabían que once tíos portarían la elástica azul (que ya era mucho). No había ninguna otra certeza más. Esos oviedistas se quedaron algo más tranquilos cuando vieron a unos jugadores darlo todo por el escudo, compitiendo al máximo a pesar de las múltiples trabas. El Real Oviedo ganó aquel partido gracias a un gol de Kily al final de la primera parte.
El paso del Real Oviedo por el infierno de la Tercera y la Segunda División B nos dejó muchas tardes grises. Tardes en las que el césped del Nuevo Carlos Tartiere estaba impracticable, bien sea por los escasos cuidados que se podían pagar, bien por las inclemencias del tiempo o bien por un cúmulo de las dos anteriores. Tardes de frío, en las que ver como tu equipo del alma se enfrentaba al equipo de tu barrio o a uno de un pueblo de Castilla no era del todo agradable. Tardes que, a pesar de ser grises, gracias a un córner o a un contraataque en el último minuto se podían llenar de luz, pero que nunca ocurría debido a un tiro al palo o a un gol del rival. Tardes que, en definitiva, hacían preguntarse a uno mismo que si todo aquello merecía la pena.
Hoy, 26 de octubre, se cumplen exactamente trece años de una de esas tardes. Se disputaba en el Carlos Tartiere la novena jornada del grupo 2 de la Tercera División.
El Siero visitaba a un Oviedo que llegaba al partido imbatido, habiendo ganado cuatro de los siete partidos disputados hasta la fecha, ya que uno, el que les enfrentaba al Condal, fue suspendido.
Aquella tarde, en el césped del Tartiere se podía jugar al rugby, pero al fútbol no tanto. El Siero salió con cinco defensas y se encerró en su campo, lo que unido al estado del verde (marrón aquel día) hizo muy difícil que el Oviedo pudiera jugar con fluidez. Para más inri, cuando quedaban pocos minutos para el término de la primera parte, el mito Aitor Aldeondo falló un penalti.
La segunda parte iba por el mismo camino, pero a los quince minutos de la misma algo cambió. Antonio Rivas decidió sacar al campo a un juvenil flacucho llamado Miguel Pérez Cuesta, Michu. Aquel chaval de diecisiete años se internó en el área del Siero en el minuto 81 y batiendo por bajo a Cepa anotó el gol de la victoria.
El Oviedo ganó y la afición tenía nuevo héroe. Una nueva esperanza, la tercera, por la que seguir al lado de su equipo.