Si no llevas bufanda en los ojos, no existe mejor lugar para ver un partido de fútbol que un bar. La riqueza y variedad de cada comentario hace que nuestras opiniones parezcan mejores de lo que son y mejores que las de los demás, evidentemente. Situación que se acentúa a cada cerveza.
No había otra opción. Tu vuelta tenía que verse en un bar, era de manual.
Durante las últimas semanas he detectado dos tipos de reacciones a tu fichaje por el Real Oviedo. Por un lado están los que dudan de tu estado físico y te ven como una incógnita, a veces parecen deseosos de cargarse de razón. Por el otro, estamos los demás.
Finalmente, allí me planté. Amagué con atender a dos clientes y, con un botellín de quinto en mano, me senté a disfrutar de tu «redebut», Miguelín. 120 minutos, dos goles y una eliminación después, te puedo decir que gracias por ser nuestro «cojo», por hacer que un partido horroroso tuviera minutos de Champions y por protestar ese penalti como si fueras uno de nosotros.
A Langreo no quise ir y el domingo en el Tartiere no podré estar. Posiblemente esté viéndote en un bar; o no, ahora ya me da igual. En el bar, y estando tú, ya se que mi opinión es la mejor.
Buena suerte y que el fin del mundo te pille marcando.
Comentarios