Convertir los residuos en recursos es uno de los pilares de la economía circular. A ello contribuyen Cogersa y la Universidad de Oviedo con la creación de una Cátedra específicamente dedicada a la investigación y divulgación social de la materia
20 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Nos encontramos ante la escasez real de materias primas, generamos residuos en gran cantidad, afectamos al cambio climático… todo esto debería llevarnos a repensar nuestro entorno de una forma más colaborativa a nivel de ciudadanía, de marcos estratégicos o de economía, así en global. Y en aras de contribuir a este nuevo paradigma el pasado mes de noviembre se creó la Cátedra Cogersa de Economía Circular de los Residuos junto con la Universidad de Oviedo, dirigida por el catedrático de Tecnología del Medio Ambiente Herminio Sastre.
La cátedra surge con tres objetivos prioritarios: la sensibilización y formación en el ámbito de los residuos, fomentando el análisis y el debate sobre temas relacionados con la gestión de residuos dentro de la economía circular; el fomento de la I+D orientada a la prevención y gestión de residuos hacia la economía circular; y la acción ejemplarizante desde la Universidad en relación a la gestión de residuos domésticos y comerciales.
La fórmula de las cátedras empresa, establecidas entre la Universidad a través de sus grupos de investigación, alumnado… y empresas, es un formato que ha demostrado ser viable porque permite a las empresas implicarse u orientarse hacia unos objetivos concretos y porque las pone en contacto con los centros de investigación y alumnado, como señala Sastre. En el caso de la cátedra Cogersa «sigue los principios de la Fundación Ellen MacArthur y de la primera definición que recoge la UE en un reglamento», apunta el exconsejero de Medio Ambiente del Principado de Asturias.
El ámbito de acción está orientado hacia el sector de trabajo fundamental de Cogersa, los residuos desde este punto de vista de la economía circular, que rompe con el modelo de economía lineal definida como de la cuna a la tumba (el usar y tirar) para apostar por el cambio de paradigma que supone la circularidad de la cuna a la cuna, donde se busca «transformar un residuo en un recurso o materia prima».
Esta perspectiva hace que se trate de un asunto totalmente multidisciplinar. De hecho en la Universidad de Oviedo hay abundantes grupos de investigación que centran su trabajo respecto de los residuos, ya sean domésticos o industriales, desde diferentes perspectivas y lo que también busca esta cátedra es integrar grupos de diferentes orientaciones. «Todo este trabajo multidisciplinar va más allá del Medio Ambiente, igual que ocurre con la Economía circular, que es mucho más que la perspectiva medioambiental. Según como integremos todo esto, los resultados mejorarán. De ahí que las instituciones tengamos que facilitar e investigar para innovar», señala el catedrático.
Plan de actividades para tres años
El marco de trabajo está definido, en un principio, en tres años, aunque todo este planteamiento puede cambiar según las necesidades de Cogersa. «Además está abierto a la participación de muchos grupos de investigación. Destaca ese ámbito abierto por la multidisciplinariedad de la que hablábamos», apunta Sastre para pasar a desgranar el plan de actividades definido, que pasa por cinco grandes bloques.
El primero de ellos hace referencia a la divulgación y sensibilización en el ámbito de los residuos, que incluye la participación en la Semana de la Ciencia y la Tecnología, la organización de debates y foros de opinión, participación en jornadas nacionales, jornadas técnicas, elaboración de documentos de divulgación y concienciación social y concursos de ideas para divulgación. El segundo se centra en la formación dirigida a alumnado sobre sistemas de ecodiseño, contemplando posibles ayudas a trabajos de fin de grado o de máster, los conocidos como TFG o TFM, así como diferentes becas para TFM. El tercer bloque apuesta por la sostenibilidad, aupado también por la gran implicación del rector, Santiago García Granda, en este aspecto y que se pretende incentivar en la comunidad universitaria. La investigación, el desarrollo y la innovación copan el cuarto bloque con el desarrollo de tesis e identificando los grupos de investigación, apoyando iniciativas innovadoras, aplicando la inteligencia artificial, impulsando y desarrollando las líneas de investigación conjuntas entre Cogersa y Universidad, u otros centros de investigación de Asturias. El último bloque se centraría en otras actividades, como la elaboración de estudios e informes de interés social, como lo relacionado con el pago por generación (PxG), manuales de buenas prácticas, bases de datos de instituciones sobre residuos y economía circular o asociaciones y grupos de interés…
Todo este trabajo, según destaca Herminio Sastre, busca eliminar la idea de que la economía circular se acaba en el mero reciclaje «porque va más allá; volverán a resurgir los centros de reparación de aparatos electrónicos, de textiles… E implica también la parte de eficiencia. En el caso del vidrio, el reciclaje es infinito pero en otros materiales hay que dar más vidas al producto, o al menos procurarle una porque hay muchas cosas que se tiran antes de utilizar. La economía circular se define en sus dos palabras: circular porque se refiere a la sostenibilidad según los principios de la naturaleza, hablamos de nutrientes, ya sean biológicos o tecnológicos; y la economía porque lo integra en otro sistema con beneficios y empleo de calidad. Es un paso más allá que integra muchas filosofías. La economía circular, además, está muy conectada con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de las Naciones Unidas».
Innovación social
Cierto es que cuando se habla de innovación se piensa casi de manera exclusiva en lo tecnológico, pero también tiene una faceta social muy importante. De hecho el plan de I+D+i de la Universidad asturiana está orientado hacia esta innovación social, como recuerda el director de la cátedra Cogersa: «Todos estos procesos no pueden llevarse a cabo sin las personas desde el punto de la innovación social, para que nuestros comportamientos se adapten a las demandas y exigencias, también de tipo legal, y que nos anticipemos».
Aunque la realidad también nos dice que, más que anticiparnos, nos hemos relajado un tanto en cuanto a los objetivos del Horizonte 2020, donde se debe reducir al 50% los residuos, y del 2030 con la reducción de los residuos municipales al 65%. «No podremos tirar al vertedero más del 10%, y eso exige compromiso social, adaptación de muchas empresas y fijarse en los modelos europeos que son ejemplo de buenas prácticas. Aunque en nuestro entorno tenemos que contemplar tres variables: el modelo de gestión, el sistema económico y el sistema social», señala Sastre.
Con estos horizontes que se plantean se presentan nuevas oportunidades, como es «el desarrollo de nuevos materiales que cumplan con esas funciones para ser reutilizados, o que se desarrollen componentes biodegradables o elementos que se puedan reutilizar constantemente o, al menos, con un mayor ciclo de vida. Esto requiere investigar, desarrollar tecnologías, formación y compromiso. E, incluso, impacto», hace ver el catedrático. Pero las prisas del momento no son buenas, señala, haciendo hincapié en la necesidad de posar las rutinas y aprovechar lo que bien funciona. «La servitización de la que tanto se habla tiene que generar empleo en toda la cadena de suministradores», recuerda.
Reforzar las buenas prácticas
Ya que los horizontes están ahí, pero lejos a la hora de ser cumplidos, parece que las sanciones ocuparán gran protagonismo. Herminio Sastre considera que «las acciones sancionadoras deben ser la última etapa. Lo que debe haber son acciones positivas, marcos estratégicos que hagan ver el beneficio económico, ambiental de consumo energético, con los productos con ecoetiquetado, el ecodiseño... que reducen los costes».
Y es que, señala, «en la sociedad hay otros muchos beneficios. Hay que integrar dentro de la sociedad el compromiso ciudadano con esa gestión que requiere compromiso, educación… Hay que tener en cuenta las diferentes problemáticas de los diversos sectores de la sociedad». También destaca el importante papel que Cogersa juega en la gestión de residuos de la región con su sistema integrando a todos los ayuntamientos . «Hay que poner el énfasis en la seguridad y no pensar que gestionamos residuos que no valen nada, sino que son materias primas que tienen una segunda vida».
Marketing versus economía circular
Frente al puro marketing, Sastre señala el poder que tiene el consumidor en sus demandas. «Si está comprometido, tiene el poder de dirigir a las empresas con sus demandas. Igual que las empresas dentro de la cadena de valor obligan a sus suministradores a que se impliquen, como con las ISOs, el uso de productos tóxicos… Ahora mismo el compromiso de la propia sociedad va a hacer que las empresas innoven y se orienten en la dirección que tienen que ir», incide el profesor universitario.
Para Sastre el problema actual no es qué se puede producir, «porque se puede producir cualquier cosa, sino el servicio. Por ejemplo si el ascensor de nuestra casa pertenece a la empresa porque yo sólo quiero que me suba y me baje (el pago por uso), ya se ocupará la empresa de que funcione y dé mejor servicio. Todo esto depende de la presión. Frente al marketing del vender por vender de la economía lineal, tendrá que surgir un marketing comprometido».