Hace ya unos cuantos años que descubrí a Javier Remis, apostado detrás del mostrador del museo de Covadonga, velando por la integridad de cada obra de arte del recinto, y atendiendo con amabilidad y paciencia sin fin cada demanda del variopinto público que se acerca a este lugar del Real Sitio. Con un aire entre monje benedictino, seminarista y ratón de biblioteca, este erudito silencioso y discreto es una de las personas que más ha investigado y que más mima el pasado de Covadonga, y lo hace sin estridencias y despojado de toda vanidad, pero con altas dosis de eficiencia.
El sábado pasado, en el Hotel Pelayo de Covadonga, en el marco de unas jornadas que coordina magistralmente el ilustre cangués Fernando Comas, Remis dio una vez más una lección de saber y humildad. Nos contó con pelos y señales toda la odisea que vivió la Santina desde que estalla la Guerra Civil Española hasta que, finalizada la contienda, regresa a Asturias procedente de la embajada española en París.
La verdad es que me quedé prendada del minucioso relato, profundamente inspirador para una novela o un filme histórico. Y lo que para mí fue más impactante: escuchar de la viva voz de Javier cómo la Santina fue protegida, primero por los habitantes de Covadonga, y después por el Gobierno de la República, que trató con respeto exquisito a este icono que entendió era universal y estaba por encima de ideologías o tendencias.
Cuando escuché a Javier contarnos que el anarquista Eleuterio Quintanilla salió de Gijón hacia Burdeos, custodiando a la virgen, sentí una emoción indescriptible, lo mismo que cuando nos comentó cómo un joven comunista asturiano en Paris se ofreció voluntario a decir en qué caja estaba guardada la sagrada talla.
La intensa reflexión histórica de Javier Remis me hizo sentir una vez más que el trono del Monte Auseva no es de este mundo, hasta el punto de que en la contienda fratricida más sangrienta que recuerda el contiente europeo, que fue la Guerra Civil Española, la Santina fue respetada de manera unánime.
Una vez más tuve la nítida sensación de que este cangués de Mestas de Con llamado Javier Remis es una de las personas que más sabe sobre Covadonga, y que nunca se cansa de investigar, y de cuidar las fuentes de la sabiduría. Y es que si el covadonguismo fuera como una especie de carrera ciclista, Javier estaría en la tête de la course, como les gusta decir a los franceses.
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