Adela Gabarri, presidenta de la Asociación Gitana de Gijón: «Todavía hay bastante racismo hacia nosotros y mucha discriminación»

Marcos Gutiérrez REDACCIÓN

ASTURIAS

Adela Gabarri, presidenta desde el año 2000 de la Asociación Gitana de Gijón
Adela Gabarri, presidenta desde el año 2000 de la Asociación Gitana de Gijón TPA

La vida de esta mujer, que se define como «mujer, gitana y feminista», es una historia que da para un libro

15 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La de Adela Gabarri Jiménez (León, 1954) es la historia de una mujer que ha puesto muchas picas en Flandes. «Mujer, gitana y feminista», como ella se define, ha dedicado toda una vida a, además de trabajar y cuidar de su familia, inspirar a diferentes generaciones de hombres y mujeres a través de la Asociación Gitana de Gijón, la cual preside desde el año 2000, pero que fundó en 1988.  

Es una historia que da para un libro. De hecho, el último aún está reciente: «Lágrimas de una gitana» (2024, Trabe). Es la historia de una mujer luchadora que con 14 años contrajo matrimonio, con quince tuvo su primer hijo y que, en 1976, se trasladó con su marido y sus seis hijos a Gijón. Además de las labores de la casa y la educación de sus niños, trabajaba y se preocupaba por labrar un futuro mejor para su gente. 

Adela no duda en afirmar que «el foro feminista» es el que le ha dado «alas para volar; voy donde yo quiero y hago lo que yo quiero». No en vano, es una mujer «respetuosa», a la que también «respetan», además de «libre y sin prejuicios». Fundó la Asociación Gitana de Gijón en 1988, «Los estatutos salen de mi casa, con mi domicilio», explica, para dejar constancia de hasta qué punto la entidad nace de su iniciativa. 

«Me he criado sin saber leer, con trece años me cogieron de una mano y me prometieron»

En el 2000 ya accede a la presidencia. «Ser gitana es lo que más amo», admite y remarca que a lo largo del tiempo ha comprendido «lo que significa la igualdad de oportunidades» y «los derechos de las personas». Considera que va siendo hora de que más gitanos y gitanas jóvenes entren en la Asociación Gitana de Gijón para ir dando el relevo a los que llevan tanto tiempo trabajando por la comunidad. 

De su infancia en Las Ventas recuerda que era «un barrio de gente humilde, igual payos que gitanos». Sus primeros años tuvieron un poso «cruel por el frío y el hambre». Un recuerdo e la niñez se le ha quedado grabado. Y es que, «al lado de la iglesia había un colegio público» y tiene aún presente el momento en el que, casi de la nada, «un coche atropelló a una niña». 

«Me he criado sin saber leer, con trece años me cogieron de una mano y me prometieron», rememora. Adela Gabarri insiste en que «no quería que ninguna mujer, igual gitana que paya», pasara por eso. Al igual que a su marido, ya fallecido, que «era camarero», insiste en que «al gitano, si le dan la oportunidad y le dejan, no es tan malo como la gente cree».  

La presidenta de la Asociación Gitana de Gijón explica que «en enero se cumplieron 600 años de la llegada del pueblo gitano a España» y, hasta este año, «nunca se le había dado un homenaje a ninguna gitana», como el que se le rindió hace unas semanas en el Ayuntamiento de Gijón. 

«Me enteré unos días antes de que lo hicieran, porque se le escapó a una y me lo dijo, fue muy emocionante», admite. En este sentido, cree firmemente que «toda persona, igual gitana que paya, puede alcanzar lo que quiere, si se lo propone y tiene paciencia». 

En este sentido, desde la asociación que preside lleva años «luchando por la educación», con todo su equipo. Y es que «cuando tú haces un edificio, tienes que empezar por los cimientos y ¿cómo empecé yo? pues activando a mi gente». 

«Todavía hay bastante racismo hacia nosotros y mucha discriminación»

A lo largo de los años ha podido emplear a «trabajadoras contratadas con nóminas, que están por los los colegios por la mañana». Gabarri lamenta que, pese a lo que se ha avanzado, «en el año 2025 tengamos igual discriminación».

Unas barreras al pueblo gitano que reconoce percibir desde la asociación en cuestiones tan determinantes para la vida de una persona como «alquilar una vivienda», por ejemplo. «Todavía hay bastante racismo hacia nosotros y mucha discriminación». 

No obstante, reconoce que muchas cosas están cambiando en los gitanos y gitanas jóvenes, especialmente en el apartado de los estudios. «Ahora hay gitanas que ya tienen carreras, tenemos psicólogas, maestros gitanos trabajando, son poquitos los que hay, pero ya está empezando. Mi nieta es trabajadora social, tengo otra que es auxiliar de farmacia, otro que es soldador, una peluquera...».