Ana Ballester, etóloga felina: «No es cierto que a los gatos no les gusta que les acaricien»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

Ana Ballester es especialista en comportamiento y educación felina
Ana Ballester es especialista en comportamiento y educación felina Muel de Dios

La experta en comportamiento y educación de estos animales explica cómo hay que atender a los felinos para garantizar su bienestar y asegurar una convivencia armoniosa en el hogar

08 jun 2025 . Actualizado a las 10:26 h.

Los gatos y los perros no tienen nada que ver como especie. Aunque ambos son animales de compañía, son muy distintos en muchos aspectos: desde su comportamiento hasta la forma en que perciben y se relacionan con el entorno. La manera en la que se socializan, juegan o incluso expresan sus emociones es también completamente diferente. Por eso, es fundamental entender que los michis tienen necesidades propias, muy diferentes a las de los canes. Razón por la cual no deben ser tratados como si fueran iguales. La experta en comportamiento y educación felina, Ana Ballester, explica cómo hay que atender a los felinos para garantizar su bienestar y asegurar una convivencia armoniosa en el hogar. «A los gatos hay que darles espacio, tiempo y quererles tal y como son», dice la etóloga, que rompe además con los mitos más comunes sobre la conducta de estos peludos de cuatro patas.

—¿Qué necesidades básicas tienen los gatos?

—Los gatos son animales territoriales, eso significa que le da muchísima importancia a su entorno. No a los metros cuadrados en sí sino a lo que contiene ese territorio. Los gatos de exterior sería esa zona de caza, mientras que los de interior sería la zona donde tienen el comedero, el bebedero, el arenero o la zona donde el gato descansa y controla a su entorno. Teniendo en cuenta esto, hay una serie de pilares fundamentales para garantizar su bienestar. Para que tengan esos espacios de seguridad hay que proporcionarles espacios en las alturas como puede ser árboles rascadores o baldas en la pared, porque así ellos tienen opciones de descansar de manera segura y controlar, a su vez, lo que ocurre en su territorio. Cuando los gatos se esconden es porque no quieren ser vistos para así estar seguros. Después tienen que tener recursos básicos múltiples y separados, es decir, tienen que tener más de un comedero, un bebedero, un rascador… aunque únicamente sea un gato en casa. Con mucho más motivo cuando hablamos de hogares multi gato, porque así evitamos que se produzcan conflictos territoriales. Es también muy importante que el ambiente del gato sea respetuoso con su sentido del olfato porque los gatos se comunican con el lenguaje corporal pero también a través de señales olfativas. Para ello, secretan feromonas —unas sustancias químicas— cuando se frotan contra nuestras piernas, los muebles, y otros objetos. Al hacerlo, dejan su propio olor con el propósito de sentirse seguros. Por tanto, si utilizamos productos de limpieza con olores muy fuertes, ambientadores o inciensos, lo que estamos haciendo es que estos olores interfieran con el sentido del olfato del gato, lo que puede generarle ansiedad o estrés. En consecuencia, podemos encontrarnos con un gato con problemas de comportamiento. Además, si el gato no puede percibir su propio olor o el de otros, pierde una herramienta esencial para comunicarse y sentirse seguro. Por eso, otra forma de respetar su sentido del olfato es evitar limpiar de inmediato los lugares donde se ha frotado con la carita. Esa marca olfativa es una forma de delimitar su entorno, convertirlo en un lugar familiar y, en definitiva, sentirse protegido.

—A rasgos generales, ¿cómo es el comportamiento de un gato?

—Cada gato es único. Su temperamento está determinado, en parte, por la carga genética, pero también por todas las experiencias, tanto positivas como negativas, que haya vivido desde su nacimiento y en el entorno en el que se ha desarrollado. Todos estos factores influyen en su carácter y en la forma en que se enfrentará a posibles situaciones amenazantes. Por ejemplo, un gato que, desde que es un cachorro, ha tenido contacto con otros gatos y con varias personas, y cuyas interacciones han sido positivas, será un gato que probablemente se adaptará mejor a la presencia de personas desconocidas o de otros gatos en el futuro. En cambio, si sus experiencias han sido negativas o si no ha tenido suficiente contacto social, le resultará mucho más difícil adaptarse y aceptar a un nuevo gato o a personas que no conoce. Esto no significa que los gatos sean agresivos por naturaleza, ni que todos sean huidizos. Cada caso depende del temperamento individual y de las experiencias que haya tenido a lo largo de su vida. Sin embargo, es importante entender que la huida es una conducta natural en los gatos. De hecho, esta conducta, conocida como evitación, les permite aumentar sus probabilidades de supervivencia.

—¿Cómo se debe tratar correctamente a un gato?

—Cuando llega al mundo lo más importante es exponerlo de manera amable a todos aquellos estímulos con los que va a convivir en un futuro. Hay que procurar que se relaciones con otros gatos, aunque no vaya a convivir con ellos pero para que esté preparado por si un futuro la familia quiere tener otro gato. Hay que jugar con ellos porque a través del juego tanto los gatos cachorros como los adultos aprenden a interactuar de manera positiva. Los gatos, además de ser animales territoriales, son cazadores por naturaleza. Por eso, mediante el juego se canaliza su instinto de caza. Además, hay que acostumbrarlos a la manipulación. Esto implica, por ejemplo, tocarles brevemente todos los días las patitas, las orejas o acariciarlos, para que se familiaricen con el contacto físico. También es recomendable introducir gradualmente objetos como los cepillos, si en el futuro queremos cepillarlos sin que lo perciban como algo amenazante. Otro aspecto importante es habituarlos a los estímulos habituales de un hogar: el sonido de la radio, la música, el ruido de la aspiradora, entre otros. Exponerlos a estos estímulos de forma progresiva ayuda a que no les resulten extraños ni estresantes, facilitando así una mejor adaptación a su entorno doméstico.

Alma González

—¿Qué maneras utilizan los gatos para comunicarse?

—Los gatos se comunican continuamente. Principalmente se comunican a través del lenguaje corporal. La posición de las orejas, de los bigotes, de la cola, el estado del pelaje (si está erizado o no), la postura corporal (si están erguidos o agazapados), así como la dilatación de las pupilas, son señales clave para interpretar cómo se sienten. Por ejemplo, un gato asustado dilata mucho las pupilas para ampliar su campo visual y detectar posibles vías de escape. Además del lenguaje corporal, también utilizan la comunicación auditiva. Emiten diferentes tipos de vocalizaciones: ronroneos, bufidos, gruñidos y maullidos. Es interesante destacar que los gatos no se comunican entre ellos con maullidos sino que desarrollan y crean maullidos para comunicarse con los humanos. Otra forma importante de comunicación es la táctil, como cuando rascan superficies. Al hacerlo, dejan esas señales químicas —feromonas— que permiten a otros gatos y a ellos mismos interpretar cierta información.

—¿Qué significan esos maullidos?

—Los maullidos significan cualquier cosa, aunque realmente lo hacen para demandar algo a su cuidador. Si ellos aprenden a que con un maullido van a conseguir comida, van a utilizar ese maullido cada vez que deseen comida. Si por el contrario lo que desean es jugar, pues lo mismo, van a maullar. Incluso hay gatos que te van a llevar a donde está el armario en el que se guardan los juguetes que quieren. Habitualmente estas vocalizaciones son para demandar algo al cuidador, aunque también hay maullidos que se deben a estados de ansiedad, estrés o frustración.

—Cuando lo sentimos ronronear, ¿qué nos quieren decir?

—Mayoritariamente, el ronroneo está asociado con momentos de placer. Cuando están en la cama o descansando en el sofá saben que tocan los mimos, que es el momento de las caricias y de pasar un tiempo más de calidad con sus tutores. También muchas veces cuando el tutor llega a casa, ellos van hacia la puerta y ese ronroneo que hacen forma parte del saludo. Sin embargo, hay gatos que cuando están en un entorno hostil, por ejemplo, están hospitalizados, se encuentran mal, tienen dolor, también ronronean. Lo hacen incluso cuando tienen miedo.

—Se dice que nunca se puede dejar a un gato encerrado en una habitación porque se vuelve violento. ¿Cuánto hay de cierto en esta afirmación?

—No, no se vuelven. Esta afirmación es bastante general. A los gatos no les gusta estar confinados. Esto es un hecho. Son animales cazadores y exploradores por naturaleza. En un entorno natural, dedican gran parte del día a explorar su territorio. Por eso se dice que son muy curiosos —de ahí la conocida expresión «la curiosidad mató al gato». Cualquier olor, sonido o movimiento capta su atención y despierta en ellos el impulso de investigar, ya sea por interés o por precaución ante un posible peligro. Ahora bien, cuando un gato vive en el interior y, además, se le mantiene confinado en una habitación durante muchas horas o de forma prolongada, esto puede generarle una gran frustración por esa falta de estímulos o de actividad. Esto no significa que todos los gatos confinados se vuelvan agresivos, pero sí es cierto que la frustración puede derivar, en algunos casos, en conductas agresivas u otros problemas de comportamiento. Es comprensible que en determinadas situaciones necesitemos cerrar al gato en una habitación, por ejemplo, si viene un técnico a casa y queremos evitar que el gato se asuste o salga por la puerta. En estos casos, lo ideal es que el gato esté previamente habituado al encierro temporal. ¿Cómo se logra eso? De forma progresiva. Podemos comenzar por cerrar la puerta durante unos minutos, abrirla, y repetir el proceso varias veces. Si el gato se mantiene tranquilo, lo premiamos. Poco a poco, a lo largo de los días o semanas, se puede aumentar el tiempo de confinamiento para que no lo perciba como una amenaza o castigo. Es importante recordar que los gatos son animales que necesitan tener el control de su entorno para sentirse seguros. Cualquier cambio repentino o pérdida de control les genera estrés. Por eso, siempre es mejor introducir los cambios de forma gradual y respetuosa.

—Se habla también de que a los gatos no les gustan que los acaricien. 

—No, no es cierto. Que a los gatos les guste que los acaricien tiene que ver con la socialización que han tenido en la edad temprana. Si los gatos están acostumbrados a que les toque van a estar mucho más receptivos que gatos que no han tenido contacto con humanos y no se les ha acariciado nunca. Hay algunos que sí que lo disfrutan, lo gozan muchísimo, y hay otros que tienen intolerancia a la manipulación. Es decir, que no aceptan, bajo ningún concepto, que les toquen. No obstante, hay que observar muy bien a nuestro gato e identificar en qué zonas les gusta que los acaricien, cuánto tiempo toleran ese contacto, y en qué momentos están más receptivos.

Jugar con los gatos es muy importante para su desarrollo
Jugar con los gatos es muy importante para su desarrollo

—¿Algún otro mito que quiera desmentir sobre el comportamiento felino?

—Se suele decir que los gatos son agresivos o que les gusta pelear, pero esto no es cierto. La agresividad es una conducta natural en ellos, como lo es en muchas otras especies, y se manifiesta cuando se sienten amenazados o necesitan defender su territorio. Si un gato percibe una amenaza, real o potencial, puede adoptar una actitud agresiva defensiva. Si, por ejemplo, un gato quiere echar a otro de su territorio, mostrará una conducta agresiva ofensiva, es decir, actuará para ahuyentarlo. Otro ejemplo, si a un gato no le gusta que lo acaricien y la persona insiste a pesar de sus señales es probable que termine reaccionando de forma agresiva. Pero eso no lo convierte en un gato agresivo por naturaleza. Además, los gatos tienden a evitar los enfrentamientos físicos. ¿Por qué? Porque dependen exclusivamente de sí mismos para sobrevivir. No forman grupos estables ni estrategias colectivas de defensa como lo hacen otros animales sociales. Por eso, analizan muy bien si les merece la pena pelear o no. En cuanto a su sociabilidad, también existe un mito: que los gatos no son animales sociales. En realidad, sí lo son. Aunque descienden de un ancestro solitario, a lo largo del proceso de domesticación han desarrollado la capacidad de establecer relaciones sociales. Pero, se les considera animales sociales facultativos, lo que significa que tienen un sistema social flexible: pueden vivir en solitario o en grupos, siempre y cuando las condiciones del entorno lo permitan. Es decir, si el gato puede elegir cuándo y con quién interactuar, si hay suficientes recursos (espacio, comida, areneros, lugares de descanso) y no hay competencia, puede desarrollar vínculos sociales con otros gatos. Pero esto no significa que todos los gatos deseen compañía felina. Por eso, la afirmación de que «tener dos gatos es siempre mejor que uno» no es del todo cierta. En algunos casos sí, especialmente si son hermanos, cachorros o gatos jóvenes que ya están socializados entre sí. Pero no es aplicable a todos los casos. Si tienes un gato de 10 años que ha vivido solo toda su vida y decides llevar a casa un gatito pensando que necesita compañía, lo más probable es que esa convivencia genere conflictos. El gato mayor puede sentirse invadido, experimentar miedo y ansiedad, mientras que el cachorro puede frustrarse al no poder interactuar. La clave está en analizar cada caso de forma individual, informarse bien antes de tomar decisiones, y no aplicar consejos generalizados como si sirvieran para todos los gatos por igual. Las expectativas humanas muchas veces no coinciden con las necesidades reales del animal, lo que puede terminar todos frustrados.

—Cuando una familia quiera adoptar a un gato, ¿qué debe tener en cuenta antes de hacerlo?

—Si nunca ha tenido gato, lo primero que tiene que hacer es consultar a un profesional para que le explique cuáles son sus conductas naturales y qué puede pasar a ser un problema si no se le permite realizar esas conductas. Que entiendan que deben asumir que haya pelos, que por las paredes haya baldas para que los gatos puedas en altura y todas las demás cosas que te comentaba antes. Y muy importante es el tiempo. Otro de los mitos que existen es que los gatos son independientes. Creer eso es un error enorme. Los gatos necesitan atención, interactuar con los humanos porque somos los que les proveemos de los estímulos y de la actividad que ellos, siendo gatos de interior, no pueden conseguir. entonces, hay que tener tiempo y dárselo. Hay que hacer también que su vida sea previsible. Es fundamental mantener sus rutinas todos los días. Los gatos son animales muy rutinarios, casi como relojes suizos. También es importante que el manejo sea consistente. Si en casa somos varias personas, todos debemos estar de acuerdo en cómo queremos relacionarnos con el gato y actuar de forma coherente. Esto evita confusiones y previene que se refuercen conductas no deseadas. Además, hay que aprender a interpretar el lenguaje felino. Y si ya tenemos uno o dos gatos y estamos valorando la posibilidad de introducir un nuevo miembro felino en el hogar, lo recomendable es consultar con un profesional. No todos los gatos están preparados o dispuestos a aceptar otro gato en su territorio, y una mala introducción puede generar conflictos importantes.

—¿Cómo se identifican problemas de conducta en los gatos?

—Cuando una conducta del gato le resulta molesta, preocupante o problemática a su tutor o cuidador, es entonces hablamos de un problema de conducta. Como decía antes, muchas conductas naturales del gato pueden llegar a ser vistas como problemáticas, no porque lo sean en sí mismas, sino porque generan malestar o incomodidad en la convivencia. La forma de identificarlo suele comenzar cuando el tutor contacta conmigo y me explica qué le preocupa o le incomoda. En muchos casos, lo que ocurre no es que el gato tenga un« problema de comportamiento», sino que está expresando una conducta completamente normal para su especie. Lo que sucede es que la forma en que el tutor lo está interpretando o gestionando está contribuyendo a empeorar la situación. Por eso, en lugar de centrarme en modificar la conducta del gato, mi enfoque es distinto: yo no modifico la conducta de los gatos, modifico la conducta de los cuidadores. Al cambiar la manera en que interactúan con el animal, cómo entienden su lenguaje y cómo estructuran su entorno, muchas veces el supuesto «problema» desaparece por sí solo.

—¿Qué signos nos pueden alertar de que nuestro gato sufre estrés o ansiedad?

—Cuando los gatos sienten ansiedad, una de las señales más comunes es el lamido excesivo. Sabemos que los gatos son animales muy limpios y se acicalan regularmente, lo cual es completamente normal. Sin embargo, se puede distinguir fácilmente cuándo se trata de una conducta de higiene natural y cuándo es un comportamiento compulsivo. Un lamido normal ocurre en momentos concretos del día, durante periodos breves. En cambio, un lamido excesivo se da cuando el gato pasa gran parte del tiempo acicalándose, hasta el punto de provocar zonas sin pelo (alopecias) o incluso heridas en la piel. El hacer muchas vocalizaciones, maúlle en exceso, o deambule, es decir, va de un lado para otro sin ningún objetivo, eso son también signos. Si se escapa o se esconde continuamente o durante largos periodos de tiempo, tiene las pupilas dilatadas, las orejas aplanadas y mueve la cola a modo de látigo también son señales de alerta.

—Cuando vemos estas señales hay que recurrir a un profesional para que analice la situación y vea dónde está realmente el problema.

—Exactamente. Muchas veces cuando nos contactan sus tutores y nos comentan el problema resulta que el problema es otro que no tiene nada que ver con eso.

—¿Cómo pueden los cuidadores mejorar la relación con sus gatos?

—Insisto en que tienen que aprender sobre el lenguaje felino para entender cuál es la emoción que tiene el gato en ese momento porque cuando nos comunican es que hay una emoción detrás y eso tiene mucho que ver con la postura corporal. Eso por un lado. Por otro lado, proveer de todos los recursos, no solo en cantidad sino también en cuanto a localización, estos deben estar en el mejor lugar. Hay que dedicarles también para que puedan cazar todos los días, que puedan desarrollar la conducta preparatoria, y eso es a través del juego. Aunque tengan muchos juguetes, estos no tienen vida, así que nosotros somos los que tenemos que moverlos. Además de mantener, como te dije, una rutina es muy importante que el contacto con los propios cuidadores sea predecible y positivo. Es decir, el gato debe saber que todos los días a las nueve su tutor va a jugar con él o que a las seis de la mañana le va a poner su plato con comida, porque ellos así se anticipan y saben que va a pasar eso. De no ser así, si no hay esa rutina y el gato pierde el control del entorno se frustra muchísimo y ya empiezan a lamerse de manera excesiva, a maullar constantemente, a tener una conducta agresiva, entre otros comportamientos, que pueden incluso acabar desarrollando patologías orgánicas. Aparte de ser predecible, la actividad tiene que ser positiva. Sí sé que mi gato cuando llegue de trabajar no tiene ganas de que lo acaricie, por mucho que me apetezca, no puedo hacerlo porque si el gato no disfruta, no tiene ningún sentido.

—¿Qué beneficios reporta a los humanos tener un gato como animal de compañía?

—Se puede aprender muchísimo de los gatos; son realmente apasionantes. ¿Qué te voy a decir yo? Soy una enamorada de los gatos. Cada día enseñan algo nuevo. Son animales sabios, muy inteligentes y con una profundidad emocional que sorprende. Si además tienes la suerte de convivir con un gato que disfruta de tu compañía, que se sienta a tu lado, se acurruca en tu regazo y te regala su ronroneo es una fuente inmensa de paz y tranquilidad. Pero es importante decir que no todos los gatos son así. No todos se subirán a tu regazo, no todos ronronearán cuando estén contigo. Por eso, debemos ser conscientes de sus necesidades y respetarlos. A los gatos hay que darles espacio, darles tiempo y quererles tal y como son. Las expectativas no cumplidas, cuando se espera que el gato sea de una forma distinta a la que es, suele generar frustración, malestar y conflictos en la convivencia.

—¿Qué consejo daría a los cuidadores o futuros tutores de gatos?

—Lo que me gustaría es, en primer lugar, que entiendan que los gatos son seres vivos, que son animales de una especie distinta a la nuestra, que aunque puedan convivir con nosotros perfectamente, hay que observarles, hay que respetarles y no pretender que sean ellos los que se adapten a nosotros, sino al contrario. Tenemos que ser nosotros los que nos adaptemos a ellos, a sus necesidades y adaptar a su entorno, para que sean gatos felices, equilibrados, porque de esa manera la convivencia en casa será buena.