La hostelería asturiana analiza el apagón: «A nivel de ventas fue un día equiparable a Nochebuena»

Marcos Gutiérrez GIJÓN

ASTURIAS

Terraza del Oviedo Antiguo
Terraza del Oviedo Antiguo Paco Paredes | EFE

Propietarios de bares y terrazas en la región vivieron ayer una jornada atípica, en la que vecinos y parroquianos, a falta de móviles, Internet y televisores, convirtieron los chigres y las plazas en oficinas de información y confesionarios improvisados

29 abr 2025 . Actualizado a las 10:05 h.

Caos, incertidumbre, miedo en muchos casos. Ayer tocó vivir una de esas jornadas que se quedarán en la memoria de todos nosotros por el resto de nuestra vida. Una generación que ha visto pasar varias crisis económicas, la erupción de un volcán y una pandemia, ayer tuvo que ver cómo un apagón nos devolvía a la Edad Media. Fue un breve momento de zozobra e indefinición que, salvando las enormes distancias, a algunos les trajo a la cabeza los primeros instantes de la pandemia. La diferencia fue que, al contrario de lo que ocurrió entonces, la gente no tenía pantallas ni teléfonos, pero sí podía salir a la calle.

En este contexto, los bares que pudieron abrir, especialmente aquellos con terraza y sin productos perecederos, se convirtieron en una suerte de confesionario/oficina de información/paño de lágrimas para muchos vecinos. Otros pudieron capear el temporal al coincidir el Armageddon eléctrico con el día de cierre escogido mayoritariamente por muchos locales.

«Gente del barrio que no se había hablado nunca se conoció ayer»

Félix Marcos, presidente de Hostelería con Conciencia y propietario de la cervecería La Escala de Gijón, explica que la primera reacción fue «de sorpresa». Tras el choque inicial y después de que los relojes (los eléctricos, al menos) se detuvieran pocos minutos después de las 12.30, en La Escala optaron por «seguir abiertos porque había mucha gente en la terraza». Admite que «ahí empieza un poco la locura desde el punto de vista de gente». Y es que, en ese primer momento de desconcierto, «gente que estaba trabajando por la zona dejó de hacerlo, salió y se tomó un vermú que duró un poco más de lo normal».

Este hostelero gijonés apunta que «gente que estaba en sus casas bajó, porque a lo mejor se sentían solos o por miedo». Por alguna razón, las personas «se sentían bien en los bares». «Nosotros, personalmente, desde el punto de vista del negocio fue maravilloso, un día equivalente a un vermú de Nochebuena y en el que se trabajó muy bien», apunta. En lo que respecta a la posible pérdida de género, Félix Marcos resalta que, «al final del apagón estaban un poco calientes las cosas, pero no creo que nadie perdiese nada». No en vano, «en otros sitios ha tardado más en llegar la luz que en Gijón»

El propietario de La Escala afirma que fue, al menos desde su experiencia, «un día muy bueno para la hostelería con terraza en Gijón». En este sentido, «hacía mucho sol y la gente tenía mucha sed». «No sé si por miedo o por aburrimiento, la gente no quería estar en casa, sino fuera», apunta. Este hostelero indica que ayer tuvieron «mucho trabajo» y admite estar «reventado», pero con el orgullo de haber podido hacer «un poco de barrio» con todos esos vecinos que, simplemente, «querían hablar». No en vano, ayer hubo muchos casos de «gente del barrio que no se había hablado nunca y se conoció ayer».

«Al no tener comida no tuve pérdidas a nivel de productos»

Fernando Neira, propietario del pub gijonés Morrison y de la cervecería Kilmister, ambas en Marqués de Casa Valdés, explica que, en su caso, «al no tener comida no tuve pérdidas a nivel de productos». En el caso del Morrison, «al ser lunes, que era justo el día de descanso, estuvimos cerrados. En el caso de Kilmister la única pérdida que tuve fue la de ventas, ya que al haber estado las neveras apagadas todo el día decidí no abrir ya que las bebidas no iban a estar a la temperatura adecuada para su consumo».

Este hostelero indica que, por suerte, en su caso «la pérdida fue la 'no venta' en Kilmister por tener que permanecer cerrado un día laboral». En este sentido, con respecto a productos como la cerveza, «si bien no es lo ideal que cambien de temperatura abruptamente, al tener las neveras cerradas el frío aguantó en el interior, ya que fueron no más de ocho horas sin luz».

Caso similar al de Fernando Neira es el de David Barroso, propietario de La Mina. «Al no trabajar con perecedero, lo mío es bastante más fácil, además los lunes tampoco abro». Este hostelero considera que la mayor pérdida puede haber sido «como mucho el hielo, pero al final fue tan poco rato que estando metido en el congelador, no baja la temperatura tanto». En este sentido, reconoce haber pasado alrededor de las 14.30 horas de la tarde por el barrio de La Arena «y estaban las terrazas llenas».

Los restaurantes

Muchos restaurantes, asimismo, sobrellevaron la situación gracias al hecho de que el lunes es el día de cierre de un elevado porcentaje de establecimientos. Por ejemplo, David Canteli, responsable de la sidrería gijonesa Canteli, se encuentra este lunes «haciendo balance... pero al final no se perdió mucho».Explica que «los helados sí y algún cocinado más que no puede perder mucho frío», sí que se ha echado a perder, si bien no ha tenido que afrontar una merma catastrófica. «Si no llega a venir ayer la luz si que serían ya muchas más pérdidas», admite.

Por su parte Rocío Barrio, propietaria de Casa Carmen, en Gijón, también ha sobrellevado la situación, precisamente por coincidir el apagón con su jornada de cierre semanal. «No hemos perdido nada, porque nosotros estábamos de descanso y los arcones y las neveras estaban cerrados, así que no pasó nada, por suerte».