El Reino Unido toma el control de una siderúrgica; el giro en Europa por el dominio del acero
ASTURIAS

El gobierno británico asume la planta, de propiedad china, para no perder la capacidad de produccción mientras en Asturias se prolonga el debate sobre la planta de DRI de ArcelorMittal
18 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La siderurgia asturiana camina desde hace tiempo sobre un fino alambre. Hay proyectos, como del horno eléctrico en Gijón que están encaminados y consolidados pero no ocurre lo mismo con la planta de DRI (que es lo que permite fabricar acero, no productos de acero) por las dudas de ArcelorMittal sobre los precios de la energía. Todo a pesar de que la iniciativa cuenta no sólo con todos los parabienes administrativos, sino una muy potente, de más de 400 millones de euros, ayuda de la UE.
Todo ello ha llevado a un largo debate, que sólo ha sido eclipsado por la guerra comercial y arancelaria iniciada por Donald Trump, sobre las alternativas para que en Asturias, y por ende en España, se garantice contar con una siderurgia integral. Hasta el punto de valorar que la SEPI y una alianza de empresas se hicieran con la planta para finalizar el proyecto. De momento la multinacional y la familia Mittal sigue con sus dudas en lo que muchos responsables de las instituciones comunitarias consideran un juego para tratar de arrancar aún mejores condiciones, pero también el temor que se pierda la autonomía productiva de un sector tan relevante como en acero.
Y en Reino Unido acaban de tomar una decisión drástica al respecto, tomando el control de una acería frente a sus propietarios chinos, precisamente para que el país no quede sin capacidad de hacer acero.
Hace cinco años, el Gobierno británico decidió vender la histórica siderúrgica British Steel al grupo chino Jingye para evitar su quiebra. La planta de Scunthorpe, con más de tres siglos de producción, fue entonces presentada como un ejemplo de continuidad industrial bajo nueva gestión extranjera. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente con el reciente anuncio de cierre por parte de Jingye, lo que ha llevado al actual Ejecutivo laborista de Keir Starmer a intervenir de urgencia para evitar el apagón de los últimos altos hornos del país y preservar cerca de 3.000 empleos.
La nacionalización temporal de la planta ha evitado que Reino Unido se convierta en la única nación del G-7 sin capacidad de producir acero de alta calidad, esencial para infraestructuras clave como las vías férreas. Esta medida ha provocado un aumento de las tensiones diplomáticas con China. Pekín ha instado al Reino Unido a actuar con justicia y a evitar la politización de sus relaciones comerciales, solicitando una resolución negociada entre el Gobierno británico y el grupo Jingye.
El Ejecutivo británico, por su parte, ha cuestionado la conveniencia de permitir la entrada de una empresa extranjera en un sector estratégico, señalando errores del anterior gobierno conservador. Además, se ha conocido que el combustible necesario para mantener en funcionamiento los hornos de Scunthorpe fue adquirido y transportado bajo estrictas medidas de seguridad antes incluso de que el Parlamento aprobara la intervención. Esto sugiere una planificación previa ante el riesgo inminente de cierre irreversible.
El conflicto se enmarca en un deterioro progresivo de las relaciones entre Londres y Pekín, iniciado tras el rechazo del Reino Unido a que Huawei participara en el desarrollo de la red 5G. Mientras tanto, la industria siderúrgica británica continúa en declive, con pérdidas significativas de empleo, como los 2.500 puestos eliminados por la empresa Tata en su planta de Gales al sustituir altos hornos por tecnología menos contaminante pero también menos capaz. La crisis actual reabre el debate sobre el equilibrio entre seguridad nacional, empleo industrial y relaciones económicas internacionales.