Lorena Quevedo, mamá de una niña con síndrome de Down: «Lejos de ser una desgracia, como mucha gente puede pensar, la seguiríamos eligiendo cada día»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Lorena Quevedo con su hija Sofía
Lorena Quevedo con su hija Sofía Lorena Quevedo

Destaca la importante labor que realiza la Asociación Síndrome de Down de Asturias: «desde que nos dieron el diagnóstico cuando estaba embarazada y tuvimos el primer contacto con la asociación, ha sido nuestra brújula»

14 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando a Lorena Quevedo le dieron el resultado del triple screening (prueba prenatal que se realiza entre las semanas 10 y 13 de embarazo) y este dio un poco alterado, «una corazonada» hizo a esta gijonesa apuntar el teléfono de la Asociación Síndrome de Down de Asturias, así que cuando le dieron el diagnóstico de que la niña tenía la alteración genética, ella y su marido no dudaron en tener un primer contacto con este colectivo que desde entonces ha sido «brújula» para Lorena y su familia por lo que les ayudaron a disipar dudas y miedos antes y después de tomar la decisión de seguir adelante con el embarazo: «fuimos dos padres que consideramos que no se elige como vienen los hijos y decidimos cuidarla», comenta feliz por tener a Sofía. Y es que, si algo tiene claro es que «lejos de ser una desgracia, como mucha gente puede pensar, la seguiríamos eligiendo cada día».

Lorena recuerda que el parto de Sofía, que ahora tiene 10 años, fue «un parto perfecto». Era una niña preciosa con talla normal que, apunta, «ha crecido sana» más allá «de las dificultades que entraña la alteración genética» que, añade, son diferentes en cada niño. En el caso de Sofía, explica Lorena que no tiene cardiopatías ni hipotiroidismo, pero si dificultades en la comunicación cuando era más pequeña o dificultades de aprendizaje. «Pero ella es una buena comunicadora y aunque no lo sea a nivel oral, busca alternativas. Incluso cuando trabajaba el lenguaje bimodal, si no encontraba el signo, se lo inventaba para hacerse entender. Es una crack», destaca Lorena, que define a su hija como una niña «super activa», «explosiva y risueña», que tiene mucho carácter» y «le encanta mandar y organizar la vida de todo el mundo». De hecho, bromea que «lo que nos complica la crianza es el carácter, porque es Sofía, no por el síndrome de Down».

La misma comenta que una de las decisiones que le generó «muchas dudas» a ella y a su marido cuando llegó la hora de escolarizar a Sofía fue elegir colegio, decantándose finalmente por el Santo Ángel de la Guarda por ser «un colegio que apoya la inclusión y la diversidad» y por la comodidad de tener ya a su hija mayor escolarizada allí. «Era una buena opción y hoy podemos decir que fue una buena decisión porque el colegio se ha volcado con Sofía, al igual que los compañeros», señala Lorena, que destaca la «comunicación diaria» que mantiene con el centro y que «nos ponen facilidades para que la niña asista a todas las actividades, al igual que el resto de compañeros».

Y en esa dinámica están criando Lorena y su marido a Sofía, sin limitaciones, simplemente con «retos a otro nivel», por lo que la niña realiza actividades extraescolares, por ejemplo, en la sección de diversidad funcional del Grupo Covadonga, donde asegura la gijonesa que ha encontrado «profesores implicadísimos».

«Conocer a otros peques fue magia, porque pierdes el miedo»

Pero si una labor y una ayuda destaca Lorena Quevedo es la que han encontrado en la Asociación Síndrome de Down de Asturias. «Desde el principio fueron nuestra brújula, es así como puedo definir el papel de la asociación en nuestras vidas», expresa la misma, que recapitula que cuando acudió la primera vez embarazada de Sofía le dieron respuesta a todas sus preguntas: «porque yo pregunté todo, desde las ayudas que íbamos a tener a qué pasaría si nosotros faltábamos. Queríamos plantearlo todo a largo plazo y saber cuáles eran los pasos a seguir». También recuerda Lorena cuando los llevaron a conocer al grupo de familias de Avilés: «fueron todos los peques y aquello fue magia, porque pierdes el miedo al conocer a otros niños».

A partir de entonces, incide en que la asociación fue y es la «brújula» que les guía, «un soporte que te respalda», define Lorena, que pone como ejemplo la comunicación que el colectivo también mantiene con el colegio de Sofía facilitándoles materiales específicos que le pueden ir bien a la niña. «El grupo de logopedas es oro molido», ensalza la gijonesa, que no concibe dejar a esta asociación que tanto les ha respaldado y que tanta labor ha realizado por y para las personas que tienen síndrome de Down.

Con su testimonio, Lorena Quevedo quiere romper con la imagen anquilosada que tiene la sociedad del síndrome de Down: «no tiene nada que ver la inclusión de ahora con lo que había antes». Además de esto, dice que se ha tendido a encasillar a las personas con esta condición genética cuando en realidad «cada uno es diferente» y «cada uno pone sus propios retos, como hacen todos los niños», señala la misma.

Así, pese a los momentos difíciles que en ocasiones ha tenido que afrontar, manifiesta que «prefiero quedarme con lo positivo y saber que a día de hoy nuestra familia y amigos están plenamente involucrados en la vida de Sofía, con mucho amor y muchísima ayuda por su parte, lo cual nos facilita mucho las cosas». Es por ello que agrega que «cualquier resquicio de duda inicial ha quedado totalmente en el olvido» y se queda con reacciones como la de la madrina de Sofía, «que lo primero que me dijo es que ella tenía un libro para enseñarle a hablar y que ella nos iba a ayudar», con la de la madrina de su mayor, «que me dijo que a partir de ese momento ella se sentía madrina de dos soles» o «la reacción más emotiva y real, que fue la de su tía bisabuela, que con 80 años nos dio la enhorabuena y nos dijo que hoy en día hacían vida como otros niños y que no tenía que importarnos».

Por todo, el balance que hace Lorena es que «tener a Sofía nos ha abierto las puertas a un mundo de gente maravillosa, comprometida, involucrada y volcada que de otra forma no hubiésemos podido conocer». Además, la misma resalta que «no tengo ninguna duda de que tenerla ha hecho que mi hija mayor tenga una inteligencia emocional y una empatía que ya quisieran muchos adultos» y que a ella y a su marido «nos ha fortalecido como pareja y nos ha hecho crecer». Así, concluye que tener a Sofía, «lejos de ser una desgracia como mucha gente puede pensar, la seguiríamos eligiendo cada día».