Paca y Tola, símbolos de la conservación del oso pardo en Asturias: «Se las va a echar mucho de menos»

ASTURIAS

José Tuñón, director de la Fundación Oso de Asturias, considera que el icónico binomio se convirtió «en todo un emblema» de la región y cree que el peligro que corre la especie se ha reducido en las últimas décadas: «Los peores tiempos han pasado»
11 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Durante décadas, Paca y Tola fueron las osas más famosas de España. Su historia, a la que puso punto final el sacrificio de Paca este jueves a causa de su deterioro físico, no es solo la de dos animales rescatados, sino que se convirtieron en todo un símbolo de la conservación del oso pardo en Asturias.
Todo comenzó en 1989. Las dos oseznas fueron rescatadas por la Guardia Civil después de que un cazador furtivo matara a su madre. La ausencia de instalaciones donde mantenerlas obligaron a trasladarlas durante un tiempo a las localidades de Vic y Hosquillo, para posteriormente regresar a Asturias en 1996. Aunque en un primer momento se intentó que los animales volvieran a vivir en libertad, su supervivencia en tales condiciones resultaba muy complicada, por lo que la Fundación Oso de Asturias, entonces de reciente creación, se hizo cargo de ellas. Vivieron en los cercados de la entidad durante décadas, hasta el fallecimiento de Tola en el 2018 por causas naturales, y la eutanasia practicada este jueves a Paca, quien sufría un importante deterioro en su salud.
José Tuñón, director de la Fundación Oso de Asturias, considera que el icónico binomio se convirtió «en todo un emblema» de la lucha por la conservación de la especie. «Cientos de miles de personas se han acercado a visitarlas o han participado en las actividades que proponemos desde la Fundación», apunta. Tuñón destaca que Paca y Tola ayudaron a que los asturianos «tuvieran un mayor conocimiento sobre los osos». No en vano, tal y como indica el director, la población de la especie creció de unos 80 ejemplares en la década de los 90 hasta los aproximadamente 400 que se estiman en la actualidad.
Por otro lado, Tuñón explica los motivos del sacrificio «coordinado» de Paca: «Era una osa muy anciana, de 36 años, cuando un ejemplar en libertad vive entre 20 y 25. Veíamos que se iba haciendo mayor, su movilidad era cada vez más reducida y el último invierno no alcanzó el peso al que sí llegaba otros años». «Se iba desgastando poco a poco. Teníamos un diagnóstico de artrosis que se aceleró. Pasaba mucho tiempo acostada y no tenía apetito», desarrolla el director el biólogo. Todas estas dificultades también complicaban la tarea de suministrarle su medicación, la cual se le introducía en los alimentos de su dieta. Tras los informes veterinarios, tanto expertos de la Fundación como de la Consejería de Medio Rural consideraron que el eutanasia era la mejor opción para «evitarle un sufrimiento innecesario»: «Era lo más justo para ella», subraya Tuñón. El director de la Fundación sostiene que no se trabaja en reemplazar a las osas con nuevos ejemplares, sino que las instalaciones y los cercados de la entidad seguirán siriviendo como punto de rehabilitación, si bien se abre la puerta a acoger permanentemente a animales con dificultades para vivir en libertad, como la osa Molina. «No vamos a buscar un relevo de manera intencionada», afirma.

Sobre el legado de Paca y Tola como símbolos en el imaginario colectivo de la región, Tuñón recuerda que las osas han marcado a varias generaciones: «Por aquí han pasado casi todos los niños de Asturias. Eran animales muy mediáticos, que salían a menudo en prensa o televisión». De hecho, el biólogo relata una anécdota que muestra la popularidad de las osas más allá de las fronteras del Principado: «Estaba en el observatorio del lince de Acebuche, en Huelva. Allí tienen dos linces en cautividad, que se pueden ver. Le dije a mi familia: "Son como Paca y Tola". Y me responde una señora: "Anda, ¿las conoces?"». Tal era su fama en todo el país.
Además, Tuñón cree que las osas «contribuyeron al desarrollo socioeconómico» de los concejos de Teverga, Santo Adriano, Proaza y Quirós: «Se las va a echar mucho de menos. Sobre todo los vecinos y la gente que venía asiduamente a la senda». Paca y Tola estaban más que acostumbradas al contacto con los seres humanos, «no tenían ninguna reacción de huida con los cuidadores ni los visitantes» y, especialmente para los niños, eran animales «muy bonitos de ver». De cara al futuro del oso pardo y su conservación, el director de la Fundación opina que «los peores tiempos para la especie han pasado» y que «la población se está recuperando», aunque matiza que «aún tiene margen para seguir creciendo»: «Si seguimos trabajando como hasta ahora y mantenemos la aceptación social que hemos conseguido, vamos a avanzar en buena dirección».
El adiós de Paca cierra un capítulo entrañable en la historia de la conservación del oso pardo en Asturias. Su vida, junto a la de Tola, deja una huella profunda en la memoria colectiva y en el compromiso con la protección de la fauna salvaje.