Alerta por el discurso de extrema derecha que cala entre el alumnado: «Desprecian la democracia y algunos dicen que se necesita un hombre fuerte que ponga orden»
ASTURIAS

Influenciados a través de las redes sociales con noticias falsas, los jóvenes están adoptando ideologías fascistas, machistas, homófobas o ultraliberales que los docentes asturianos y el colectivo DIME buscan contrarrestar con materiales y recursos que les ayuden a verificar fuentes e información
30 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Hablar de Franco es simpático, hacer el saludo fascista es gracioso y el exterminio nazi lo convierten en chiste». A través de las redes sociales, en forma de memes, vídeos cortos y rápidos y, en muchos casos, tirando del humor, los mensajes e ideología de la extrema derecha está llegando y calando entre los jóvenes hasta el punto de que «normalizan lo que nos es normal» y adoptan discursos machistas, homófonos, ultraliberales y fascistas. Lo perciben claramente los profesores asturianos en sus clases, en las tutorías y hasta en el patio durante el tiempo de recreo, donde alguno ha podido escuchar a alumnos cantar el «Cara al sol», himno de la falange de las JONS, disfrazándolo de broma.
Pero ya lo dice el dicho, «entre broma y broma, la verdad asoma». Una realidad de la que alertan los docentes y que se reflejan en encuestas. Según los datos del CIS recogidos por El País, el 52% de los chicos en la franja de edad de 16 a 24 años está muy o bastante de acuerdo en que «se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres» que ahora se discrimina a los hombres. Ese porcentaje está casi 8 puntos por encima de lo que opina el conjunto de los hombres. En el caso de las chicas de entre 16 y 24 años, es el 27,7% las que opinan igual. Otra encuesta, la del Instituto 40dB, a la que también hacía referencia el mismo periódico hace unos días, indica que un 36,1% de los varones de 18 a 28 años son lo que manifiestan más intención de votar a Vox, convirtiéndose en uno de los principales grupos de potenciales votantes. En el caso de las chicas en la misma franja de edad, son un 15,1% las que manifiestan esa intención de voto, mientras que en el dato para el conjunto de la población adulta es de un 14,6%, según la misma encuesta.
«Y esa forma de pensar y esos discursos no son nuevos, pero antes, desde el punto de vista de la opinión general, estaban mal vistos y no se atrevían a decirlo en voz alta, pero ahora no les da vergüenza manifestar esa ideología y ser líderes», asevera Liliana Díaz, profesora de secundaria de Lengua Castellana y Literatura, que aunque opina que aquí en Asturias «no es un número grande de alumnado el que manifiesta esos pensamientos», si advierte que «es una minoría más empoderada y que se considera más legítima para adoptar ese tipo de discursos».
Y es que «eso de que Asturias era tradicionalmente una región de izquierda no garantiza nada», apunta Hans van den Broek, profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo, que explica que, si bien el discurso racista, misógino, homófobo y fascista «no es un discurso que está en la calle», los jóvenes tienen acceso a él a través de las redes sociales «donde están 4 o 5 horas al día y a las que consideran sus fuentes de información». «Y es gente muy joven y hasta los 30 o 35 años, incluso, los que se dejan seducir por esas ideologías, que se ven fuertemente en los institutos, pero también en la universidad», indica el mismo.
Este profesor, especialista en populismos de derechas, advierte que «los jóvenes no dan tanta importancia a la democracia y a vivir en una democracia» e, incluso traslada que «algunos dicen claramente que aquí se necesita un hombre fuerte que ponga orden». «Trivializan épocas como la II Guerra Mundial y dicen que en Alemania Hitler hizo cosas mal, pero también bien», señala Hans van den Broek.
Y choca que asuman esas ideologías de extrema derecha cuando muchos de esos jóvenes tienen abuelos y padres que han vivido la dictatura y cuentan en primera persona lo que fue aquella etapa. «Pero a lo que cuentan los abuelos no prestan atención. Es más importante lo que llega por las redes sociales a través de vídeos en plataformas como puede ser TikTok porque, incluso, no se fías de los medios tradicionales», reflexiona el profesor de Sociología, que entiende que entre el alumnado «hay mucha ignorancia en cuanto a la historia y, a veces, no se trata en profundidad en las escuelas».
A esto añade que hasta contrastar información se ha convertido en objeto de bulo y que el paso para los jóvenes lo tienen ciertos influencers a los que consideran ídolos que les trasladan «el miedo que tienen que tener al futuro». «Y es ahí cuando cala la manosfera, la ideología de que como hombre no vales nada porque tienen más derechos las mujeres o que van a llegar extranjeros y te van a comer el futuro. Ese miedo al futuro es más potente que el pasado, que no lo han vivido», considera Hans van den Broek, que transmite su preocupación por que se esté instaurando el fenómeno Tradwife entre las chicas, poniendo en auge valores como el de que hay que ser buena esposa con la idealización del hombre masculino.
El experto en Sociología invita también a reflexionar sobre por qué se ha llegado a este momento de ensalzamiento de las ideologías más conservadoras y retrógradas. Su opinión a este respecto es que «el moralismo de la izquierda ha llevado a los jóvenes a la ultraderecha porque están hartos de que la izquierda les diga cómo tienen que pensar y qué tienes que defender, por lo que los adolescentes van a lo contrario».
Ideologías que retroalimentan los algoritmos
Marta Fernández García, profesora de Geografía e Historia en secundaria, apunta precisamente que esta tendencia de los jóvenes a la extrema derecha «choca con lo que ocurrió hace 10 o 15 años, cuando todos eran de Podemos. El caso es que ahora los jóvenes son de Vox», señala la misma, que tiene claro que «la influencia de las redes sociales y de TikTok» está siendo clave porque son los canales a través de los que se informan los jóvenes. «Y ahí se retroalimenta la ideología, porque si ven un vídeo y están un minuto en él, después les salen más vídeos que transmiten esas mismas ideas», comenta la docente que agrega que el problema está en que los jóvenes «no contrastan esas fuentes de información y tampoco hacen un ejercicio reflexivo sobre la veracidad o para tratar de entender las posiciones contrarias de otras personas».
La misma coincide con el profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo por lo que percibe entre el alumnado con el que tiene contacto que «se está despreciando la democracia y todos los logros de la democracia. No valoran los avances», en las aulas y hasta en el patio, donde en alguna ocasión tuvo que escuchar «como se cantaba el «Cara al sol» aunque lo disfracen de broma».
A su entender, además de las redes sociales, hay otras razones por las que los jóvenes están teniendo esa deriva hacia la extrema derecha: por un lado, hace referencia a que «hay partidos políticos que agitan demasiado y no condenan etapas como la dictadura y juegan con esas ideas» y, por otro, «durante muchos años en casa no se ha hablado tan abiertamente de épocas como la dictadura», plantea Marta Fernández, que apostilla que cuando ahora se trata de contrarrestar esa ideología, para los jóvenes «lo que ven en redes sociales los hace libre pensadores y lo que tú les dices lo entienden como que les adoctrinas», sin entender que las personas que lanzan esos discursos machistas, homófobos, fascistas o contra los impuestos «viven de hacer coaching y venden un modelo de vida que no existe porque, además, suele ser gente adinerada».
Lo que si percibe esta profesora de Geografía e Historia de secundaria es «la diferencia entre géneros es clarísima» porque «mientras los chicos son más reacios al feminismo y sienten que han perdido derechos aludiendo erróneamente a que hay más de 200 leyes que van contra los hombres porque los discursos antifeministas han calado en ellos, las chicas tienen las cosas más claras y se ponen alerta. Esto es que, aunque tengan más o menos afinidad con una ideología, sí que defienden los derechos de las mujeres y su imaginario ya no alcanza a que no existan derechos como el aborto o lo relativo a la violencia sexual», manifiesta Marta Fernández, que matiza que las chicas «los avances del feminismo los asumen como propios» aunque no tengan la ideología más progresista.
«Y es peligroso que los jóvenes asuman esos discursos de extrema derecha porque nos vamos a encontrar con una generación individualista porque se le está vendiendo que todo se basa en el esfuerzo de uno, como si se tratara del salvaje oeste, y sin tener en cuenta que el esfuerzo individual es importante pero que no lo salva todo», asevera la docente.
«No les da vergüenza manifestar esa ideología»
En su experiencia en centros educativos, Liliana Díaz, profesora de secundaria de Lengua Castellana y Literatura, también ha visto como entre el alumnado han calado discursos e ideologías de extrema derecha. «Y esos discursos ahora no son nuevos, pero antes, desde el punto de vista de la opinión general estaban mal vistos y no se atrevían a decirlos en voz alta, pero ahora no les da vergüenza manifestar esa ideología y ser líderes», advierte la misma, que en su caso se muestra optimista al ver que «no es un número grande de alumnado el que manifiesta esos pensamientos», aunque sí resalta que «es una minoría que se siente más empoderada y más legítima para adoptar ese tipo de discursos».
Por supuesto, coincide en que «los discursos de las redes sociales calan porque son mensajes rápidos» y, a la vez, son mensajes «muy viscerales, que tocan la emotividad y están a medio camino entre el odio y el miedo», aunque esta profesora también dice que «echar la culpa a las redes sociales es insuficiente» cuando «estamos en un mundo adultocéntrico» en el que falta un discurso que empatice con una juventud que, añade, «no lo tiene nada fácil» porque «vivimos en un mundo sumamente cambiante» en el que los jóvenes siente que el horizonte es imprevisible.
Así, lo que entiende Liliana Díaz es que en las redes sociales hay voces interesadas y con pensamiento de extrema derecha que «juegan con el desconocimiento y con el miedo a que todo se vaya de madre» mientras «no hay feedback intergeneracional» porque hoy en día «el móvil es el chupete de la adolescencia para que no den guerra». La consecuencia de esto es que, según explica, si cuando empezó como profesora Franco, el fascismo y la dictadura aparecían anecdóticamente, «hoy en día aparece más frecuentemente y no para rechazarlo», lo que vincula también al auge de la ultraderecha y que ahora haya «partidos con cotas de poder que no tienen vergüenza en admitir sus ideales y pensamientos».
Desde su experiencia, señala que «no es mayoritario» el alumnado con ese pensamiento de extrema derecha, pero lo que sí reconoce es que quienes lo expresan tienen «un discurso beligerante» que copan las conversaciones y el tiempo, adquiriendo relevancia y protagonismo cuando, a su entender, «lo que habría que convertir en tendencia es la opinión mayoritaria para tratar de contrarrestar esa ideología» dando peso a los valores democráticos.
Lucha de los docentes contra los bulos
Luis Ejarque es profesor de primaria y representante en Asturias del Colectivo de Docentes por la Inclusión y la Mejora Educativa (DIME), colectivo que a través de su web pone a disposición de los docentes materiales educativos para trabajar los bulos en clase. Él ha sido uno de los profesionales que ha participado en la elaboración de esos recursos con los que el alumnado puede aprender a verificar fuentes y guías específicas cuyo objetivo es contrarrestar bulos sobre el machismo, el fascismo, la homofobia o el antigitanismo, por ejemplo.
Y es que Luis Ejarque ha visto como en los últimos dos años han ido calando los discursos de la extrema derecha en buena medida a través de las redes sociales: «los mensajes no llegan de forma directa. Llegan a través de memes, vídeos cortos y rápidos y utilizando el humor: hablar de Franco es simpático, hacer el hacer el saludo fascista es gracioso y el exterminio nazi lo convierten en chiste. Pero no tienen ni perspectiva histórica ni criterio y normalizan lo que no es normal», señala el mismo, que, además, advierte que «ante cualquier discurso que quiera contrarrestar eso, se ponen a la defensiva».
«Por eso el colectivo se puso a trabajar para ofrecer recursos a los profesores con los que puedan abordar los bulos, los perjuicios sociales, raciales y culturales en los institutos», comenta el representante de DIME, que asume que es una tarea complicada, por lo que insta a que se empiece a trabajar «desde muy temprano» para romper lo antes posible con los mensajes que a los jóvenes les llegan a través de las redes sociales «porque nos tienen el terreno ganado». «Además, desde el colectivo tenemos claro que este tiene que ser un trabajo de todos, de la familia, de la escuela, de la sociedad…», destaca Luis Ejarque, que ve con preocupación él y el colectivo docente que haya una parte del profesorado que considera que «a mí esto no me incumbe».
Esto lo perciben también las profesoras de secundaria Marta Fernández y Liliana Díaz y pese a que, como pone de relieve la última, «la LOMLOE indica que lo valores democráticos se han de trabajar de manera transversal en el currículum educativo». Sin embargo, la misma apostilla que en el «mundo adultocéntrico» al que hacía referencia anteriormente, hay profesores que consideran que su labor es solo enseñar la materia. «Pero para generar conciencia crítica entre el alumnado, quizá haya que bajar al terreno del alumnado y actuar desde la horizontalidad para que no se dejen adoctrinar por discursos fascistas», indica Liliana Fernández, que apuesta por contrarrestar los mensajes rápidos que calan en el alumnado desde las redes sociales también con mensajes rápidos y no con los discursos de «poco a poco» que ahora utilizan los adultos.