El reto de fomentar la lectura en la era de las pantallas: «Leer nunca debería ser una obligación»

ASTURIAS

Profesores de varios centros educativos valoran las competencias lectoras de los alumnos en la actualidad: «Están acostumbrados a publicaciones en redes sociales, que son muy rápidas y cortas. Cuando les metes un texto serio, de literatura, no lo entienden»
29 mar 2025 . Actualizado a las 11:08 h.«A nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor» dejó por escrito Jorge Manrique en Las Coplas por la muerte de su padre. Es habitual escuchar esta arraigada expresión, no sin cierta condescendencia, relacionada con el sistema educativo y el que para muchos debería ser su piedra angular: el libro. ¿Hay un problema con la lectura entre los alumnos de colegios e institutos? ¿Cómo se fomenta este hábito en la actualidad ante la desigual batalla que presentan las tecnologías y las redes sociales?
Lo cierto es que los libros siguen siendo un elemento clave en la educación. En Asturias, muchos centros desarrollan un Plan de lectura, escritura e investigación (PLEI) propio que busca fomentar la competencia lectora del alumnado y desarrollar este hábito en las nuevas generaciones. Conxa Aliaga, profesora de Lengua y Literatura en el IES Padre Feijoo de Gijón, cree que desde la pandemia «los alumnos leen mucho menos y tienen peor comprensión lectora»: «Están acostumbrados a leer publicaciones en redes sociales, que son muy rápidas y cortas. Cuando les metes un texto serio, de literatura, no lo entienden». «Exámenes que ponía hace 6 años, ahora no los puedo poner», sostiene. Aliaga imparte clase en 4º de la ESO y 1º de Bachillerato, y explica que el alumnado cuenta con algunas lecturas obligatorias a lo largo del curso, así como con un listado de libros entre los que deben elegir uno para leer en casa.
La docente revela los títulos elegidos para leer este año en el aula con su grupo de secundaria: Tres sombreros de copa de Miguel Mihura y La Casa de Bernarda Alba de Lorca. Aliaga afirma que «tiene mejor aceptación la literatura juvenil» pero esta forma parte del listado voluntario. «En el aula trabajamos con los clásicos, porque queremos garantizar que los lean todos», explica.
«En 1º de Bachillerato trabajo los textos argumentativos. Como meta un artículo de opinión de prensa, la mayoría se pierden. Están acostumbrados a leer cosas muy breves», lamenta la profesora, al tiempo que asegura que en este tipo de ejercicios «se aprecia muy bien quién tiene hábito lector y quién no». En este sentido, Aliaga destaca el peso que tienen las familias para fomentar la lectura recreativa en el ámbito doméstico: «Los hábitos que hay en casa influyen mucho. Si ves a tus padres leer el periódico o leer una novela, lo tendrás más presente». «Tengo niños que los únicos libros que ven son los que hay en el instituto. No hay en sus casas. De ahí puede salir un lector, por supuesto, pero será un caso entre cien», añade.

Por el contrario, Juan Luis Díaz, jefe del departamento de Lengua y Literatura del IES Jovellanos, no considera que los estudiantes de hoy hayan perdido competencias lectoras. «Ahora se lee más que antes, pero las formas son distintas. El mundo ha cambiado. Los alumnos de hoy están mejor formados que hace unos años», argumenta. El profesor incide en que «lo más importante» para él es «incentivar el gusto por leer»: «El objetivo es que sea una elección de los alumnos, no una imposición».
Díaz trabaja con sus alumnos de 4º de la ESO autores como Bécquer o Lorca y considera que la aceptación de sus obras «siempre sorprende positivamente». La casa de Bernarda Alba también se lee en las aulas del IES Jovellanos y, según su profesor, es muy del gusto de los alumnos: «Es una obra que muestra claramente asuntos como la discriminación de la mujer o el autoritarismo. Son asuntos que están a la orden del día, por lo que tiene muy buena acogida».
¿Y qué hay de los alumnos de Primaria? Alejandra Paino, docente de 5º curso en el Colegio Corazón de María, comenta que la gran mayoría de los escolares «leen habitualmente en sus casas» y han instaurado un innovador sistema en el aula para cultivar este hábito: «Tenemos una biblioteca escolar formada por libros que traen los propios niños para compartir con sus compañeros». La idea, cuenta Paino, «les gusta mucho porque entre ellos se recomiendan títulos y los comentan».
Además, en un intento por adaptarse a los tiempos y hacer más atractivas las obras en papel, el centro ha lanzado la iniciativa 'Bookflix'. Los alumnos, al finalizar una lectura, completan una reseña escrita de la misma, que recoge no solo los datos fundamentales de la obra sino también una valoración personal. Además, los estudiantes deben argumentar si se la recomendarían o no a un compañero, tal y como explica Paino. Esto ha supuesto abandonar las obras de lectura obligatoria, algo que la profesora celebra: «Leer nunca debería ser una obligación. Si se convierte en una imposición, automáticamente lo van a ver como algo negativo y lo van a rechazar».
Por lo tanto, lejos haber desaparecido, el hábito de la lectura sigue presente en las aulas, aunque con matices y desafíos propios de la era digital. Mientras algunos docentes perciben un retroceso en la comprensión lectora, otros destacan la evolución de las formas de leer y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos. Fomentar el gusto por la lectura, sin imposiciones, parece ser la clave para que los libros sigan ocupando un lugar esencial en la educación de las nuevas generaciones.