«Pasar el agua», la antigua tradición asturiana contra el mal de ojo: «Hay mucha gente que lo hace y no lo dice»

Sergio Muñoz Solís
Sergio M. Solís REDACCIÓN

ASTURIAS

El pueblo de Os Teixois
El pueblo de Os Teixois Turismo Asturias

Este ritual está relacionado con la medicina popular, entremezclando elementos filosóficos, religiosos y esotéricos y tiene su origen en el «agüeyamiento»: «Solo se puede cobrar la voluntad»

30 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo asturiano ha recibido alguna vez, cuando atraviesa una mala racha o no le acompaña la suerte, el consejo de ir a «pasar el agua». Esta tradición, especialmente arraigada en la región, está relacionada con la medicina popular y entremezcla elementos filosóficos, religiosos y esotéricos y tiene su origen en el «agüeyamiento».

En la década de los 80, la doctora Inmaculada González-Carbajal publicó en la revista Los Cuadernos del Norte un artículo titulado «Medicina creencial en Asturias: el agüeyamiento». Su texto profundizaba en la importancia de la actitud que adoptan los pacientes ante la enfermedad y cómo esta influye en el proceso de recuperación. González-Carbajal destacaba la extendida y antigua creencia de los asturianos en el mal de ojo o agüeyamiento, un don atribuido a brujas, personas embrujadas o envidiosas, capaces de ocasionar males al prójimo con una simple mirada. Tal y como expone la doctora en su artículo, las agüeyadoras «podían ser personas completamente normales en lo familiar, religioso, social y profesional». De hecho, no solo las personas podían ser víctimas del agüeyamiento, sino también el ganado.

Para protegerse de estas malas energías, se extendió el uso de amuletos como la popular cigua de azabache o la medalla de San Benito. Sin embargo, en caso de haber recibido un mal de ojo, la víctima tendría que pasar por el rito del desagüeyamiento. Este rito requiere de la presencia de una hechicera y consiste en pasar agua, aportada por la persona enferma, por un disco de asta de ciervo. Todo ello debe acompañarse de oraciones y, tras el rito, la víctima del mal de ojo deberá beber de esa agua durante los siguientes días, siendo este el origen de la expresión «pasar el agua».

Inmaculada González-Carbajal explica que, para escribir su artículo, recurrió «a gente que se dedicaba a este tipo de prácticas» para conocer el papel de los curanderos y sanadores en Asturias. «El agüeyamiento tiene que ver con la parte destructora de la envidia. El envidioso no solo desea lo que tiene el otro, sino que además no quiere que el otro lo tenga», comenta la doctora, quien no profundizó en el estudio de estas cuestiones, puesto que solo formaban parte de su tesina sobre la importancia terapéutica de que los pacientes crean en los procedimientos y en los profesionales médicos. Sin embargo, González-Carbajal apunta que «hay mucha gente que se sigue dedicando a hacer estos ritos».

Una de estas personas es Sofía Mendoza y decide emplear un nombre ficticio para ofrecer su testimonio. Lleva décadas dedicándose a la videncia y a realizar rituales de desagüeyamiento, pero lo hace «sin ánimo de lucro»: «Para que el agua esté bien pasada y el proceso sea efectivo, solo se puede cobrar la voluntad». De hecho, la vidente indica que el pago ni siquiera tiene que ser con dinero: «Cuando yo empecé, hace 40 años, la gente me daba una lechuga o una hogaza de pan por un desagüeyamiento». Además, Mendoza recuerda que hay numerosas estafas alrededor de estas creencias y que «siempre se debe desconfiar de quienes marcan un precio, sobre todo si es elevado». «Yo puedo cobrar un tarot, porque es un trabajo prescindible, pero pasar el agua no se le niega a nadie», recalca.

Elementos del rituar del desagüeyamiento
Elementos del rituar del desagüeyamiento

Respecto al número de personas que acuden a ella para limpiar sus malas energías o para poner fin a una mala racha, Mendoza asegura que son más de las que se podría pensar: «Hay mucha gente que lo hace y no lo dice». «Lo que más tengo es gente joven, tanto hombres como mujeres», revela. Por otro lado, la vidente destaca que esta tradición no tiene nada que ver con creencias religiosas pero sí es necesario «confiar en el proceso». «Nunca está de más intentar quitar las cosas malas de tu vida», dice Mendoza, haciendo referencia a aquellas personas más escépticas y a quienes se burlan de este tipo de rituales: «Primero, que prueben si les funciona o no. De lo que no se conoce, no debería reírse nadie».

Entre la convicción y el escepticismo, la práctica de pasar el agua sigue formando parte del imaginario colectivo asturiano y de su cultura popular. Para muchos, más allá de su eficacia real, este ritual representa una forma de encontrar alivio y sentirse acompañados en momentos difíciles.