La última guarnicionería del Caudal podría cerrar si no encuentra quien se ponga al frente

ASTURIAS

Isabel Suárez Álvarez
Isabel Suárez Álvarez

Su actual responsable, Isabel Suárez Álvarez, a punto de jubilarse, busca un sustituto para un negocio que funciona bien y es muy valorado por los vecinos del entorno

24 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace unos 35 años, un mierense llamado Gregorio Alejandro tenía una guarnicionería en la villa y quería jubilarse. Puso el local en traspaso pero, a pesar de que entonces había mucho movimiento y parecía un buen negocio, no encontraba la forma de encontrar a alguien que le diera el relevo. Entonces, en la misma calle había un almacén de vinos, y sus dueños decidieron traspasar el material de la guarnicionería a su local y continuar con el negocio. Eran el marido y el suegro de Isabel Suárez Álvarez, la mujer que desde entonces lleva el negocio y que ahora se encuentra en la misma situación que su antecesor: le quedan unos meses para jubilares y quiere dejar la guarnicionería en otras manos, para que el oficio no se pierda.

Curtimieres está buscando candidatos para seguir con su actividad. Es la forma de que perviva un oficio del que ahora Isabel Suárez es la única guardiana en toda la cuenca del Caudal. Solo ella se dedica a trabajar con la piel en todo el entorno. Asegura que le gusta su oficio, pero llega la edad de la jubilación, el trabajo físico se le hace cada vez más cuesta arriba y, además, tiene dos razones más que poderosas para dejar de lado esta dedicación: dos nietos, de dos y seis años, que no solo le dan cariño sino también la tienen ocupada casi a diario.

Guarnicionería del Caudal
Guarnicionería del Caudal

Isabel empezó a trabajar en la guarinicionería sin saber nada del oficio. «Cuando abrí no sabía lo que era un remate», relata. El antiguo dueño estuvo con ella unos dos meses tratando de enseñarle algo pero tenía poca paciencia. Tuvo que aprender casi en solitario. Tenía algo de idea de coser, que le sirvió algo, pero el trabajo con la piel era distinto.

En sus comienzos, lo que más hacía era cinturones para mineros y carteras. Los hacía y los arreglaba. Su suegro le echaba una mano de vez en cuanto, y su marido, también. Otras piezas en las que trabajaba eran de material para el ganado: cinchas collarones, collares de vaca y correas para los caballos: «era muy duro de trabajar».

Con el tiempo, a base de echarle horas y empeño, consiguió hacer muy bien su oficio y el abanico de objetos sobre los que trabajaba se amplió: «empezaron a traerme bolsos para arreglar las cremalleras o las asas, también mochilas», explica. Le pidieron cinturones de encargo, correas para tambores o acordeones y carteras de cobrador, y con el tiempo ya hacía de todo: reparaciones de todo tipo, quitar y poner hebillas a sandalias de verano, cortar botas altas para hacerlas de media caña y hasta hacer fundas de cuero originales para teléfonos móviles.

Este servicio ha sido muy bien valorado en todo el entorno, y ahora Isabel Suárez busca con empeño a alguien que le dé el relevo, para que no se pierda. «Tengo un taller aquí montado que funciona bien y sería una pena cerrar; mucha gente lo lamenta, porque no va a haber dónde poner un remache o un broche».

Isabel Suárez trabajando
Isabel Suárez trabajando

No es un negocio que cierre, como tantos en Asturias en los últimos años, por falta de actividad. En realidad, se trata de lo contrario. Isabel Suárez tiene mucho trabajo y se ve sobrecargada. Pero está convencida de que si alguien se pone al frente del negocio y lo trabaja como es debido, le irá bien.

Eso sí, «tiene que gustarte y tienes que echar horas». Ella, a base de profundizar en el trabajo, acabó cogiéndole el gusto, y «haciendo lo que no había pensado en la vida que haría». Todos esos trabajos de creación o de reparación han sido durante años el centro de una dedicación que le ha acabado gustando mucho.

Ahora espera que alguien tome el relevo y descubra, como ella descubrió, un oficio con muchos años de recorrido que tiene no solo encanto sino también futuro. Además, está dispuesta a ayudar durante sus primeros pasos a quien se ponga enfrente. Y promete tener más paciencia que su antecesor. «No sería empezar de cero; vendría a echar una mano para lo que necesiten; puedo acercarme hasta aquí».

El caso es que el negocio va bien, y ella está convencida de que podría ir incluso mejor «si lo tuviera más atendido». Su ocupación con los nietos le roba un tiempo que, aunque está bien robado, no dedica a la tienda-taller. Si alguien se pone al frente y echa el tiempo necesario, el negocio irá seguro a toda máquina.

Isabel Suárez ya tiene algún contacto de gente interesada en hacerse con la guarnicionería. En caso de que lleguen a un acuerdo, será una buena noticia no solo para ella y para su sucesor sino también para Mieres y toda la cuenca del Caudal, que conservarán un oficio centenario que está muy vivo y sigue siendo muy valorado por la gente.