Elisabeth Arrojo, oncóloga: «Uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres va a tener cáncer»

ASTURIAS

«Los tratamientos no son milagrosos por sí solos, las personas se tienen que responsabilizar, es cuando hay que echar el resto para cuidarse y que todo vaya mejor», asegura la directora de la clínica INMOA de Madrid
15 mar 2025 . Actualizado a las 23:06 h.Elisabeth Arrojo (Avilés, 1983) es una destacada oncóloga, pionera en técnicas innovadoras de tratamiento del cáncer, entre ellas la oncotermia, que utiliza el calor para incrementar la eficacia de las terapias. Es Directora Médica del Instituto Médico de Oncología Avanzada (INMOA), con sede en Madrid y reciente apertura en Bilbao. Ha recibido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo en la lucha contra el cáncer.
—Lo suyo es muy vocacional, ¿verdad?
—Sí. Es de toda la vida. Yo pasé mi infancia en Molleda (Corvera), en el pueblo, y jugaba ya a hacer pócimas para curar a las muñecas, con hierbas y piedras. De toda la vida me gustó lo de ser médico.
—Y estudiar también. Acabó número uno de su promoción.
—Como me apasionaba mucho lo que hacía, siempre fui muy buena estudiante. Gracias a eso me cogieron en la Universidad de Navarra en su momento y la verdad es que siempre me gustó.
—¿Y cómo aterriza en el mundo del cáncer?
—Me gustaba mucho algo que fuera un reto, no las enfermedades que ya tiene cura sino ir más allá. Me gusta mucho la investigación y la innovación. A los 14 o 15 años me marcó mucho el libro Tensíon, del cirujano cardiovascular Christiaan Barnard, el que hizo el primer trasplante cardíaco del mundo. Me dije que quería hacer como este hombre, innovar, salvar vidas de esas que a día de hoy no son salvables.
«El mismo tipo de cáncer se comporta de manera muy distinta en diferentes personas»
—Y la oncología parece ofrecerle esos retos.
—Sí. El cáncer es algo tan complicado que era para mí muy atrayente. Y además no es nada monótono, porque al final hay tantos tipos de cáncer y tantas cosas diferentes que es un estímulo constante.
—Hablamos de cáncer como si fuera una sola enfermedad, pero hay muchos tipos de cáncer. ¿Esa es su mayor dificultad?
—Sí. Incluso el mismo tipo de cáncer se comporta de manera muy distinta en diferentes personas. Hay personas que parece que tienen el mismo tipo de tumor y unos se curan y otros no, porque nunca es exactamente igual. Yo al final me especialicé en cáncer muy avanzado, porque los tumores estándar ya se curan en los hospitales. Nosotros solemos tratar los tumores muy agresivos u otros que no tienen una cura fácil o en principio son incurables.
«Es muy importante que la gente pida consultas de segunda opinión, que consulten diversos centros, no solo privados, sino públicos también»
—Una de sus grandes innovaciones es la oncotermia. ¿En qué consiste?
Es un tipo de hipertermia. Calentamos los tumores y eso aumenta la eficacia de la quimioterapia, la inmunoterapia y la radioterapia, y tenemos resultados muy buenos. Los casos que yo veo en INMOA son casi todos bastante complejos. Afortunadamente, gracias a los avances, conseguimos resultados muy buenos.
—¿Cree que España está muy avanzada en la lucha contra el cáncer?
—Sí, pero desafortunadamente la sanidad es muy desigual en España. De hecho, hay un mensaje de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) que dice: «Tu código postal importa más que tu código genético frente al cáncer». Entonces, es muy importante que la gente pida consultas de segunda opinión, que consulten diversos centros, no solo privados, sino públicos también. La gente tiene derecho por la sanidad pública a pedir segundas opiniones. Pueden moverse y conseguir tratamientos más avanzados. Porque no hay los mismos tratamientos en todos los sitios.
—Usted tuvo en su momento un buen motivo para avanzar en la mejoría de sus terapias. Trató a su propia madre. ¿Cómo fue la experiencia?
—En marzo de 2019 le dieron 6 meses de vida y han pasado 6 años y está viva, estupenda, libre de enfermedad después de haber pasado muchas metástasis y muchas cosas. Ahora está estupendamente bien. Vivimos momentos muy difíciles pero al final todo salió bien. Yo vine de Estados Unidos cuando le diagnosticaron el cáncer. Allí había aprendido que hay muchísimas opciones, eso me abrió la mente de una manera muy importante. Sobre todo, en lo de las segundas opiniones. Yo siempre digo que el cáncer no es un enemigo pequeño, que incluso cuando parece que es fácil de curar, vale más preguntar y que a uno le digan que con lo que va a hacer es suficiente, que quedarse con la duda y que luego las cosas no vayan bien del todo.
«La incidencia del cáncer está aumentando de forma exponencial. De hecho, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres va a tener cáncer»
—Su madre fue una de las razones del impulso de buscar nuevas técnicas, ¿no?
—Sí, yo hice una técnica para tratar el cáncer de mama en 2014 que fue pionera a nivel mundial. Fue en Valdecilla, en Santander, y de ahí me fui a Estados Unidos como coordinadora de investigación a un hospital con la idea de que me iba para siempre. Pero luego le diagnosticaron el cáncer a mi madre, pues tuvo metástasis y se quedó sin opciones de tratamiento porque le pusieron inmunoterapia y cuatro tipos diferentes y casi se muere por los efectos secundarios. No había más opciones de tratamiento y yo, en esa búsqueda de hacer algo que pudiera ayudar, fundé la clínica en Madrid porque la tecnología era muy costosa y necesitaba un sitio donde hubiera bastante población para poder salir adelante. La traté con la oncotermia combinada con radioterapia a dosis bajas, y funcionó.
—Usted insiste mucho en la prevención
—Sí. Hace dos años fundé el Centro Nacional de Prevención del Cáncer. La prevención me apasiona. Y lo más importante son los hábitos de vida. Son fundamentales. Porque la incidencia del cáncer está aumentando de forma exponencial. De hecho, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres va a tener cáncer. Yo misma tuve el mismo cáncer que mi madre, y no es genético. Esto está a la orden del día. Se cree que en 2040 va a haber un 60 por ciento más de casos de cáncer, y están muy relacionados con los hábitos de vida. Solo un 10 por ciento son genéticos.
«El cáncer es, junto con las enfermedades cardiovasulares, la causa de muerte más frecuente entre los 40 y los 79 años, y se podría evitar un 80 por ciento de esos casos si cambiásemos los hábitos de vida»
—¿Y por dónde empezamos?
—Hay un factor que no está cuantificado en cuánto influye, pero yo tengo claro que es en un porcentaje altísimo, que es el estrés. Aprender a controlar el estrés, la gestion emocional, aprender a gestionar lo que nos pasa en el día a día es fundamental. Otro aspecto fundamental es la mala alimentación, responsable de casi la mitad de los casos de cáncer: el consumo de carne procesada, de azúcares, de grasas saturadas, habría que eliminar todas esas cosas y volver a la dieta mediterránea. Y por supuesto, también influyen el alcohol y el tabaco. También la obesidad es un factor predisponente al cáncer que está muy claro. Y la falta de ejercicio físico es otro factor también muy importante. Además, están la exposición al sol y las infecciones.
—¿Cambiar esos hábitos salva vidas?
—Sí. El cáncer es, junto con las enfermedades cardiovasulares, la causa de muerte más frecuente entre los 40 y los 79 años, y se podría evitar un 80 por ciento de esos casos si cambiásemos los hábitos de vida. Esto es muy importante porque la gente piensa que el cáncer es algo que te toca, que es hereditario, que no puedes hacer nada y la mayoria de las veces no es así. Los datos son preocupantes. Por eso también es importante hacer diagnósticos precoces, hacerse pruebas como mamografías o de prevencion del cáncer de colon.
«Es cierto que hay alimentos más sanos que otros, pero no hay un alimento que, por tomarlo, destruya las células malignas ni nada»
—Hoy hay muchos mensajes reduccionistas, y un ejemplo es la expresión «alimentos anti cáncer». ¿Está de acuerdo?
—Sí. Y, de hecho, ahora hay un problema al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) le puso un nombre: Infodemia, epidemia de información. En dos semanas me voy a Emiratos Árabes con la Real Academia Europea de Doctores, que me hicieron académica hace poco, y precisamente hay un programa que se llama Retos vitales para una nueva era, donde voy a hablar de esto, del problema que hay con esa información en Internet, en las redes sociales, en todas partes, donde gente que no tiene ningún tipo de formación y experiencia habla de cosas de las que no tienen idea y que hacen muchísimo daño. Hay gente que está pensando que realmente por comer brócoli no va a tener cáncer. Yo siempre digo que es como si todos comprásemos papeletas para tener más probabilidades de tener una enfermedad, y si no nos cuidamos tenemos más probabilidad. Es cierto que hay alimentos más sanos que otros, pero no hay un alimento que, por tomarlo, destruya las células malignas ni nada. Y hay falsas dietas, como la alcalina, que también se decía que mataba las células malignas, pero no es así. Hay un montón de mitos y yo siempre recomiendo que la gente busque fuentes fiables, que compruebe que esa persona que está hablando tiene una formación apropiada para estar hablando de esas cosas.
—¿Cree que con tanta información poco fiable el prestigio de la ciencia se resiente?
—Sí. Yo leía hace nada que el 50 por ciento de los científicos que están en los medios de comunicación no quieren volver a salir por los ataques que reciben de personas que no tienen formación. Esto es terrible. Hay que tener cuidado con las verdades absolutas, hay mucha desinformación que nos hace mucho daño a los científicos de verdad que tratamos de innovar.
—Después hay dos extremos que quizá tampoco sean buenos, que son simplificaciones. La gente que renuncia a la medicina probada científicamente y elige terapias sin apoyo empírico, y también quienes confían tanto en la medicina que no se cuidan adecuadamente durante el tratamiento.
—Eso es. Lo que hay que hacer es un abordaje integral del paciente. Al final, somos seres humanos que no solo tenemos que tratar la enfermedad sino también el bienestar del cuerpo, porque eso influye en el pronóstico y eso está demostrado científicamente. Por ejemplo, los pacientes que durante el tratamiento pierden más del 10 por ciento de peso corporal se curan menos, o sea que hay que atender a todos los factores, al descanso nocturno, a la alimentación, al ejercicio físico, la gestión emocional, porque todo eso tiene un impacto en la curación del paciente, pero por supuesto tiene que ir acompañado de un tratamiento adecuado a su caso, porque no es sustitutivo. Es lo que decía antes: comprar más papeletas para tener más probabilidades de éxito.
«La gente tira la toalla muchas veces y es contraproducente: el paciente necesita poner de su parte»
—Es no fiarlo todo a una carta
—Lo que se cura es el cuerpo, no es la pastilla o lo que tomes. Muchos pacientes depositan la responsabilidad de la enfermedad en el médico, como si la enfermedad fuera del médico. Cuando la enfermedad es suya, se tiene que responsabilizar, no solo en cumplir el tratamiento sino también en cuidarse, que es algo que no podemos hacer los médicos.
—¿Se necesitan pacientes activos?
—Sí. Es importante tener en cuenta que los tratamientos no son milagrosos por sí solos, que las personas se tienen que responsabilizar y que la enfermedad suele ser el momento donde la gente dice, ahora voy a descansar, voy a relajarme, cuando es al contrario, es el momento donde hay que tener todavía mucha más fuerza de voluntad para cuidarse mucho más, es cuando hay que echar el resto para cuidarse y que todo vaya mejor. La gente tira la toalla muchas veces y es contraproducente. Los médicos sabemos el pronóstico pero no el veredicto. Las estadísticas son estadísticas y nosotros las rompemos todos los días. Pero el paciente necesita poner de su parte. El golpe emocional es muy duro y es normal estar bajo al principio, pero enseguida hay que decir “vamos a por ello”. Insisto en que nosotros vemos todos los días cómo se rompen esas estadísticas.
«Es posible que en un futuro sean muy pocas personas las que se lleguen a morir de cáncer»
—¿Cree que algún día se curará el cáncer? Quizá al ser tantos tipos no sea posible.
—Creo que, aunque la enfermedad no se erradique, es posible que llegue el día en que se pueda cronificar. Al igual que ocurrió con el VIH, que era mortal y ahora sigue existiendo pero la gente ya no se muere. Es posible que sean muy pocas personas las que se lleguen a morir de cáncer. No creo que estemos excesivamente lejos de eso. Por eso es importante luchar, pelear, porque al final todo el tiempo que el cuerpo aguante con calidad de vida nos va a abrir la puerta a poder acceder a otros tratamientos que en un futuro muy próximo nos puedan ir bien.
—Ese es su trabajo, ¿no? Acelerar las técnicas para encontrar curas cuanto antes.
—Cuando la gente me pregunta ¿Mi enfermedad es curable? Yo siempre le digo, a día de hoy no, porque a lo mejor mañana sí lo es y esto no es ninguna utopía. Y además nunca sabes qué te va a deparar la vida. Yo siempre cuento el caso de una paciente que tuve de Asturias que tenía un tumor de pulmón con metástasis a múltiples niveles: cerebrales, en los huesos, en el hígado y la tratamos y fue muy bien, tuvo una respuesta buenísima, estábamos todos súper contentos y después de ver que había ido muy bien, a las dos semanas falleció porque se atragantó con un melocotón. Nadie sabe lo que va a pasar ni dentro de un minuto.
—Ahora tiene clínicas en Madrid y Bilbao, lugares con bastante población. ¿Se ve abriendo en Asturias o es difícil por la poca carga demográfica?
—Hasta ahora, una de las dificultades en Asturias no era la población sino las malas comunicaciones, con aviones muy caros y un tren que no funcionaba muy bien. Llegar a Asturias era difícil, aunque ahora ha mejorado mucho. Las comunicaciones eran cruciales porque Asturias solo no es suficiente para poder hacer un centro de estas caractrerístricas, pero si viene gente de otros sitios, si. Ahora yo tengo un proyecto que estoy definiendo porque quiero hacer algo en Asturias, porque es mi tierra, la adoro y quiero tirar para casa. No es tanto por negocio como para delvolverle a mi tierra lo que me ha dado, para que mis vecinos lo tengan cerca, que no tengan que irse.