La confesión de José Bretón, analizada por un psicólogo forense: «Disfruta haciendo daño a su exmujer»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

José Bretón en la Audiencia Provincial de Córdoba en 2013 durante el juicio en el que fue considerado culpable por unanimidad del asesinato de sus dos hijos.
José Bretón en la Audiencia Provincial de Córdoba en 2013 durante el juicio en el que fue considerado culpable por unanimidad del asesinato de sus dos hijos. EFE | SALAS

El psicólogo forense del Instituto de Medicina Legal de Asturias, Máxime Winberg, explica porqué el asesino de los pequeños Ruth y José reconoce ser el autor del crimen después de diez años de silencio

15 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La sociedad española quedó profundamente conmocionada al saber que José Bretón asesinó a sus dos hijos, Ruth y José, de 6 y 2 años, y que encima lo hizo como un acto de venganza contra su exmujer, Ruth Ortiz. Todo el país se estremeció aún más al conocer la frialdad con la que actuó y la meticulosidad a la hora de tratar de ocultar el crimen. Por cometer este delito, considerado de violencia vicaria, fue condenado a 40 años de cárcel. Desde entonces, negó su culpabilidad. Pero, tras más de una década en prisión, terminó confesando ser el autor de estos atroces hechos.

En las cartas que envió durante un par de años al escritor Luisgé Martín, con quien también se entrevistó personalmente en la cárcel de Herrera de La Mancha, el parricida aseguró, por primera vez, haber acabado con la vida de los dos pequeños. En las misivas, cuyo contenido conforma el libro El odio —que muy pronto verá la luz—, José Bretón cuenta con todo lujo de detalles lo que ocurrió ese trágico 8 de octubre de 2011 en la finca de Las Quemadillas, en Córdoba. Pero, ¿por qué se ha autoinculpa ahora? ¿Es porque se arrepiente?

Aunque pueda parecer que sí, no existe ningún atisbo de remordimiento en las palabras formuladas por José Bretón. «El arrepentimiento es absolutamente falso», afirma el psicólogo forense del Instituto de Medicina Legal de Asturias, Máxime Winberg. En este sentido, el experto en analizar la mente de los criminales explica que cuando una persona habla de sus hijos, si estos ya han fallecido, «la congoja que tienes que sentir es tal que hasta te resulta imposible articular palabra». «Si encima tú los has matado, ¿qué haces contando los detalles de cómo los quemaste y cómo comprobaste que estaban muertos?», se pregunta.

«Pretende encima engañar con una cosa que es totalmente absurda, que tuvo un comportamiento compasivo porque comprobó que sus hijos estaban muertos antes de quemarlos para que no sufrieran ni hubiera dolor… Además, esa compasión es absolutamente falsa porque la compasión es no hacer nada a los niños», dice el también miembro del Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias (COPPA) desde hace más de 25 años.

En este punto, el psicólogo pone como ejemplo un accidente de tráfico. «Si tú te encuentras un herido en la carretera y lo atiendes porque ves que encima está muy grave, eso sí es un gesto de compasión. Pero si eres tú el que le ha quitado los frenos para que se estrelle y se caiga por el precipicio, cuando acudes allí, tú no estás teniendo un gesto de compasión», argumenta. Por tanto, si comprobó que los niños estaban muertos «era para ver si había salido bien su mezquindad».

Si entonces no hay arrepentimiento, ¿por qué confiesa ser el autor de este macabro crimen? El psicólogo forense tiene bien claro porqué este asesino ha roto su silencio: «para seguir haciendo sufrir a la madre de sus hijos», asegura. «Es un narcisista perverso, sádico, malvado que disfruta haciendo daño a su exmujer. Quiere además seguir con ese protagonismo que le da esta historia. El oírse o leerse a sí mismo, que le hagan entrevistas o que le vayan a ver a la cárcel como si fuera protagonista de algo es con lo que disfruta. Son digamos beneficios añadidos al haber matado a sus hijos para seguir haciendo sufrir a su ex», dice el experto en analizar la mente de los criminales.

Sin embargo, José Bretón no solo se ha autoinculpado para seguir infligiendo «toda la vida» dolor a su exmujer y continuar riéndose de ella, sino también para obtener beneficios penitenciarios en la última fase de la condena. «En las cárceles hay grupos de terapia llevados a cabo por psicólogos en los que entre otras cosas te exigen que hables de lo que te ha pasado. Pero eso no significa que estés arrepentido, sino que si no lo haces pues posiblemente no podrás estar en un módulo tranquilo, contar con la protección de los funcionarios o, en algunos casos, conseguir el tercer grado», precisa. Es por tanto, «una estrategia legal».

El psicólogo forense cree también que si ha contado cómo planificó y ejecutó el crimen es para continuar vanagloriándose entre los reclusos. «Si juntas a todos los presos para que cuenten cómo ametrallaban o robaban bancos pues a lo mejor generas el efecto de que se muestren muy arrepentidos o, lo más probable, es que se estén regodeando, como en este caso, que muestra una actitud de "yo soy más malo que vosotros"», asegura Máxime Winberg.

Que sea «el más malo de la cárcel» no quiere decir que esté a salvo y lo demás le teman, al contrario. Debido al crimen que cometió, podría convertirse en un objetivo para otros presos, quienes, por venganza o por su propia violencia, podrían llegar a acabar con su vida. «Seguramente esté protegido y no salga al patio a solas, o, si lo hace, será con presos que hayan cometido delitos similares al suyo, como abusadores sexuales de menores. Porque un tipo que ha matado a sus hijos corre peligro en la cárcel, ya que hay delincuentes, como los que roban en una gasolinera o trafican con drogas, que pueden tener emociones sinceras hacia su familia e hijos, y es posible que les den ganas de matarlo», advierte el psicólogo forense.

Después de analizar el comportamiento criminal de padres y madres que matan a sus hijos, Máxime Wimberg tiene también claro que José Bretón no se va a arrepentir nunca de arrebatarle la vida a quienes supuestamente más quería. «La evolución esperable de una persona que ha cometido un crimen de tal índole es que caiga en depresión e incluso se suicide y no que escriba un libro regodeándose», asegura. En este punto explica que quienes asesinan a un ser querido porque les dio un brote psicótico o están alcoholizados, en el momento que recuperan la cordura, «se hunden en la miseria».

«Si encima te preguntan sobre ello, no quieres ni hablar porque estás avergonzadísimo y humilladísimo por lo que has hecho», precisa. Por eso, el riesgo de suicidio en estos casos es «muy alto» porque «no aguantas la vida con lo que has hecho». Por tanto, si José Bretón cuenta con pelos y señales cómo hizo para quemar a sus hijos hasta reducirlos a cenizas, para que así «al no haber cuerpos no lo pudiesen condenar», es porque «lo único que quiere es hacer sufrir más a su exmujer». «No tiene ningún tipo de pudor, ni de vergüenza ni nada», dice el experto sobre uno de los mayores criminales de España.

Las personas con ideas suicidas y sus allegados recibirán ayuda especializada a cualquier hora en el teléfono 024, y ante situaciones de emergencia también pueden llamar al 112. Las tentativas y muertes por suicidio nunca tienen un único detonante, sino que son una reacción a un sufrimiento extremo causado por factores psicológicos, biológicos y sociales que pueden prevenirse y tratarse.

Este tipo de comportamiento es propio de una persona psicópata. Así lo asegura el psicólogo forense. Algunos dementes, sobre todos los que cometieron crímenes en Estados Unidos, envían el día de cumpleaños de sus víctimas postales a los padres de la chica que mataron para hacerles sufrir. «Les ponen que están muy arrepentidos, que sienten mucho el daño que les han hecho, que esperan que Dios les perdone… pero mandan la carta para que llegue el día del cumpleaños de la chiquilla que mataron», detalla. Por suerte, en la cárcel retienen estos envíos, pero la intención es la que cuenta.

Por desgracia, no hay señales que alerten de que una persona es psicópata, al igual que tampoco es posible reconducir su conducta. Un individuo que mata a sus hijos y además actúa desde el minuto uno de forma «malvada y perversa» es capaz de cometer cualquier atrocidad. «Si has matado a tus hijos y los has quemado es porque le da igual todo. No tiene un límite. La persona que se cruce en su camino y de quien quiera vengarse puede sufrir cualquier barbaridad o acto de maldad por su parte. Su conducta es según a él le apetezca», advierte el psicólogo forense.

Como los psicópatas tienen una altísima probabilidad de reincidencia, no existe realmente una reinserción social. «A no ser que sepan un oficio y comiencen a trabajar en un lugar donde no conozcan a nadie y oculten su crimen, suelen ser tipos que pasan a ser población flotante. Viven del social básico y están por ahí, en los márgenes de la sociedad, pidiendo en la calle o en los parques», explica el experto.

No será hasta 2036 cuando José Bretón salga de la cárcel. Pero, al haber manifestado su «arrepentimiento» por el asesinato y aparecer reflejado este en el libro El odio, escrito por Luisgé Martín, puede que acceda a los beneficios penitenciarios en la última fase de la condena y, por tanto, salir antes de tiempo de prisión. Para Máxime Winberg, esta obra en la que parricida confiesa el crimen no es más que un intento de blanquear su imagen y brindarle una plataforma que no merece.

«El escritor parece más un fan de él que realmente una persona que seriamente quiere analizar el asunto. ¿Qué interés hay en darle pábulo y altavoz a un tipo que se ha comportado así y ha hecho lo que ha hecho? ¿Queremos que siga sufriendo su exmujer?», dice el experto, quien sí considera que puede ser interesante analizar el caso a nivel médico, psicológico o , incluso, judicial. «Eso sí ayudaría a mejorar investigaciones posteriores. Hacer un análisis de los crímenes más violentos que ha habido últimamente en España permite buscar perfiles o en caso de investigación poder tener pistas», sentencia.