Luis Pastor, medalla de oro en la pista y en la vida: «No necesitamos que nadie nos diga qué podemos hacer»

ASTURIAS

El atleta asturiano tiene un trastorno neurológico del desarrollo que, aunque ha limitado su aprendizaje, no le ha impedido realizarse en el deporte, el trabajo y la vida
19 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Luis Fernando Pastor, nacido en Oviedo en 1999, padece un trastorno neurológico del desarrollo que le afecta al lenguaje, a la capacidad de expresión y comprensión, a la atención, el aprendizaje y la memoria. Todas estas dificultades no han sido suficientes para frenarlo en la vida. A sus 25 años, tiene un trabajo con el que está contento, una novia a la que quiere y una pasión, el atletismo, que no hace más que darle alegrías. La última, su proclamación como campeón de España de 4x200 por equipos masculino, y cuarto en la general, en el primer campeonato de pista cubierta para deporte adaptado celebrado a principios de este mes en Orense. Para llegar hasta aquí, ha pasado muchas etapas y superado muchos retos y obstáculos, siempre con la ayuda de su familia. Cuando nació, todo parecía ir bien. Pero a los dos años, cuando empezó en una guardería, un psicólogo les advirtió a sus padres que su desarrollo no parecía ser el que le correspondía por su edad.
«Luis siempre fe un niño alegre, cariñoso, muy risueño, pero que parecía ver el mundo de otra manera y estar en otra historia; a pesar de eso, no parecía más que un niño que crecía a otro ritmo», relata su madre, Verónica Miranda. Al empezar al colegio, las dificultades fueron notándose más. Aunque estaba sano, parecía tener problemas de desarrollo motor, y también dificultades con el lenguaje. Después de muchas consultas, pruebas y visitas médicas, el diagnóstico llegó cuando contaba casi cuatro años. «Para nosotros el diagnostico fue un alivio, llevábamos años intentando saber qué pasaba, para saber si había un tratamiento y qué podíamos hacer. Algunos profesionales no fueron los adecuados y llegaron a decirnos que padecía una enfermedad degenerativa, que quizás perdiera la movilidad y que a nivel psíquico iría empeorando hasta tener un retraso intelectual importante. Nunca nos dimos por vencidos, porque no veíamos que Luís fuera lo que nos querían decir con esos diagnósticos, apenas contrastados y de malas maneras», recuerda Verónica.
La etapa escolar fue muy retadora. Luis pasó por numerosos centros educativos normalizados, con refuerzos y adaptaciones curriculares, pero nunca era suficiente. «Tuve profesores buenos y otros no tanto, el colegio no está preparado para los niños con necesidades educativas especiales, siempre falta algo, nunca está todo en el nivel que necesitamos o que nos exigen y es muy complicado graduarse incluso en la educación básica», sostiene el propio Luis. Su trastorno hace que no pueda aprender algunas materias de cierta manera. Por ejemplo, tiene dificultades para aprender inglés al nivel que corresponde a su edad, porque tiene afectada la parte del cerebro que gestiona el lenguaje. Cree que si le dieran los apoyos necesarios y fuera a los contenidos mínimos, podría aprobar con lo justo. Aun así, sostiene que «de todos modos mucha gente no habla dos idiomas y tenemos vida».
Está muy contento con su vida. Actualmente reside en Gijón. Por la mañana madruga para ir a un puesto de trabajo en el que es uno más; cuando termina, hace algún recado o va a la compra, y una vez en casa, hace las tareas que le tocan. «Todos colaboramos en casa». Y por la tarde, todos los días entrena en su club, Gijón Atletismo, en Las Mestas. «Allí no solo entreno, estoy con otros compañeros, con los entrenadores, a veces colaboro en alguna cosa, me encanta el ambiente y es donde más tiempo me paso a lo largo del día y de la semana», relata. Algunos fines de semana hay competición. Él compite en pueblas ordinarias. Lamenta que en Asturias no haya estructura para el deporte adaptado. «Los atletas como yo tenemos que competir cuando nos dejan, en condiciones que no son las adecuadas, pero que nos permiten hacer marcas para nuestros campeonatos específicos a nivel nacional».
Para poder competir, tuvo que fichar con el club Javi Conde, del País Vasco, donde el deporte adaptado es una sección más y hay estructuras de apoyo a los deportistas y a la competición. Está muy agradecido con su entrenador, Rubén Uribe, de Gijón Atletismo. «Siempre me apoya y me anima a seguir», así como con el resto de la gente del Club, que intenta ayudar, «aunque no tengan los medios porque las instituciones no lo ponen fácil». El apoyo del club de Gijón es importante, pero estar con el Javi Conde le permite competir a nivel nacional, en campeonatos organizados por la Federación Española de Discapacidad Intelectual (FEDDI) y también en los absolutos, donde está la élite del deporte paralímpico. Compiten atletas con distintas discapacidades: parálisis cerebral, intelectuales, sensoriales y motóricas.
El inicio de su competición a nivel nacional comenzó hace siete años. Al principio iba como independiente, sin club, y se pagaba todos los gastos. «He trabajado muy duro y sigo entrenando a fondo; gracias a eso, ya tengo las ayudas de mis clubes, aunque la verdad no son muchas porque ellos tampoco las tienen». Los pasados 8 y 9 de febrero 2025, el primer Campeonato de España Atletismo Short Track (antes pista cubierta) celebrado en Orense, en el que se colgó el oro de los relevos, contó con la participación de 22 clubes y más de 270 atletas compitiendo velocidad, medio fondo, fondo y lanzamientos. En el mes de mayo participará en el campeonato el nacional de pista al aire libre y en junio, el absoluto. «Somos atletas con limitaciones físicas, psíquicas o sensoriales, pero entrenamos y competimos al más alto nivel, con marcas récord y plusmarcas, es cuestión de conocer tus límites, aprovechar tus condiciones y ponerle mucha ilusión y a eso poca gente nos gana», sostiene.
Él es un ejemplo de empeño, de ilusión y de ganas, y todo su esfuerzo está obteniendo resultados. En lo que va de temporada ha hecho podio varias veces, y está en las clasificaciones generales entre los 5 primeros de su categoría, T20 intelectuales, en pruebas de relevos, 200, 400 y cross. Aparte de la obvia satisfacción personal que le dan sus logros y medallas, quiere que su ejemplo ayude a que otros se animen «a hacer lo que les gusta y lo que quieren», que lo que ha conseguido haga ver «a los que creen que no somos normales que tenemos igual o más mérito que otros en lo que hacemos». Al fin y al cabo, como tantos otros, son «personas con inquietudes, ilusiones, con vidas llenas de detalles», y rodeadas de personas que los quieren, acompañan y apoyan. «No necesitamos que nadie nos diga si podemos o no hacer algo, porque podemos decidir lo que nos gusta».
Lo importante es cambiar la mirada que todavía perdura en muchos hacia la discapacidad. «La gente cuando piensa en alguien con discapacidad a veces se imagina cosas en su mayoría negativas, limitaciones, dificultades, y yo tengo trabajo, novia, vida familiar y practico el deporte que me apasiona donde intento ser la mejor versión de mi mismo», concluye. Todo un ejemplo no solo para las personas con discapacidad sino para cualquiera que esté tratando de salir adelante y hacer frente a los obstáculos que, inevitablemente, la vida acaba poniendo en el camino.