Media tonelada de cocaína que acabó a la deriva en el Cantábrico por falta de experiencia de los lancheros

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Escasa pericia, motores excesivamente grandes y unas condiciones adversas en alta mar causaron el naufragio de una narcolancha en Asturias con dos gallegos implicados en la operación
14 feb 2025 . Actualizado a las 16:01 h.Eran las cinco de la madrugada del 5 de febrero cuando en la base del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Gijón entró una llamada alertando de lo que parecía una intervención más. Un anónimo informaba del posible hundimiento de una zódiac a escasas tres millas del litoral de San Esteban de Pravia. Tres personas estaban en apuros. Hasta el punto acudió el Helimer 211, que rescató a los implicados. En ese momento, nadie sospechaba de su relación con un alijo de 486 kilos de cocaína. Un cúmulo de torpezas en alta mar no solo destapó el cargamento, sino que puso el foco sobre dos vecinos de Ribeira que acabaron engrilletados.
El pastel fue descubierto a la mañana siguiente, cuando el helicóptero volvió a sobrevolar la zona en busca de posibles manchas de hidrocarburos y para comprobar si el barco suponía un peligro para la navegación. Sin embargo, lo que se hallaron fueron siete bolsas de deporte flotando alrededor de la semirrígida. En el interior de cada una de ellas había 25 paquetes de cocaína de cerca un kilo cada uno. A estos bultos, se sumaron otros cuatro encontrados horas más tarde en la zona. En total, casi media tonelada de polvo blanco, uno de los mayores alijos intervenidos en el Principado.
Los tres tripulantes de la zódiac fueron atendidos en el Hospital de Jove con síntomas de hipotermia. Una llamada les salvó de la muerte, pero no de pasar por los calabozos. Todos son ciudadanos franceses, dos de ascendencia marroquí y otro argelino, y no supieron explicar al juez qué hacían en una embarcación cargada con cocaína. Al parecer, naufragó por una acumulación de imprecisiones. Las primeras tienen que ver con los motores fueraborda de la embarcación.
La pequeña zódiac fue dotada con propulsores de gran tamaño y elevada potencia que comprometían su seguridad. Además, no iban bien asegurados lo que, sumado a la falta de pericia de los tripulantes y a tratarse de una lancha no preparada para afrontar condiciones extremas, derivó en el accidente.

Ninguno de los tres tenía conocimientos suficientes en navegación para sobreponerse a una situación así, por lo que no pudieron completar una descarga para la que la investigación todavía no acierta a asignar un destino.
Con lo que las fuerzas del orden no tardaron en dar fue con un cuarto hombre que aguardaba en tierra mientras el trío se jugaba la vida en el Cantábrico. Se trataba de Francisco M. V., de Ribeira, y fue arrestado al descubrirse que la narcolancha improvisada, al igual que el remolque desde la que fue botada, estaba a su nombre. Los investigadores lo sitúan en Asturias sin ningún tipo de tapadera para disimular su presunta actividad delictiva. Le atribuyen un papel como observador e intermediario entre la tripulación y los proveedores de la mercancía.
Lo cierto es que la Policía Nacional ya tenía bajo la lupa a estos cuatro individuos, sospechando de que estuviesen planeando introducir droga por mar. El naufragio aceleró las diligencias contra ellos y contra un quinto hombre que fue detenido en Ribeira, a más de 350 kilómetros de donde apareció el estupefaciente.
Los investigadores apuntaron su nombre días antes del accidente en el mar debido a haber sido visto en Asturias junto a Francisco. M. V. y a los tres ciudadanos franceses. Al parecer, su desplazamiento hasta el principado tenía que ver con la puesta a punto de los motores de la zódiac.

Este quinto implicado, mecánico de profesión, confirmó este extremo en la sede judicial ribeirense tras su detención, aunque aseguró de forma tajante que no sabía nada de la droga. Tras oír su testimonio y no haberse descubierto nada en el registro de su domicilio, la jueza decretó su puesta en libertad.
La suerte para los arrestados en Asturias fue diametralmente distinta. El juzgado único de Pravia ordenó su ingreso en prisión en calidad de investigados por un delito contra la salud pública al considerar que existía riesgo de fuga. La hipótesis principal es que la lancha se hundió tras recoger el cargamento de un barco nodriza en alta mar. Lo que se trata ahora es de descubrir de qué buque salió la cocaína para conocer el origen y el destino final.