La desesperación de un langreano por el ruido de los 7 perros de sus vecinos: «Me genera tal estrés que he acabado yendo al psiquiatra»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Jose? Antonio A?lvarez, vecino del barrio de Vega, en La Felguera
Jose? Antonio A?lvarez, vecino del barrio de Vega, en La Felguera El Delfín

José Antonio Álvarez, vecino del barrio de Vega, en La Felguera, lleva 4 años denunciando la situación para la que pide una solución definitiva: «Hay abierto un expediente sancionador, pero con multas no se va a resolver. Quiero que quiten los perros»

14 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

José Antonio Álvarez nunca pensó hace 4 años, cuando dio la bienvenida a sus nuevos vecinos y se puso a disposición «si necesitaban algo», verse en la situación en la que se encuentra actualmente, «desesperado» y con su vida totalmente alterada por el ruido que ocasionan los siete perros que trajeron a la casa colindante con la suya: «Los ladridos constantes han alternado toda mi vida. Me está costando la salud», dice con angustia y exasperación este langreano, vecino del barrio de Vega, en La Felguera, que en todo este tiempo ha interpuesto numerosas denuncias ante el ayuntamiento, ante el Seprona y ha efectuado cientos de llamadas a la Policía Local. 

El mismo explica que durante mucho tiempo los perros pasaban las 24 horas del día fuera de la casa porque los vecinos «ni siquiera vivían ahí»: «Ladraban desde las siete de la mañana hasta las siete de la mañana del día siguiente», relata José Antonio Álvarez poniendo de relieve lo imposible que resulta dormir con ese ruido constante «día y noche». A raíz de una de sus denuncias de marzo del pasado año, este vecino del barrio de Vega consiguió que el pasado octubre se emitiera una resolución en la que se indica que los perros no pueden estar fuera «ni en horario diurno ni nocturno», aunque una parte de esa resolución sigue sin cumplirse. Si bien los canes son recogidos dentro de la vivienda por la noche, por el día asegura José Antonio que siguen fuera ocasionando ruido constante: «No salen de ahí y los perros están desquiciados. Cuando no ladra uno, es otro y, si no, se pelean», relata el langreano, que añade que esa molestia continua y constante «me genera tal estrés que he acabado yendo al psiquiatra», asegura. 

José Antonio Álvarez explica que, primero los ladridos de los perros día y noche, y ahora los ladridos durante todo el día unido al estrés y desesperación que le ha causado esta situación, le han generado «falta de sueño, falta de apetito, me ha costado la separación y me está costando la salud», además de estar en tratamiento psicológico, reseña este vecino del barrio de Vega, que, en conclusión, dice que «me ha alterado toda mi vida». Y es que, añade, «llevo un año dedicando todos los días a tratar de que me den una solución». 

Animales «desquiciados» y «agotados» de ladrar 

Y la solución que quiere es una solución definitiva: «La novedad es que hay abierto un expediente sancionador porque les denegaron el recurso y van a empezar a multarlos, pero esto no se va a solucionar con multas porque tienen dinero. Yo quiero que quiten los perros de ahí», manifiesta contundente José Antonio Álvarez, que apostilla que «los animales no tienen la culpa» y que lo que están es «desquiciados porque no salen». Tal es así, que apunta que «acaban agotados de ladrar» y que en ocasiones hasta se nota que «están afónicos». 

El caso es que el ruido «constante» que generan y tenerlos tan cerca de su vivienda le está causando a José Antonio Álvarez todo tipo de inconvenientes: «Para evitar oír los ladridos, pongo la televisión a todo volumen y me está provocando acúfenos de tenerla así; y cuando salgo a un recado, no quiero volver a casa porque no me puedo concentrar ni para leer un libro», indica. 

José Antonio es el vecino más perjudicado por el ruido que generan los 7 perros, pero también hay otros afectados. De hecho, una de las denuncias presentadas es conjunta con otros cuatro vecinos. Además, destaca el efecto llamada que hace el ladrido de estos perros: «Empiezan estos y al oírlos, empiezan a ladrar otros perros, y como estamos en el valle del Candín se hace eco y es horrible, horrible», concluye el mismo.