Michel Gaspard Diatta, el senegalés que lucha desde Oviedo por devolver la dignidad a su antepasado Sihalébé Diatta, el rey olvidado

Manuel Noval Moro
Manuel Noval Moro REDACCIÓN

ASTURIAS

Michel Gaspard Diatta, el senegalés que lucha desde Oviedo por devolver la dignidad a su antepasado Sihalébé Diatta
Michel Gaspard Diatta, el senegalés que lucha desde Oviedo por devolver la dignidad a su antepasado Sihalébé Diatta

Estudiante de Filología Hispánica en el Milán, el joven pide que se devuelvan a su país de origen los restos del monarca que permanecen hoy en el Museo del Hombre de París

02 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Michel Gaspard Diatta está a punto de graduarse en Filología Hispánica en la Universidad de Oviedo. Senegalés de nacimiento, este joven de 29 años se ha echado sobre los hombros una reivindicación con la que pretende devolverle la dignidad a un antepasado suyo, el rey Sihalébé Diatta, de la región de Casamance, en el sur de Senegal, cuyos restos se exhiben actualmente en el Museo del Hombre de París. La idea es rescatar el cuerpo para que repose en su lugar de origen y, también, conseguir que se conozca su trágica historia.

Dese el siglo XV, Casamance tuvo que lidiar con el colonialismo y con el tráfico de esclavos. Los primeros en llegar fueron los portugueses, y su relación con los nativos fue buena, salvo que los diolas, la etnia predominante en la zona, se oponían al esclavismo. A finales del siglo XIX, todo cambió con un tratado firmado entre Portugal y Francia que le otorgaba a este país el control de la zona. Las relaciones con los franceses fueron tensas desde el primer momento.

Los diolas se resistieron a las normas coloniales y rechazaron la autoridad extranjera. Se opusieron ferozmente al dominio francés, y el rey Sihalébé Diatta fue uno de sus opositores más firmes. Según las fuentes orales, el rey se opuso a las primeras órdenes coloniales con un gesto que, a la postre, le costaría la vida.

Los franceses exigían la entrega de siete toneladas de arroz para enviarlas a su país, y el rey Sihalébé expresó su desobediencia enviándoles excrementos de vaca. La respuesta, no obstante, tenía su razón de ser. El arroz es un elemento casi sagrado para la sociedad diola, y se usa en numerosos rituales, entre ellos los funerales o la circuncisión. Entregarlo como tributo era un insulto para los diola.

La respuesta, como cabía esperar, enfadó a las autoridades francesas que fueron al domicilio del rey con la intención de detenerlo. Él se encontraba en aquel momento en el Bosque Sagrado y los franceses retuvieron a sus concubinas, su esposa y sus hijos, y amenazaron con matarlos a todos si no se entregaba.

Se entregó, entonces, y fue apresado y trasladado a Élinkine (un pueblo a menos de 10 kilómetros del palacio) y después a Sédhiou. Allí sufrió la prisión en condiciones infrahumanas. No tardó en morir, y lo hizo por respeto a sus costumbres. Según la tradición diola, los reyes no podían ser vistos ni comiendo ni bebiendo. También les estaba vedado abandonar su aldea y cruzar ciertos ríos. El arresto de los franceses lo obligó a transgredir muchas de estas normas, pero mantuvo la que atañe a la comida. Se negó a comer, y veinte días después de su deportación, falleció.

El cadáver se mantuvo en muy buenas condiciones tras la muerte, a pesar de que no había comido durante tanto tiempo, y esto llamó la atención de los científicos, que propusieron que se trasladase el cuerpo a Francia en 1904 y se donase posteriormente al Musée de l'Homme de París.

Museo del Hombre de París
Museo del Hombre de París

Como explica su descendiente, «los especialistas analizaron el esqueleto del rey Sihalébé Diatta y proporcionaron algunas informaciones sobre su estado, pero no mostraron ninguna consideración ni hacia el difunto ni hacia la cultura del pueblo del que procedía». Para ellos, sostiene, «su esqueleto era tan solo un elemento de estudio científico que representaba la diversidad humana».

Desde entonces, el cuerpo del rey permanece en el museo, y Michel Gaspard considera que ya no tiene sentido que permanezca allí. «Lo que pretendemos es que el rey descanse donde merecía estar. Y queremos que su historia se conozca, porque después de la captura se apagó toda su historia, nadie lo conoce salvo una minoría de personas», señala.

El Museo del Hombre, según Diatta, no tiene inconveniente en que los restos se devuelvan a su país de origen. Además, el Gobierno de Francia se ha mostrado en los últimos años dispuesto a devolver objetos y restos humanos a las antiguas colonias francesas que lo soliciten.

El caso del rey olvidado está, por el momento, atascado por la burocracia. Sus descendientes llevan diez años reclamando el cuerpo pero hasta ahora no han tenido éxito. Además de la disposición de Francia, es necesaria también la intervención del Gobierno de Senegal, que hasta ahora no ha realizado los trámites que se requerían. Gaspard Diatta denuncia que los trámites se están frenando tanto por el «desinterés» de los senegaleses como por la «tibieza» de Francia

Michel Gaspard Diatta cuenta con el apoyo de un grupo de profesores del Campus del Milán, entre los que está Vicente E. Montes, que lo están ayudando en la solicitud. El siguiente paso es una campaña de recogida de firmas que enviarán al museo.

Espera que todas estas acciones contribuyan a que, finalmente, se desbloquee la tramitación y que los restos de su antepasado descansen donde merece. «El cuerpo lo llevaríamos a donde los reyes se entierran en el sur de Senegal», explica.

E insiste en que la reparación es necesaria y, hoy en día, más que razonable. «Murió en circunstancias dramáticas mientras era un joven rey cuya vida fue arrebatada por la defensa de sus tradiciones y sus costumbres alimentarias, y hoy se conserva su cadáver como un objeto; ya no tiene ningún sentido científico, es solo para visitar, por pura exhibición», concluye.