El futuro de la gran fábrica asturiana de ArcelorMittal está pendiente de planes de sostenibilidad en un momento de debilidad mundial de la demanda
04 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.ArcelorMittal no lo es todo en Asturias, pero es innegable que una buena parte de la economía del Principado (en torno al 12%, dicen las cifras) depende del gigante del acero. Por tanto, cualquier cosa que ocurra, se diga o se rumoree sobre su futuro genera inquietud, pesimismo o esperanza a partes más o menos iguales. Depende del momento. La dirección de la empresa había planeado un plan de inversiones que supondría tener en funcionamiento el nuevo horno eléctrico de Veriña en enero de 2025, una vez que asegura que el Horno Alto A ha acabado su vida útil.
Para 2025, se espera que ArcelorMittal continúe implementando su estrategia de sostenibilidad, lo que podría incluir inversiones en tecnologías más limpias y eficientes. Esto podría significar una modernización de las instalaciones en Asturias, así como un enfoque en la producción del llamado acero verde, con energías limpias. Pero dada la enorme cantidad que se requiere, esto parece aún poco menos que una quimera.
De momento, las últimas noticias del año dicen que la compañía ha parado la acería y el tren de laminación de alambrón en Gijón. Los hornos altos de Gijón, los únicos de España, producen arrabio (hierro fundido) para las acerías de Avilés y Gijón. La primera alimenta los trenes de chapa de Gijón y de bandas en caliente de Avilés, donde se produce bobina laminada que acaba convertida en acero y hojalata.
Los beneficios han caído y existe preocupación. La mitad de los ingresos del grupo proceden de Europa, y las exigencias medioambientales de la UE están forzando a los fabricantes a reemplazarlos por las llamadas plantas de hierro de reducción directa (DRI) y hornos de arco eléctrico (EAF).
Las nuevas tecnologías de producción, hasta ahora dependientes del gas natural, pueden utilizar hidrógeno verde, lo que sería una buena noticia para ejecutar enormes recortes de las emisiones, pero el hidrógeno parece una promesa lejana y aunque Arcelor tiene adjudicados desde el año pasado 450 millones de euros del Gobierno, la mayoría con fondos europeos, para producir acero con energías renovables en Asturias, arrastra los pies a la hora de aplicar el proyecto.
Y los plazos se van agotando. Apoyados en el sistema de comercio de emisiones de la UE, los fabricantes reciben alrededor del 75% de sus derechos de emisión de forma gratuita para competir con otras geografías, pero en diez años este bonus se irá extinguiendo para ser reemplazado por un arancel al carbono sobre las importaciones contaminantes.
También hay incertidumbres relacionadas con la demanda del acero y las políticas económicas que podrían afectar la producción. Las nuevas alianzas -o disensiones- geopolíticas podrían afectar, y mucho, al mercado del acero. En concreto, la guerra arancelaria con que el nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, amenaza a Europa y China. A su vez, el coloso asiático también prepara represalias, y todo ello llegaría en efecto bola de billar hasta Asturias.
Y la demanda no repunta, precisamente en China, con su sector inmobiliario al ralentí, o casi. El país asiático, con una producción subsidiada, ha mantenido su producción de acero, a la que está dando salida haciendo dumping al resto del planeta. Eso hace que la siderurgia integral, que supone el 60% de la producción europea, esté en peores condiciones de salida, según los expertos.