Juan Arias, neuropsicólogo infantil: «No le haces ningún favor a tu hijo trayéndole 27 regalos por Navidad»
ASTURIAS
El especialista en educación de menores asegura que resulta «contraproducente» regalar a los niños en exceso. Explica en qué consiste el síndrome del niño hiperregalado y cómo se puede prevenir
24 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hacer regalos a nuestros seres queridos en Navidad es costumbre. Esta tradición tiene sus raíces en la Antigüedad pero no hay una sola explicación de por qué se hacen detalles durante esta época del año. Pero, lo que sí que está claro, es que los niños suelen ser quienes más obsequios reciben en estas fechas. Ver su alegría al abrir cada uno de los paquetes llena de ilusión y entusiasmo a todo aquel que presencia ese momento mágico. Es por esta razón por la que siempre se colma a los más pequeños de la casa de presentes.
El problema está en que muchas veces, con el deseo de hacerles felices y sorprenderlos, se cae en el «grave error» de regalarles muchos más juguetes de los que necesitan. De acuerdo con el neuropsicólogo especialista en educación infantil, Juan Arias, resulta «contraproducente» agasajar a los niños en exceso. «Menos es más», asegura el vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Psicología de Asturias, antes de señalar que «no todos los regalos tienen que ser objetos envueltos en papel».
—¿Por qué los niños necesitan tener juguetes?
—Depende la edad que tenga el niño, no es lo mismo uno de cinco que uno que tenga 15 años, pero la idea de la necesidad de juguetes que pueden tener los niños es para estimular la imaginación o procesos cognitivos como la atención. A veces asociamos regalo a juguete y muchas veces ese juguete es más perjudicial que otra cosa. Por tanto, cualquier regalo que estimule la memoria, la atención, la imaginación, la psicomotricidad… será un regalo muy interesante. Y eso puede ser tanto un objeto como una experiencia.
—¿Qué beneficios reporta para un niño el juego?
—Tanto en el niño como en el adulto, cuando se recibe un regalo, se activan regiones en el cerebro que están relacionadas con el placer, lo que llamamos el sistema neuronal del refuerzo y también la parte emocional. Entonces, hay estructuras como la amígdala y la corteza prefrontal que se activan. Por tanto, el hecho de recibir un regalo, tanto a nivel emocional como de experiencia, es importante en sí.
—En esta época se habla mucho del síndrome del niño hiperregalado. ¿Existe realmente tal condición?
—No existe como diagnóstico ni tampoco como condición. Pero lo que sí que está claro es que cuando te hacen un regalo o te dan una sorpresa se liberan una serie de neurohormonas como son la oxitocina, la serotonina y la dopamina. La oxitocina tiene mucho que ver con las relaciones emocionales con otras personas, mientras que la serotonina siempre se ha entendido como la hormona de la felicidad. La dopamina, por su parte, está muy relacionada con la recompensa, con él obtener aquello que estabas buscando. Cuando obtienes ese regalo deseado se produce la liberación del circuito dopaminérgico. Pero, en el momento que recibes un regalo tras otro, tras otro, ese circuito se desactiva. Tú con el primer regalo que recibes tienes un «chute hormonal», pero con el último ya no tanto. Por tanto, cuando un niño es hiperregalado simplemente está acumulando una serie de objetos que no le están provocando la felicidad que le tendría que provocar el propio regalo. Es como si los hubiésemos anestesiado a nivel emocional, porque lo que pretendíamos obtener con el regalo, que es la ilusión del niño, estamos consiguiendo el efecto contrario. Pensamos que cuantos más regalos tiene, más ilusión tendrá, y es el efecto contrario.
«Si les traemos todo lo que pone la carta, lo que estamos haciendo es un flaco favor a la parte más emocional»
—¿Qué ocurre realmente cuando un niño recibe un exceso de juguetes?
—Cuando recibe ese exceso de regalos, el cerebro deja de segregar esas neurohormonas. Pasa lo mismo que cuando tienes mucha hambre. Si te ponen un plato de comida delante se liberan en tu cerebro una serie de neurohormonas que lo que hacen es que tengas ganas de comer. Pero, cuando te ponen 27 platos delante y ya has comido 26, el último plato ya no te apetece. Con los regalos es un poquito similar, lo que pasa en este caso es que hay una «saturación del sistema emocional». Al haber un bloqueo en esa amígdala, esta deja de liberar esas hormonas que generan felicidad e ilusión, por lo que vemos a un niño que ya no le hace tanta ilusión el siguiente regalo. Lo va a abrir, lo va a dejar a un lado e ir a por el siguiente y no le va a generar la ilusión que le generarían muchos menos regalos.
—Las cartas que escriben los niños a Papá Noel o a los Reyes Magos suelen ser súper largas. ¿Hay que regalarles todo lo que piden o es mejor poner límites?
—No, claro que no. En este caso menos es más, porque menos regalos aumentan esos circuitos de la recompensa y esa liberación de neurohormonas que están relacionadas con experiencias de placer y de regulación emocional. Por tanto, si les traemos más regalos o le traemos todo lo que pone la carta, lo que estamos haciendo es un flaco favor a la parte más emocional, que en verdad es el sentido del regalo. Luego está el tipo de regalo. Sabemos que las experiencias versus los objetos tienen una impronta emocional más duradera que el propio objeto. Por ejemplo, si a un niño le compras unas entradas para ir a algún sitio, en familia (por ejemplo), esa experiencia refuerza otra región del cerebro que es el hipocampo (centros de la memoria). Por tanto, ya no solo se activa la amígdala, sino también la memoria emocional. Entonces, esa experiencia tiene un efecto emocional más duradero en el tiempo que el simple objeto.
«Un regalo no tiene por qué ser un objeto envuelto en un papel»
—¿Cuánta cantidad de juguetes es la indicada? Se habla mucho de la regla de los cuatro regalos
—Oficialmente no vamos a encontrar una regla. Pueden ser cuatro, cinco o seis. Más que la cantidad es la calidad del regalo y esto dependerá mucho de la edad. Entre los regalos se deben incluir esas experiencias. También debe haber algún objeto que el niño haya pedido, porque ahí es cuando se activa el circuito de la dopamina. Obviamente debe haber un regalo académico, por ejemplo, que ayude a fomentar la lectura o a reducir el consumo de pantallas. No se trata por tanto de regalar, por ejemplo, siete juegos para la play. Al igual que el número, es importante la cualidad del regalo también. No tiene por qué ser un objeto envuelto en un papel.
—¿Qué juguetes son idóneos para fomentar el desarrollo integral de un niño?
—Todos aquellos que impliquen un trabajo a nivel cognitivo, juegos que activen aspectos como la memoria, la atención, la psicomotricidad, la imaginación o la resolución de problemas. Todos estos aspectos los puedes trabajar en muchos juegos de mesa o aquellos que requieren la participación familiar. En cambio, en un videojuego o un juego mucho más individualista no, porque la memoria y la atención te la maneja el propio juego.
—¿Es bueno relacionar los regalos con las notas del colegio?
—No. Los regalos y las notas es una relación que no debe existir porque lo que estás haciendo básicamente es quitar la esencia del regalo y transformarlo en un premio o en un castigo. En esta época en la que estamos, el objeto del regalo no es premiar unos resultados académicos o castigarlos sino que es otro. Por eso, soy más partidario de desvincular los regalos con las notas.
«Es un error pensar: "Vamos a traer todo lo que pide porque sino el niño se decepciona"»
—¿Es recomendable que los niños participen en la elección de sus propios regalos?
—Sí, claro. La participación ya la tienen en el momento en que escriben la carta, donde se supone que todo lo que están pidiendo son objetos que están buscando. Solo con el hecho de buscar un objeto que deseas o pedirlo en una carta ya estás liberando sustancias como la dopamina que generan ese estado de euforia y felicidad. Sabemos que esa sensación desaparece en el momento que encuentras o tienes el objeto. Por eso es un error también pensar: «Vamos a traer todo lo que pide porque sino el niño se decepciona». No es una decepción, es postergar esa sensación de obtener lo que pide. Hay regalos que pueden llegar en Navidad, otros en Reyes, el día del cumpleaños o directamente hay regalos que puede que nunca lleguen. Entonces estamos enseñando muchas cosas a esos niños, a esos cerebros, gestionando bien estos regalos.
—De esta manera se trabajaría por tanto la frustración...
—Claro, ellos aprenden a trabajar la frustración. Saben que si no ha llegado ahora puede que a lo mejor en una siguiente oportunidad o en una tercera llegue y eso ya es puramente gratificante. Es como cuando la gente está buscando algo en una tienda online y el simplemente hecho de buscarlo, encontrarlo y guardarlo en la cesta de la compra ya le resulta gratificante. Toda esa gratificación muchas veces desaparece en cuanto has abierto la caja que te ha entregado el mensajero. Entonces trabajar esa demora también es gratificante en un sentido.
«Hay que enseñar al niño a dosificar esos regalos. No se trata de que vaya abriendo uno tras otro»
—En estas fechas, que es cuando los niños suelen recibir muchos regalos, ¿qué estrategias pueden usar los padres para enseñar a los más pequeños de la casa a valorar los juguetes o los objetos que ya tienen?
—La mejor estrategia es la que decíamos al principio: menos cantidad. Luego, hay que enseñar al niño a dosificar esos regalos. No se trata de que vaya abriendo uno tras otro sino que es bueno que reciba un regalo, lo abra, lo vea, lo procese, lo atienda y pueda demorar la espera de abrir el siguiente regalo, aunque lo esté viendo porque esté dentro de su campo de visión. Luego, hay que dosificar esos regalos durante todo el año. No hace falta que juegue con todos los juguetes o regalos en la misma tarde de Reyes y luego los olvide durante todo el año. Se pueden ir sacando y guardando a lo largo de los meses.
—¿Qué tan importante es enseñar a los niños a compartir sus regalos o a pensar en aquellos que no tienen las mismas oportunidades?
—Este es un trabajo muy bonito que también se puede hacer previo a toda esta campaña navideña. Cuando los padres están haciendo la carta de Reyes junto a sus hijos deberían de decirles que puede que esa cantidad de objetos que están pidiendo llegue o no. También deben de animarles a hacer un hueco en la habitación y decirles que aquellos juguetes con los que ya no juegan se los van a dar a aquellos niños que no tienen la oportunidad de tenerlos. Entonces, ahí estamos trabajando también la parte de compartir. Es un trabajo previo que se puede hacer antes o incluso después de Navidad, pero se puede hacer también durante esta época. Que los niños participen en esto, al igual que participan en la recogida de alimentos en su día y están muy concienciados. Con esta recogida de juguetes se trabaja un poquito toda esa parte de compartir y de la relación social.
«Realmente no le estas haciendo ningún favor a tu hijo trayéndole 27 regalos»
—Hay niños que a la hora de desprenderse de sus juguetes les da pena e incluso se les escapa alguna lagrimilla. ¿Cómo se pueden gestionar esas emociones?
—La mejor manera de ayudarles a gestionar esas emociones es exponiéndolos a esas emociones. Se trabaja con el apego a estos objetos y se trabaja in situ con ellos. Se pueden empezar obviamente con juguetes que no tengan un súper apego porque ya los tienen desde que nacieron y entonces ellos mismos pueden seleccionar cuáles sí y cuáles no. Haciendo, por tanto, ese trabajo que nunca va a ser un castigo ni tener ninguna repercusión negativa sino que es más bien: «ayúdame a seleccionar aquellos juguetes que crees que a otro niño le podría hacer tan feliz como te han hecho a ti» trabajamos esa parte más social.
—¿Cómo pueden los padres evitar caer en el exceso de regalos sin sentirse culpables?
—Lo mejor para no sentirse culpable será leyendo este artículo, cuando entiendan que realmente no le están haciendo ningún favor a su hijo trayéndole esos 27 regalos. Es más, será al contrario porque quizás estarán «anestesiando» una parte que es fundamental, que es la emocional. Los niños tienen derecho a sentirse emocionados por la sorpresa del regalo pero, sin querer, estamos desactivando esos circuitos que generan esa emoción simplemente por haber llenado el salón de objetos. Entonces, muchas veces es, sin darnos cuenta, una visión más bien egoísta por nuestra parte. Estamos pensando más en nosotros que en el que recibe el regalo y es al revés. En este caso, menos regalos es más. Por lo tanto, si los padres entienden que lo que están haciendo es más para su hijo dejarán de sentirse culpables. El que ha recibido tantos objetos tiene anulada esa parte más emocional porque esa vivencia se la estamos quitando sobresaturándolo con todos estos regalos.
—Aparte de los padres, tíos, abuelos y demás familia deben ser también conscientes de que menos es más, porque muchas veces los familiares más cercanos son los culpables de que los niños estén hiperregalados.
—Claro, al final al niño le da igual si viene del abuelo, de la abuela o del tío. Lo que pasa es que se le ha juntando una cantidad de regalos que lo que han hecho ha sido desactivar estas regiones del cerebro. Por tanto, no está sintiendo el placer que otro niño con menos regalos está sintiendo. No olvidemos que no solo estamos regalando objetos sino que también estamos regalando experiencias emocionales. Entonces, esa experiencia emocional se ve reducida por la cantidad de objetos.
—Además de ayudar a gestionar las emociones, la entrega regalos puede ser un momento perfecto para que los niños aprendan a ser agradecidos
—Exacto. Realmente haríamos un flaco favor si al niño se le trae absolutamente todo lo que pide. Por eso, esta es una época estupendísima para trabajar esa frustración, ese control emocional, y todo lo que tiene que ver con la demora. Es un momento muy bueno para trabajar todas estas experiencias que van a enriquecer la salud emocional del niño. Y esto es una cosa que los padres y las familias tienen que ser conscientes de que tienen una oportunidad maravillosa para trabajar con sus hijos y ese va a ser el mejor regalo que le van a hacer en un futuro.
—¿En qué casos recomienda acudir a un psicólogo para abordar el síndrome del niño hiperregalado?
—En aquellos casos donde esto suponga un problema, en el entorno familiar o en el entorno social del niño. Cuando estos niños no están manejando nada bien la frustración, aparecen ya conductas más disruptivas, enfrentamientos.. es cuando la psicología puede asesorar y dar pautas. Ya en relación a esta época concreta, seguramente esos niños les está pasando factura en esta época y en otras situaciones similares. Por tanto, cuando aparezcan esas conductas, que esos padres empiecen a ver que les está pasando factura o que ellos ya no tienen recursos con los que gestionar todo esto, un psicólogo o psicóloga les puede ayudar en esta gestión de todas estas situaciones.