Cada vez más personas viven aisladas en la región, y aumentan los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y trastornos depresivos y de ansiedad
19 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La soledad crece en Asturias, y todo indica que seguirá creciendo en los próximos años. En el Principado, en 2021, el último año del que hay datos, había 67.800 personas de más de 65 años que vivían solas. Así lo atestiguaba un estudio del Colegio de Enfermería del Principado de Asturias, que advertía asimismo de los riesgos que comporta este aumento de la soledad.
No hay que olvidar que Asturias es la comunidad autónoma más envejecida de España y la segunda en la que más gente mayor de 65 años vive sola, solo por detrás de Castilla y León. Y aunque esta soledad no siempre tiene que ser un problema, en muchos casos sí lo es. En primer lugar, porque se trata casi siempre de soledad no deseada, algo que afecta muy negativamente al estado de ánimo y la calidad de vida de las personas.
Por otra parte, la soledad lleva consigo un problema asistencial. Si una de estas personas que viven solas no tiene una red de apoyo firme, puede darse que sufra algún tipo de contratiempo, enfermedad o accidente, y que no pueda obtener ayuda a tiempo. Se han dado varios casos en la región de personas que fallecieron en silencio sin recibir la ayuda que hubieran necesitado.
Los centros de salud son espejos innegables de esta realidad. Como explica el presidente de la Sociedad Asturiana de Medicina Familiar y Comunitaria, el médico de atención primaria Rubén Villa, la soledad, junto con la insatisfacción, es el principal problema con el que se encuentra en su consulta. «Hay muchísima gente mayor que ha perdido, por carácter o por cambios en su estructura vital toda la red de apoyo, y viene en situación de deprivación», asegura.
En estos casos, según el facultativo, aparecen dos perfiles principales de pacientes. Por una parte, están aquellos «que se aíslan completamente del mundo y se abandonan», y aquellos otros que «intentan suplir la soledad acudiendo a las consultas y magnifican las cosas con enfermedades que en realidad no lo son».
En el caso de las primeras, hay un problema muchas veces de abandono higiénico o alimentario, lo que comporta riesgos importantes para la salud. Siempre es peor que el segundo caso, ya que estas personas, aunque magnifican cualquier problema clínico, no dejan de tener cierta vigilancia médica.
De cualquier manera, Rubén Villa sostiene que la soledad, el aislamiento, es una situación que se ha ido agudizando en los últimos años. «Es algo que percibes; vivimos en bloques de ocho o siete pisos rodeados de gente que está en absoluta soledad; aquello que existía de tener la puerta abierta y a los vecinos pendientes de ti se está perdiendo; y aunque en los pueblos todavía se conserva, creo que también está yendo a menos».
A su juicio, la solución pasa por la aplicación de la ley de la dependencia y la creación de estructuras sociales, porque «cada vez somos más cerrados, antes socializábamos más, había más estrategias».
Después están otros instrumentos de apoyo que quizá pasen desapercibidos pero que son de gran utilidad. Por ejemplo, las mascotas, que tan de moda se han puesto, pueden ser un instrumento útil para activar a estas personas, según el facultativo. «Te dan una rutina, tienes que vestirte y salir, y te impide estar en casa todo el día en chándal, es algo bueno».
Ante este tipo de situaciones, no es difícil llegar a la conclusión de que la soledad es mala para la salud. De hecho, el propio Ministerio de Sanidad español ha emitido un informe en el que la soledad no deseada y, especialmente, el aislamiento social, incrementan el riesgo de mortalidad y, también, de enfermedades cardiovasculares. Asimismo, está demostrado que la soledad puede provocar deterioro cognitivo en distintos grados, así como aumentar la depresión y la ansiedad. Tan es así, que dado el aumento de personas aisladas en sus viviendas, la soledad ya está considerada un problema de salud pública.
El remedio pasa, necesariamente, por un abordaje con el foco muy amplio, que va desde el apoyo socioeconómico hasta el sanitario, con un especial hincapié en la parte comunitaria. En muchos casos, las personas mayores, en cuanto pierden sus redes de apoyo y se quedan solas, se abandonan en sus casas y no quieren contacto con nadie. Y una vez que han perdido ese contacto, es difícil recuperarlo después.
El presidente de la Federación de Asociaciones de Mayores del Principado de Asturias (FAMPA), Cesáreo Marqués, aseguró que el problema «está encima de la mesa», consciente de la necesidad de abordarlo cuanto antes. «Tenemos que llegar a esta gente; no todos tenemos localizada a la gente que está afectada por la soledad no deseada, y tenemos que trabajar todos en ello». Un buen vehículo es impulsar los consejos de mayores de los municipios «porque a partir de ahí se pueden hacer muchas cosas: no solo las asociaciones y la administración sino también las áreas sanitarias, que pueden saber qué gente está viviendo sola».
Por otra parte, Marqués subraya la importancia de fomentar el voluntariado para acompañar a la gente que está sola, que está en tratamiento oncológico, o que necesita ir a una consulta o intervención ambulatoria. «Tenemos que poder dotar a esas personas de compañía». Actualmente no se están llevando a cabo acciones directas todavía, pero se está «cogiendo impulso para hacerlo, estamos con las prospecciones, viendo como está el asunto». Cesáreo Marqués cree que «para el 2025 va a ser el boom de la asistencia».
Marqués ha insistido de forma reiterada en la necesidad de sacar a la gente de sus casas, que se unan a redes, que socialicen, que encuentren una red de apoyo que ayude a mejorar sus vidas. Entre otros proyectos, FAMPA está trabajando con la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar Social en una iniciativa para hacer llegar a todas las personas mayores una nutrida oferta de actividades con las que podrán reconectar con su entorno. «El Principado tiene muchos centros sociales distribuidos por Asturias pero no puede llegar a toda la población. A través de FAMPA sí podemos llegar a toda la población, porque contamos con 100 asociaciones en toda Asturias». Se trata de que unos centros y otros no se hagan la competencia, sino al contrario, «luchar codo con codo para que la gente que está sola pueda integrarse en la sociedad, y para la que, por cualquier circunstancia, no pueda salir poner a su alcance los recurso necesarios para que no se sienta sola».
El trabajo asociativo es, en muchas ocasiones, un factor clave para que la gente vuelva a integrarse. Las asociaciones, como señala el presidente de la federación, hacen muchas actividades y talleres que redundan en beneficio de la salud de las personas mayores, como la gimnasia, el baile, el pilates u otras. Pero, a veces, basta con ofrecer algo que haga que, simplemente, esa persona que nunca salía de casa empiece a hacerlo: «Una simple excursión de un día puede servir para que la gente se vuelva a relacionar», concluye.