Helena Fernández, «Mami de tres»: «Tuve que rechazar marcas porque querían que salieran mis hijos»
ASTURIAS
Esta catalana con raíces asturianas muestra su día a día como madre de tres hijos. En sus redes sociales cuenta cómo «sobrevive» a la maternidad sin mostrar «nunca» a sus retoños. «Los tengo que proteger y protegerlos pasa por eso», asegura antes de confesar que «el mundo da miedo»
18 oct 2024 . Actualizado a las 09:00 h.Cada vez son más las madres que deciden compartir su experiencia de la maternidad en redes sociales. A través de sus diferentes perfiles cuentan cómo les ha cambiado la vida desde que han traído al mundo o se han hecho cargo de uno o varios bebés, además de relatar el día a día o dar consejos sobre la crianza. Debido al tipo de contenido que divulgan, se les conoce popularmente como instamamis. Una de estas mujeres que se ha convertido en el espejo en el que otras muchas quieren mirarse es Helena Fernández (Barcelona, 1982) o mejor dicho @mami.de_tres. La catalana con raíces asturianas muestra a sus más de 800.000 seguidores su realidad como ama de casa con tres hijos a cargo.
Tirando siempre del sentido del humor, la influencer de forma «completamente» espontánea y natural cuenta cómo «sobrevive» a la maternidad. Huuyendo siempre de la artificialidad, habla sin tapujos de lo bonito y también de lo difícil que es ser madre. Y lo hace, a diferencia de otras instamamis, sin mostrar en ningún momento a sus retoños, ya que para ella la privacidad de sus pequeños va mucho más allá de tener un mayor número de seguidores o conseguir más ingresos económicos a través de la publicidad.
—Mucha gente ha visto tus vídeos pero seguramente pocos te conocen. ¿Quién es realmente Mami de tres?
—Soy una madre de 42 años que a la tarde edad ha descubierto su vocación, que es contar la problemática de la maternidad. Soy una mujer normal y corriente, con los problemas y las virtudes de todo el mundo, sin más. No tengo nada diferente, la verdad.
—¿Qué te motivó a empezar a compartir tu experiencia como madre en las redes sociales?
—Me motivó el ver la perfección de las redes sociales. Yo veía gente con vidas perfectas, con niños limpios, casas recogidas, ellas perfectas, nunca la ves un pelo mal despeinado, una arruga… y yo pensé: «A mí esta gente no me representa». Entonces un día hice un vídeo y resultó que había mucha más gente que se representaba conmigo que con eso. A partir de ahí pues decidí empezar
—Fue cuando realmente te diste cuenta de que ese tipo de contenido sí que funcionaba
—Sí. Subí un vídeo de un día en la playa, una locura máxima porque estaba yo sola con los niños. Después ya me fui de vacaciones a Asturias, donde pasé todo el verano allí. Ese vídeo lo subí a finales de julio y fue un éxito. Luego pasé todo el verano en Cudillero y seguí contando lo que eran unas vacaciones con familia numerosa, que de vacaciones tienen poco.
—¿Cómo consigues compaginar tu trabajo en redes sociales con ser madre y ama de casa?
—La verdad que ahora mismo ya me está empezando a costar. Al principio lo de hacer contenido era algo muy orgánico, subía vídeos cuando quería y si un día no lo hacía no pasaba nada. Pero, ahora, sí que se ha convertido en un trabajo. Cuando tengo que hacer alguna publicidad, algún contenido o un podcast tengo que tirar mucho de canguro. Tengo una chica que viene todos los viernes por la noche porque salgo con mi marido a cenar para cuidar a la pareja y ahora mismo tengo que llamarla más a menudo. Luego, hay gente que hace contenido editado y a lo mejor un vídeo les supone una hora y media de edición. En cambio, el contenido que yo hago es un contenido muy poco editado. Yo es que me pongo el móvil, sin vestir, sin peinar y sin maquillar, y me grabo. Tardo exactamente 10 minutos en hacer un vídeo, entre que lo grabo, lo edito un poco y lo subo. Lo que me da más trabajo ahora mismo es hacer las publicidades y las campañas, eso sí.
—Esa naturalidad hace que conectes aún más con la audiencia
—Sí. De hecho, cuando hago alguna publicidad ellos ya saben que yo funciono así. Si tú lo que quieres es un vídeo perfectamente editado, una chica maravillosa, una luz maravillosa… yo no tengo ni focos. Me grabo en la cocina, me encierro y ya. Así funciono.
—¿Cuánto de real tiene tu personaje en redes sociales? A veces cuentas anécdotas o comentarios que han hecho tus hijos que no parece que los hayan dicho ellos…
—Es real cien por cien. Lo que sí es cierto es que soy una tía muy exagerada hablando. Yo a todo le añado. Siempre lo comparo un poco con un monólogo, tú coges una problemática real y la exageras un poco. Pero, sí que es cierto que mis hijos me plantean algo. Como son tres, no siempre es el mismo el que me plantea algo. Son además niños muy despiertos y yo también tengo mucha conversación con ellos, hablo muchísimos. Entonces, sí tú hablas mucho con los niños, pues ellos tienen dudas y te las plantean. Yo paso mucho tiempo con ellos, comen en casa, los llevo a todos lados… entonces, me plantean muchas preguntas.
—Tratas de reflejar la maternidad sin exponer a tus hijos. ¿Qué te llevó a tomar la decisión de no mostrar a tus peques en redes sociales?
—Al principio todo empezó muy natural. Hice un vídeo y un día me preguntaron «¿Vas a enseñar alguna vez a los niños?» Ese día pensé: «¿Realmente quiero enseñar a los niños?». Lo hablé con mi pareja, que es su padre también, y decidimos que no, que teníamos que protegerlos y que el mundo da miedo. Sobre todo porque mis hijos tienen 10 años y están en pleno conocimiento de su ser, de sus miedo, de su personalidad, de sus complejos… y yo no voy a añadir a eso más complejos. Que alguien pueda entrar en un vídeo y que comente sobre su físico, alguien no sabemos ni quién es, que comente cosas de ellos, no, eso no. Creo que los tengo que proteger y protegerlos pasa por eso. Quiero que tengan infancia y además sean totalmente desconocidos. Mis hijos van con sus abuelos a comer y nadie sabe quién son o se van de campamento una semana con la escuela y nadie los reconoce. Yo no quiero que vean a mis hijos de 10 años y digan que son los hijos de tal o les hagan fotos o vídeos.
—¿Has sentido presión por parte de tu audiencia o de marcas para mostrar a tus hijos?
—Sí, al principio sí. Al principio tuve que rechazar algunas marcas porque querían que salieran. Hubo una colaboración que era un viaje a Disneyland, nos la pagaba una agencia de viajes y tenían que salir los niños, entonces les dije que no. Y alguna vez más también me pasó. Ahora esto funciona con una agencia, yo tengo un representante, y ellos ya saben que en mi publicidades no salen los niños. Entonces, directamente, a mi ya no me llegan. Pero, seguro que alguna vez les ofrecen algo.
—Abordas la realidad de la crianza muchas veces en tono de humor ¿Crees que el humor es una herramienta clave para lidiar con los retos de ser madre?
—Para mí sí, pero creo que depende de la persona. A mi el humor negro me hace mucho bien porque es reírme de cosas que a mi me van mal, yo siempre le saco la parte de humor. Creo que para llevar una vida más o menos bien reírse es fundamental en todo.
—La maternidad es un tema sensible. ¿Cómo manejas las críticas o comentarios negativos sobre tu modelo de crianza?
—Ignorándolos. No te hace daño quién quiere sino quien puede. A mi lo que me importa es lo que piensan mis hijos y mi entorno. No le voy a hacer caso a un señor que vive en Sevilla y está sentando en su sofá, comiendo unos doritos, porque no sé ni la vida que tiene. Es que tú no puedes criticar algo sin conocerlo. Ellos solo conocen una parte de mi vida, que es la que yo quiero enseñar.
—Abogas mucho por dejar a los niños ser niños
—Sí, los tiempos han cambiando, las cosas corren mucho y yo no estoy de acuerdo. Siempre me llamo a mi misma «La resistencia» porque creo que la infancia es una de las etapas más cortas de la vida y hay que dejarles disfrutarla. Ya tendremos tiempo, toda una vida, de hacer cosas de adultos como maquillarse, teñirse el pelo, ponerse tacones… los niños tienen que disfrutar de la infancia que es muy corta.
—¿Sigues alguna tradición asturiana en tu vida cotidiana o en la crianza de tus hijos?
—Lo que pasa es que mis hijos basan casi todos los platos en platos asturianos. Si, por ejemplo, en el colegio hay libritos, ellos dicen que son cachopos o si les hacen crepes para ellos no son crepes sino frixuelos. Ellos se mueven por la gastronomía asturiana. Pasamos además la Semana Santa y el verano en Asturias. Las Navidades ya no pero los festivos como el Día de Asturias sí que los celebramos, echamos unas sidras...Pero tradiciones como tal, no, sí que mucha gastronomía asturiana. El pollo con castaña, el requesón… esas cosas.
—Se hizo un viral un vídeo tuyo en el que decías que tus hijos aquí en Asturias son «los catalanes» y allí en Cataluña son «los asturianos»
—Claro. Mi padre es de Cudillero y mis abuelos también pero nosotros estamos en la parte de Amuño y ahí todos los chavales que hay son asturianos. Entonces, claro, están un mes y medio hablando todo el día con asturiano pues vienen con el dialecto.
—Al tener tanta repercusión en redes, ¿te da un poco de miedo decir o hacer según qué cosas?
—Sí, ahora mismo, sí. Al principio todo empezó muy orgánico pero ahora tengo mucho cuidado de lo que digo porque somos una ventana para muchísima gente. Sobre todo tengo mucho cuidado por la gente joven que me sigue, creo que tenemos que tener cuidado del mensaje que transmitimos y eso es una responsabilidad, en realidad.
—Con el éxito que has alcanzado, ¿cómo mantienes un equilibrio entre tu vida privada y pública? ¿Cómo gestionas esa fama?
—La gestiono bien por la edad que tengo pero estoy convencida de que si esto me hubiera pillado con 20 años hubiese sido diferente. Aparte, ya no es un tema de privacidad, es un tema de creerte algo que no eres. O sea, es tener los pies en el suelo. Tengo 42 años, la gente me conoce y todo es genial. Pero, hoy está aquí y mañana no estás. No me gustaría a los 20 años haberme pensado que yo era aquí alguien muy importante cuando en realidad soy una creadora de contenido, que hay millones.
—¿Cuál ha sido el momento más emocionante o memorable que has vivido gracias a tu carrera en redes sociales?
—A mi me encanta cuando las madres me mandan mensajes de «ay, Elena, me ayudas muchísimo» o cuando a lo mejor doy algún consejo en un vídeo y me dicen que lo han hecho y les ha funcionado muy bien. A mi eso es lo que más llena, el poder ayudar a la gente. Hay gente que incluso me escribe diciendo que está fatal o está pasando por un mal momento pero que mis vídeos les hacen desconectar y reírse. Eso, al final, es por lo que yo sigo aquí.
—¿Qué consejo le darías a alguien que acaba de ser madre recientemente o que dentro de pocos meses va a enfrentarse a la maternidad?
—Que no escuche a los demás y que aplique su instinto común. Y que pida la ayuda que necesite. Creo que es un problema que tenemos las madres cuando nuestros bebés son recién nacidos y es que intentamos llegar a todo y no pedimos ayuda. Es lo que hemos hablado antes, cuando tú ves a otra gente que no se queja y que lo lleva todo, tú piensas que tú también tienes que llegar a todo, no pides ayuda y al final acabas desbordadísima.
—¿Y si tuvieras que dar un consejo a alguien que empieza ahora a crear contenido, que se empieza a adentrar en el mundo de las redes sociales?
—Que sean ellos mismos. muchísima gente empieza a hacer un contenido sin tener nada que ver con él y al final la verdad sale a la luz. Tú tienes que hacer lo que a ti te gusta y mostrarte como tú eres. Sin más.
—Por último, ¿Te gustaría vivir en Asturias en algún momento o te lo has planteado como un lugar ideal para criar a tus hijos?
—Es el sueño de mi vida. En verano siempre le digo a mi marido «si ahora mismo me dices que tú te vas a Barcelona y haces tú las cajas, nosotros nos quedamos aquí». Nosotros viviríamos los cuatro en Asturias, el que se quiere volver es mi marido. Hasta el perro se quedaría en Cudillero.
—La tierra tira entonces
—Sí y la tranquilidad. Los niños ahí viven muy felices. Con los niños a veces soy demasiado estricta en cuanto que no los dejo salir solos, no van a la esquina. Allí, aunque tengas que tener cuidado, les dejo más libertad porque se conoce todo el mundo y es todo más tranquilo. Luego el clima me tira mucho también. Se vive muy bien ahí. Llueve pero a mí la lluvia no me molesta.