El Covid persistente, cuando los síntomas se quedan y complican la vida del paciente
ASTURIAS
En Asturias hay cerca de 400 enfermos diagnosticados, de los que 60 forman una asociación de afectados
15 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La irrupción del Covid afectó a miles de personas y tuvo muchas consecuencias. Una de ellas es la aparición del Covid persistente, una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuya característica es el mantenimiento de muchos de los síntomas provocados por el virus una vez que este ya no se detecta en el organismo. Se habla de más de 200 síntomas, entre los que están la fatiga, migrañas, dolor muscular o articular, problemas digestivos, pérdida de memoria, dificultades al hablar o escribir y problemas respiratorios o cardíacos.
Aunque no hay datos oficiales, se calcula que en Asturias hay unas 400 personas con la enfermedad diagnosticada. Sesenta de ellas forman parte de la Asociación Covid Resistente de Asturias, una red de apoyo que las ayuda a afrontar mejor la enfermedad. Porque, como explica la presidenta del colectivo, María José Pérez, «es raro tener un síntoma solo», y hay que lidiar con varios problemas que suelen aparecer en rachas. «Normalmente tenemos crisis; unos días estás fatal, otros mejoras un poco, después empeoras de otra cosa».
La asociación surge cuando varios enfermos deciden contactar para ayudarse mutuamente y conseguir ayudas para los enfermos y también para los cuidadores, porque «hay mucha gente incapacitada, que necesita una persona las 24 horas con ella».
Existen dos tipos de complicaciones para quienes sufren el Covid persistente. La primera, los propios síntomas. La segunda, la carga psicológica que supone afrontar una enfermedad que llega de repente y que no se va. «Antes del Covid la mayor parte de nosotros estábamos sanos, y de repente empiezas a tener los síntomas y es muy duro afrontarlo; un día tienes migraña, después fatiga, dolor muscular y articular, otro día problemas cognitivos; yo tuve problemas respiratorios que gracias a Dios los pude superar; es muy duro», señala la presidenta. En su caso, tuvo suerte de tener una médico de familia que le hacía un seguimiento diario, incluidos fines de semana y festivos, que la comprendió y se molestó. Pero no siempre es así. «Hay un compañero al que en medicina interna le dijeron que era una chorrada», relata.
Entre las labores de la asociación está formar una red de apoyo entre iguales. Sobreponerse a la enfermedad a diario es duro, y los enfermos encuentran en sus compañeros de asociación una comprensión que no puede alcanzar una persona que no haya sufrido la enfermedad. «Te dicen que te animes, que ya pasará, y lo hacen con buena intención, pero eso no suele ayudar; cuando estás con gente que tiene lo mismo que tu ves que tienen conciencia del alcance que tiene esto; unos por otros siempre vamos a ir desahogándonos y capear con el día que nos toque; es mejor desahogar con alguien como tú; hay gente a la que no le gusta hablar con los de casa para no preocuparlos».
La enfermedad puede ser muy incapacitante. Un buen ejemplo es el de la propia presidenta. Trabaja en el servicio de limpieza de la cementera de Tudela de Veguín. Tras infectarse en 2020, estuvo un año de baja; más tarde trabajó unos cuatro meses y después volvió a quedar de baja. Este año se incorporó de nuevo al trabajo en junio. Y lo hizo porque tenía que hacerlo, no porque la enfermedad le haya dado una tregua. «Llevo cuatro años que no soy yo, no estoy ni al 60 por ciento de mi capacidad de trabajo, y hay veces que no puedes con ello, no tienes vida, vas del trabajo al sofá o a la cama y de la cama al trabajo; se te hace difícil aceptar que vives como una persona de 80 años». Algunos de estos síntomas eran duros e incómodos y otros preocupantes, como la pérdida de memoria o las dificultades en el habla o la escritura. Recuerda que uno de los días que iba conduciendo hacia el HUCA, de repente perdió la memoria y se encontró con que no sabía hacia dónde se dirigía.
No obstante, sostiene que influye la forma de ser. Hay gente que se mete en sí misma y se rinde. Ella intenta no quedarse parada, forzarse. Y quiere dejar claro que la asociación no busca una incapacidad para los enfermos. «Yo estoy contenta de trabajar. Aunque estoy mal sientes que puedes hacerlo aunque más lento, tienes que reinventarte para poder hacerlo». Para ella, trabajar significa que puede estar activa, y eso es bueno. Uno de los peligros de la enfermedad es «entrar en un círculo en el que empiezas a hacer cada vez menos para no sufrir y entonces estás peor, te cierras en casa, donde estás a gusto y tranquila y te quedas ahí». Su idea es la contraria. Salir, socializar, encontrarse con otra gente para acercarse lo más posible a la normalidad.
Además, necesitan una mejor estrategia médica, porque como los síntomas son muy variados, las derivan a especialistas de ramas distintas que muchas veces no tienen, Por eso, piden que se cree una unidad multidisciplinar que sirva para conectarlos a todos.
Pien, sobre todo, líneas de ayudas para la investigación. En las facultades de Psicología y de Medicina de la Universidad de Oviedo se están haciendo estudios que, según María José Pérez, pueden arrojar luz sobre el problema. Y los investigadores «están haciendo malabares para hacer su trabajo» Llevan cuatro años trabajando, por lo que les están agradecidos, pero necesitan ayuda económica.
La asociación tiene un correo electrónico para informar y ayudar a la gente que lo necesite: covidpersistenteasturias@gmail.com.