Cinco semanas en Gaza contadas en primera persona por un enfermero asturiano: «Oyes bombas, los edificios tiemblan; es una lotería»
ASTURIAS
El joven Eric Cuesta, miembro de Médicos Sin Fronteras, formó parte del primer equipo médico que entró en la Franja: «Cada minuto se sentían bombardeos; cualquier cosa podía suceder»
14 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Eric Cuesta es enfermero graduado por la Universidad de Oviedo, tiene 34 años y actualmente trabaja en el Royal Sussex County Hospital de Brighton (Reino Unido). Cuenta que fue en mitad de carrera cuando tuvo su primer contacto con la cooperación internacional, un mes en Perú en aquel verano de 2015. Desde entonces —y después de vivir sendas experiencias en Camerún, Panamá y Mozambique— supo que uno de sus propósitos en la vida era la ayuda humanitaria. Su última vivencia fueron cinco semanas en Gaza, formando parte del primer equipo médico que entró en la Franja. Las más duras hasta la fecha para él. «Oyes bombas caer, los edificios tiemblan y sabes que a 500 metros había muerto alguien; es una lotería», recuerda el sanitario.
Terminó sus estudios de Grado en 2016 y emigró a Reino Unido en busca de trabajo. «En aquellos años la bolsa no se movía nada y, por desesperación, tomé la decisión de irme fuera», cuenta Cuesta. Ahora, ya asentado en Brighton con toda una vida hecha compagina su trabajo como enfermero en la unidad de Urgencias con la ayuda humanitaria. En aquel primer contacto con la cooperación internacional en Perú vivió en sus carnes un proyecto de Atención Primaria recorriendo la ciudad de Piura con «labores de desparasitación, adecuación de viviendas y talleres de nutrición». A su vuelta a Asturias termina la carrera y, ya en Brighton, se forma para trabajar en Médicos Sin Fronteras: «Tuve claro que quería entrar a trabajar con ellos después de una charla que dieron cuando aún estaba en la universidad».
En 2018, tras varios contactos por mail, viaja a Camerún durante seis meses en lo que fue su segundo contacto con la cooperación internacional. A raíz aquello estuvo otros seis meses en Panamá, en plena crisis migratoria, y Mozambique otro medio año, donde vivió su primera experiencia en un conflicto armado. «Había una pobreza extrema y grupos muy violentos. Recuerdo haber sentido una doble sensación entre tranquilidad por las medidas que adoptaba la organización y la tensión de estar dentro de un conflicto», explica Eric Cuesta, quien tras todos aquellas experiencias regresa a Brighton: «Tenía pensado hacer un parón, pero me contactan para entrar en Gaza lo antes posible. Tras hablar con mi pareja, familia y amigos decido que sí y entro en la Franja el 18 de diciembre de 2023 con el primer equipo médico».
La decisión no fue sencilla. «Mi familia estaba muy preocupada, pero entienden que es para lo que me he formado, saben que es lo que me gusta y terminan por respetar mi decisión», cuenta el enfermero. Entre un halo de solidaridad, dedicación y apego a la causa Palestina, Cuesta entra en Gaza dispuesto a proporcionar la mayor ayuda sanitaria posible junto a cirujanos, médicos, matronas y más personal de enfermería. En total unas 15 personas. Su primera impresión desde el aspecto sanitario fue de una dificultad extrema. Además, «desde el día uno no pararon los bombardeos donde teóricamente eran zonas de seguridad. No se respetaba nada y existía un bloqueo a la ayuda humanitaria muy grande», cuenta: «Hasta que fui a Gaza nunca había escuchado el sonido de una bomba. Era una sensación de inseguridad muy grande porque cualquier cosa podía suceder. Las bombas caían, los edificios temblaban y sabías que a 500 metros había muerto una persona. Era así cada minuto».
Su refugio era la ciudad de Al-Mawasi, en la costa sur de la Franja de Gaza, decretada teóricamente como zona humanitaria. «Dormíamos allí, pero tiraban bombas igual», lamenta el enfermero asturiano, quien recuerda que antes de que cayera la noche tenían que estar todos dentro de aquella «zona segura». «Debido al bloqueo que ejercer Israel no teníamos casi material sanitario. El nivel de formación de todos los sanitarios allí es muy alto y aplicábamos los conocimientos con muchos menos recursos», explica. Sus labores en Gaza pasan por reforzar en las curas, apoyo a la malnutrición y atención psicológica, entre otras: «La sensación es de frustración constante y a la vez de admiración por todos los compañeros que están a tu lado, que se dejan la piel y en muchos casos la vida».
Durante sus cinco intensas semanas en Gaza hubo algunas noches, comenta, que escuchó el sonido de las metralletas «de forma muy nítida»: «Todo lo que estaba en manos de Médicos Sin Fronteras se estaba haciendo y eso te quita parte del miedo. Aun así no dejas de pensar que es un poco una lotería aunque cuando entras ya sabes los riesgos que asumes». Es a finales del pasado mes de enero cuando sale de Gaza para regresar a España y pasar varias semanas en Asturias desconectando de todo lo vivido: «La sensación de dar un paseo por el muro de San Lorenzo sin miedo era indescriptible, totalmente agradecido del sitio donde nací».
Ahora, con meses de perspectiva, asegura que es el sitio más complicado donde ha estado en toda su vida y lamenta la «falta de respeto que hay por el derecho internacional». «No se respeta nada; bombardean hospitales y está todo colapso. Es horrible», apena el enfermero asturiano, quien ya cuenta con dar disponibilidad a Médicos Sin Fronteras a partir del próximo febrero para ofrecer su ayuda allá donde la requieran: «Si tengo que volver a Gaza, lo haré».
Labor de Médicos Sin Fronteras en Gaza
El personal médico de Médicos Sin Fronteras atiende a diario a pacientes con heridas causadas por bombardeos masivos. Hay personas con quemaduras graves, huesos destrozados y que han sufrido desmembramientos. Desde el inicio de la guerra, los equipos de MSF han tratado a más de 27.500 pacientes por heridas relacionadas con la violencia. Más del 80% de estos pacientes presentaban heridas causadas por bombardeos.
Los equipos de MSF ya estaban tratando los efectos de los 17 años de bloqueo y ataques recurrentes de Israel contra la población de Gaza. Antes del 7 de octubre, MSF trataba a pacientes con lesiones de larga duración, problemas de salud mental y quemaduras graves. Sin embargo, desde esa fecha, mientras las necesidades se han disparado como consecuencia del azote israelí a la Franja, el acceso a la asistencia sanitaria se ha reducido drásticamente. En la actualidad, sólo 17 de los 36 hospitales funcionan parcialmente. Las partes enfrentadas han llevado a cabo hostilidades cerca de instalaciones médicas, poniendo en peligro a pacientes, cuidadores y personal médico.