Una investigación detalla comarca a comarca la situación del Principado y otros territorios
30 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El envejecimiento de Asturias es un problema de enormes dimensiones para la propia comunidad —que es la que registra un menor número de jóvenes de Europa— pero la falta de iniciativas para poner freno a este 'invierno demográfico' es al final un obstáculo para el desarrollo de la orilla atlántica del país.
Es una de las conclusiones del trabajo Entre la persistencia y el olvido: hacia una clasificación comarcal de la despoblación de Alberto Zamorano y con el que obtuvo una matrícula de honor en la Universidad Carlos III de Madrid. El proyecto trata de exponer en mapas muy intuitivos las diferencias territoriales por la despoblación —muy marcada en el noroeste peninsular— tomando en cuenta variables como la densidad de población pero también el índice de masculinidad (porque en áreas rurales el éxodo femenino es muy intenso a áreas urbanas) o también el número de empresas por habitante.
Con todos estos datos, Zamorano habla de la denominada «herradura española» en la que se aprecia cómo las zonas con grave riesgo de población hacen un dibujo cóncavo alrededor del polo de Madrid, vaciando León, Zamora y Salamanca de forma muy intensa pero también otras provincias castellanas y el área entre Asturias y Galicia.
Respecto al caso de Asturias, el autor lo describe como paradigmático toda vez que «su historia minera y la dependencia económica de este sector, que ha experimentado un declive acelerado debido a los procesos de descarbonización, no ha encontrado aún un sustituto viable que pueda sostener o incrementar su población», así Zamorano insiste en que esa falta de alternativas a las reconversiones sucesivas ha terminado por llevar al límite una situación ya de por sí en desventaja: «exacerbando los desafíos asociados con la despoblación y el estancamiento económico, y quebrando el eje de desarrollo atlántico de Galicia a País Vasco».
Sin embargo no toda Asturias está igual, de hecho en el mapa, destaca una comarca en el área central que no está en retroceso sino en 'transición'.
En este sentido, el estudio destaca que «en particular, comprobando los índices de las comarcas costeras asturianas: Gijón, Llanes, Grado y Luarca, comprobamos unos déficits graves en las variables demográficas de índice de envejecimiento, edad media, población extranjera y crecimiento de la población, todas ellas por encima del séptimo decil y siendo Luarca la que aparece en peor situación».
En todo caso y tomando como base las variables económicas, se apunta una esperanza a medio plazo: «encontramos aspectos positivos, como el número de empresas por persona, por encima de la media nacional, y negativos, como la evolución de la renta media del hogar, cuyos valores son de los más bajos de España, destacando el caso de Gijón al estar entre las 25 comarcas que menos crece su renta media de España. Estas observaciones subrayan la necesidad urgente de políticas de intervención que aborden los efectos de la desindustrialización, fomenten la diversificación económica con el apoyo a las PYMES y entiendan al corredor atlántico como una esfera de influencia propia».
El corredor atlántico
Con todo la situación del corredor atlántico, un eje de transporte reconocido como estratégico por parte de la Unión Europeo se encuentra en una fase muy primordial, sin apenas intervenciones realizadas (en un agudo contraste con el corredor Mediterráneo que sí está muy avanzado) sólo tras muchas presiones conjuntas en alianza entre Asturias y Galicia se consiguió incluir conexiones con ambas comunidades. El primer diseño elaborado por el Ejecutivo de José María Aznar llevaba su trazado de Irún a Oporto pasando por Valladolid y Madrid sin ningún enlace con la cornisa. Ya no es así.
En teoría, y según anunció el Ejecutivo central este verano, el Corredor Atlántico movilizará en Asturias más de 2.800 millones de euros hasta 2030, de los que más de 2.000 se corresponden con actuaciones pendientes de ejecutar, como la nueva estación intermodal de Gijón, que se contempla con una inversión de 500 millones de euros, o la adecuación de la de Oviedo a la Alta Velocidad, a la que reserva 60 millones. El grueso de las iniciativas se centra en el ferrocarril. Por un lado en las largas (hasta el año 2030) obras para la adecuación de las vías desde la cordillera a Oviedo y Gijón para adaptarse a la alta velocidad. Por otra parte, en la renovación de la red Cercanías.
El marzo, el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, prometió «velocidad de crucero» para las inversiones del atlántico de manera que pueda alcanzar el desarrollo del Mediterráneo pero de momento se trata sólo de una promesa.