El debate de la tasa turística en Asturias: así funciona en España y 140 ciudades europeas

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Bañistas en la playa de San Lorenzo, en Gijón
Bañistas en la playa de San Lorenzo, en Gijón Paco Paredes | EFE

Este tipo de gravamen ya funciona en Cataluña, Baleares y una veintena de países europeos, vinculado mayoritariamente a la estancia hotelera

20 ago 2024 . Actualizado a las 08:56 h.

Asturias se ha consolidado en los últimos años como destino turístico hasta el punto de que algunos municipios del Principado perciben cierta saturación por tener que ofrecer servicios a un volumen de personas que pueden llegar a multiplicar por 8, por 10 o por 20 su población. Cangas de Onís, Llanes o Cudillero son algunos de esos concejos que durante los meses de julio y agosto sienten más presión por el creciente volumen de visitantes y desde donde se demanda más implicación al Gobierno regional ante la sobreexplotación de sus servicios municipales. Esto ha vuelto a reabrir en Asturias el debate sobre la tasa turística, algo que el pasado mes de febrero se planteaba desde algunos ayuntamientos en el sentido de que ante el aumento de turismo se hacía necesaria una ordenación.

El presidente del Principado, Adrián Barbón, se mostraba reacio hace unos días a establecer una tasa turística autonómica y planteaba que más bien tendrían que ser los ayuntamientos los que soliciten y apliquen una tasa turística si así lo determinan porque no todos los municipios tienen la misma presión turística.

Implantar una tasa turística a nivel autonómico o municipal no sería ninguna novedad en nuestro país ya que existe en otras comunidades desde hace años. Pero, ¿qué es la tasa turística? Pues es un impuesto que grava la estancia de los turistas o visitantes en el lugar elegido como destino. El precio de ese gravamen puede estar condicionado por diferentes factores, si bien lo habitual es que se aplique en el hotel, hostal, albergue, camping, apartamento o cualquier otro tipo de alojamiento turístico sobre el precio por noche y persona. Así, con este impuesto que se ha ido implantando en los últimos años en numerosos destinos turísticos, las autonomías o los ayuntamientos buscan obtener ingresos adicionales para compensar la sobreexplotación de servicios por el turismo masivo, reinvertir en el sector y avanzar en la sostenibilidad turística.

Cataluña y Baleares, comunidades pioneras

Teniendo en cuenta que la tasa turística es una medida cada vez más extendida en el territorio europeo, España es uno de los países que menos la aplica a sus visitantes, ya que sólo dos comunidades, Cataluña y Baleares, la tienen implantada.

La primera, Cataluña, fue la pionera implantando la tasa turística, donde empezó a cobrarse en 2012. Hoy por hoy, ser turista en esta comunidad puede suponer un desembolso importante por este concepto, ya que los visitantes deben afrontar el Impuesto sobre las Estancias en Establecimientos Turísticos (IEET) de la Generalitat, que oscila entre un euro por persona y noche para las estancias en hoteles de menos de cuatro estrellas y hasta 3,50 euros la noche para los establecimientos de 5 estrellas. Además, quienes se quedan en Barcelona tienen que hacer frente a la tasa turística municipal, que a partir de octubre será de 4 euros por persona y noche, tanto para quienes se hospeden en una pensión, en un hotel de cinco estrellas o lleguen en crucero. Es decir, que quienes se hospeden en la ciudad condal pagarán entre 5 y 7,5 euros por persona y noche.

Vista de la ciudad de Barcelona con la Sagrada Familia al fondo
Vista de la ciudad de Barcelona con la Sagrada Familia al fondo Marta Pérez

En Islas Baleares se implantó en 2016 el Impuesto de Turismo Sostenible, un impuesto que han de pagar quienes se alojen en hostales, hoteles, albergues, apartamentos turísticos e, incluso, cruceros que hagan escala en uno de sus puertos. En este caso, el gravamen que se aplica va desde 1 euro hasta 4 euros por persona y noche, según la temporada del año en que tenga lugar la visita. En temporada baja, por ejemplo, solo se abona el 75% del tributo y cuando las estancias superan los 8 días, se paga el 50% a partir de la novena jornada.

Pero el debate sobre si cobrar o no una tasa turística está sobre la mesa en otras comunidades, además de en Asturias. En la Comunidad Valenciana estuvo a punto de implantarse, aunque la medida se derogó antes de que entrara en vigor este año. En el País Vasco también se baraja la opción y el Ayuntamiento de Sevilla se plantea cobrar a los visitantes de la Plaza de España y recaudar dinero con el que financiar su conservación.

Una medida que no disuade al visitante

En Europa hay algún tipo de tasa turística implantada en casi 140 ciudades que pertenecen a una veintena de países, mayoritariamente gravámenes vinculados a la estancia hotelera. Así, en ciudades de Francia, Italia, Alemania, Austria, Bélgica, República Checa o Hungría, los visitantes pagan diferentes cuantías que, como en el caso de Ámsterdam, se superan los 20 euros de media por persona y noche.

Y si los Países Bajos es el país con la ciudad con la tasa turística más cara, Francia es el que tiene este gravamen más extendido, ya que más de medio centenar de ciudades cobran impuesto a quienes las visitan, si bien las tarifas de esas ciudades oscilan entre los 20 céntimos y los 4 euros. En Italia son 35 ciudades las que tienen algún tipo de gravamen al visitante, entre ellas, Roma, Venecia o Florencia, ciudades que al implantarlo buscaban una manera de recaudar fondos en pro de la sostenibilidad del turismo y la calidad de vida de sus residentes.

Mirador sobre la ciudad de Florencia
Mirador sobre la ciudad de Florencia JENNIFER LORENZINI | Reuters

Otros impuestos que se cobran a los visitantes son los implantados en Alemania, por lo que, en ciudades como Berlín o Hamburgo, se paga el «impuesto cultural» o «impuesto por cama», que en vez de ser una tarifa fija o según el tipo de establecimiento, ronda el 5% de la factura por estancia. En las principales ciudades de Bélgica (Bruselas, Amberes o Brujas), o en las capitales de países como Austria (Viena), República Checa (Praga), Hungría (Budapest), Grecia (Atenas) o Portugal (Lisboa), donde también se aplica en Oporto o Faro, se pagan tasas relacionadas con la pernoctación del turista, tasas que pueden suponer un coste u otro en función de la época del año en la que se visite la ciudad.

Sea cual sea el tipo de tasa o gravamen que se cobra al turista en cualquiera de estas ciudades europeas, lo que parece que está claro es que el impuesto que se le cobra al visitante no es disuasorio a la hora de elegir destino.