Ramón Suárez, autor de «Amores únicos»: «Me encantaría que, tras leer esta novela, el
lector valore más la importancia de saber amar y de sentirse amado»
ASTURIAS
![Ramón Suárez, autor de «Amores únicos»](https://img.lavdg.com/sc/VlZG4XG9gQPwENdplA03vY8FXeg=/480x/2024/07/26/00121721992584476949154/Foto/ama.jpg)
El periodista entreguín presentaba su primer libro el viernes 19 de julio en la librería La Buena Letra, en Gijón
27 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El periodista y escritor entreguín Ramón Suárez presentaba hace unos días en la librería La Buena Letra, en Gijón, su primer libro, Amores únicos, una novela en la que aboga por el romanticismo, pero no desde una perspectiva egocéntrica, machista o castrante, sino por un romanticismo que «te haga amar más a tu pareja, al mundo que te rodea y a ti mismo». Así, en la entrevista concedida a La Voz de Asturias, el autor de Amores únicos explica que lo que pretende transmitir a quienes lean esta obra es que «hay que apostar por los amores auténticos, valientes, sin medias tintas…» y que, a su vez, valoren «la importancia de saber amar y sentirse amado». Para ello, Ramón Suárez mezcla en esta apasionante novela que discurre en lugares como León, Valencia y, por supuesto, Asturias, psicoanálisis, crítica social y densidad filosófica.
—¿Qué inspiró la creación de la novela Amores únicos?
—Cuando comencé a escribir Amores únicos, poco antes había terminado un proceso de psicoanálisis, que fue muy revelador, pero muy duro a la vez, con muchas luces y sombras. Además, por esa época había iniciado estudios de Filosofía en la Universidad de Oviedo. Por tanto, el psicoanálisis y la filosofía nutrieron conceptualmente la obra, me proporcionaron sustanciosas herramientas para ahondar en ideas potentes y para construir personajes. Pero también me basé en mi vida, en vidas ajenas y en reflexiones personales. Y como a mí siempre me ha interesado el amor, sobre todo desde que leí La regla de tres, de Antonio Gala, pues sentía que mi inconsciente me sacudía, y me apremiaba para que me atreviese a escribir una historia propia, en la que se reflejara mi perspectiva sobre el amor.
—Es periodista acostumbrado a escribir textos mucho más cortos, ¿cómo se ha sentido como escritor de novela?
—Bien, encantado. Yo ya había escrito, durante la adolescencia, una novela que leyeron mi madre y dos amigas, una novela de misterio, tipo Ágatha Christie, que, por cierto, perdí por el camino. Por eso, retomar la escritura de ficción, en la que hay que mezclar descripciones, narraciones, y diálogos, y jugando con la imaginación y con la creatividad, me resultó muy grato.
—Ha explicado usted mismo que Amores únicos no es una novela de amor al uso, sino que mezcla psicoanálisis, crítica social y densidad filosófica. ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir a los lectores a través de esta historia?
—Ante todo, que hay que apostar por los amores auténticos, valientes, sin medias tintas… Empiecen como empiecen o terminen como terminen. Quiero luchar contra la idea del amor light. No debemos experimentar el amor, o enfocarlo, como si se tratara de una gestión financiera o un pasatiempo. Yo abogo por el romanticismo, pero no defiendo un romanticismo ensimismado, egocéntrico, narcisista, machista, o castrante, sino un romanticismo que, sobre todo, te haga amar más a tu pareja, al mundo que te rodea, y a ti mismo. Y eso cuesta, y entraña riesgos. Y no siempre se consigue. Pero considero que ha de ser así. En esta novela los personajes están muy psicoanalizados. A mí me atraen las personas que se conocen bien a sí mismas, o que lo intentan, y que han extraído el jugo de sus vivencias, y que, luego, ponen la carne en el asador con arrojo y coherencia. Los personajes de los conozco tan bien como a mis familiares más cercanos o a mis amigos más íntimos. Y garantizo que mis personajes ponen la carne en el asador en todo lo que hacen.
—¿Ha habido inspiración en experiencias personales para dar forma a la novela?
—Sí, claro. Como te comenté antes, alguna que otra peripecia vital mía está aquí reflejada de manera indirecta. Pero la trama es original por completo. Tanto Anjara, la protagonista; como Gloria, o Aris, son genuinos, únicos, e hijos de mi inventiva.
—La sinopsis del libro dice que los personajes se enfrentan a amores que transforman sus identidades, deseos e ideas. Entonces, ¿la identidad personal no es inmutable?
—Yo no soy puramente existencialista, a lo Jean Paul Sartre, es decir, no creo solo en la existencia, también creo en las esencias. La identidad personal parte de un temperamento básico de nacimiento, pero luego nos configuran múltiples factores: las familias, la época que nos ha tocado vivir, las personas que aparecen en nuestra vida y que decidimos conservar a nuestro lado, lo que nos ha hecho felices o desgraciados, nuestros deseos, nuestro pasado… Además, el amor puede suponer la experiencia más enriquecedora y transformadora para un ser humano. Cuando alguien ama y se siente querido, escuchado, cuidado, eso incide en su vida como un medicamento. Y nos transforma: sí o sí.
—¿A qué retos o desafíos tuvo que hacer frente en el proceso de escritura de Amores Únicos?
—A crisis personales de toda índole. Toqué casi todos los palos del flamenco, en el buen y en el mal sentido. Pero la historia de Amores únicos se escribía sola. Y mi principal reto era que deseaba ardientemente que viera la luz. No quería que quedase en el cajón un amor que tenía derecho a ser leído por lectores que aman amar.
—¿Hay algún personaje o escena en particular que sea su favorito en la novela?
—Gloria, la filósofa, es el faro de la historia. Tiene mucha garra, mucha sabiduría y un criterio y un estilo muy definidos. Pero también me conmueven los trastornos mentales de la protagonista, Anjara; y me fascina la capacidad infinita de amar de Aris, y su masculinidad en positivo. En cuanto a las escenas, me quedo con los diálogos trascendentales de Gloria.
—La protagonista es una joven de León que se traslada a Valencia, pero en la novela también aparece Asturias ¿qué le llevó a situar la novela en esos lugares? ¿Tenía que aparecer Asturias sí o sí en la historia?
—Asturias sirve de refugio, de remanso de paz para la protagonista. Mi tierra tenía que salir. Esa zona costera próxima al aeropuerto, con sus playas, sus prados y acantilados, enmarca muy bien las vicisitudes que encaran los personajes. Confiere una atmósfera como de paz después de la guerra, pero en la que también se libran batallas.
—¿Qué sensaciones le gustaría dejar en los lectores después de leer?
—Me gustaría que cada uno sacara sus propias conclusiones, por supuesto, de acuerdo a sus pensamientos y a sus experiencias. Pero no te voy a engañar que me encantaría que, tras leer Amores únicos, el lector valore más la importancia de saber amar y de sentirse amado. Y que haga introspección para saber si, en el plano amoroso, su vida transcurre por el camino adecuado o no. Que se haga preguntas, en plan: ¿Estoy atascado o atascada con situaciones o personas que no sacan lo mejor de mí? ¿Qué debería hacer para vibrar más y mejor en la vida? Yo quiero que sirva para estimular a las personas que se encuentran alicaídas, o que han renunciado a la pasión, ya sea por miedo o por aburrimiento… Y que sirva de brújula para que nadie se pierda en una maraña de sentimientos que no le conducen a nada. Y, por supuesto, cómo no, también homenajeo a la profundidad del psicoanálisis y de la filosofía. Ambas disciplinas incrementan nuestra inteligencia.
—¿Tiene planes de escribir una segunda parte o trabajar en algún otro proyecto literario en el futuro?
—Ya tengo en mente otra historia. La verdad es que he iniciado un romance con la literatura y espero que sea correspondido y de larga duración. Pero, a corto plazo, aspiro a que las vidas de Anjara, de Gloria, y de Aris se expriman al máximo, porque me parece que pueden aportar entretenimiento y reflexión a quien se sumerja en ellas.