Excavación en la ermita de Santa Marina, en Cueiru: la otra arqueología que enriquece Asturias

Manuel Noval Moro
Manuel Noval Moro REDACCIÓN

ASTURIAS

El grupo Llabor Lands de la Universidad de Oviedo estudia los restos de esta edificación datada del siglo XVI, ubicada en un punto crucial para la identidad de Belmonte, Somiedo y Teverga

15 jul 2024 . Actualizado a las 09:04 h.

El grupo Llabor Lands, de la Universidad de Oviedo, afronta este verano una excavación en la campa de Cueiru, en la confluencia de los concejos de Belmonte de Miranda, Teverga y Somiedo, con la que continúa los trabajos iniciados el año pasado. Está centrada en los restos de la ermita de Santa Marina, cuya primera referencia documental data de 1599 pero que podría haberse construido bastantes años más atrás, incluso en la Edad Media. Uno de los objetivos de la excavación es, precisamente, conseguir una información exhaustiva de sus fases constructivas hasta llegar al momento en que comienza la edificación. Pero hay algo quizá más importante: el porqué de la elección de ese lugar en concreto.

Uno de los codirectores de la excavación, Pablo López, explica que hace unos cinco años empezó un proyecto con intervenciones en espacios de montaña relacionados con zonas de pasto. Fue entonces cuando empezaron a documentar la zona del entorno de Cueiru como «un lugar importante, un cruce de caminos y una referencia identitaria para los tres concejos, donde hubo una feria ganadera y una fiesta que sigue celebrándose». La campa está en el Camín Real de La Mesa, donde había una venta y donde se cobraba el portazgo. Con estos datos, el año pasado hicieron el primer sondeo para comprobar la potencialidad del terreno, qué restos se conservaban y así planificar la campaña.

Este año, la excavación ha continuado en un área de 9 por 9 metros, que abarca aproximadamente la mitad de la estructura de la antigua ermita. «Por los materiales y la forma constructiva todo apunta a que la fase más importante hay que llevarla al siglo XVI, la última fase constructiva, pero no llegamos todavía a los primeros niveles; parece claro que en los muros tenemos dos fases constructivas». Cuando lleguen, esperan conocer a cuándo se remonta la construcción. Hasta ahora, han aparecido restos de la feria ganadera, a nivel superficial, materiales relacionados con el uso y construcción de la capilla, monedas, cerámica y algunas bases de cerámicas medievales. Y además, restos que hablan del uso del espacio desde la Edad del Cobre hasta la actualidad.

Su trabajo obedece a un tipo de arqueología que se aleja de lo espectacular y que quiere conocer a fondo la vida en el medio rural desde tiempos remotos. Cueiru es un lugar de referencia, un punto de encuentro que tenía importancia en el ideario de las comunidades y que se presta mucho a esa forma de afrontar la mirada al pasado. «Lo que nos interesa es documentar todos los procesos que tienen que ver con las comunidades rurales, no ese elitismo de la arqueología clásica sino ver otros estratos sociales de la historia e ir documentando la historia de las comunidades y complejizando el discurso; es una manera de reivindicar el mundo rural», subraya Pablo López.

Y aunque la ermita puede considerarse uno de los hitos importantes de la excavación, el codirector asegura que «quedan muchas cosas, aunque son menos visibles y espectaculares que la capilla; es una documentación de los lugares con cambios y formas distintas de actuar, que te dejan restos más endebles y difíciles de encontrar, porque lo moderno acaba machacando a lo antiguo; Cueiru es un lugar muy interesante para seguir haciendo arqueología».

Transferencia de conocimiento científico

El grupo cuenta con continuar otro año más con la excavación en Cueiru. Además, tiene en marcha otro proyecto que tiene que ver con la transferencia de conocimiento científico, y relacionado con el Camín Real de la Mesa. Se trata de Cultur Monts, una iniciativa del Instituto Catalán de Investigación Arqueológica, de Tarragona, en la que están implicadas excavaciones en varios puntos de la península.

En este caso, se trata de poner en valor el patrimonio en el mundo rural. En Belmonte de Miranda se van a hacer muestras virtuales de espacios de montaña para que la gente pueda acceder más fácilmente a ellas. Una de las razones de esta virtualización está en que en la montaña, por las condiciones climáticas, en las que abundan la nieve y las heladas, es muy difícil conservar in situ el patrimonio, y dejar espacios abiertos es casi imposible. El material virtual hace que la transmisión del conocimiento sea más fácil y ayuda a que las comunidades se sientan identificadas con su patrimonio y cuiden más lo que tienen.

El proyecto comenzó hace un mes y estarán otros tres años trabajando en él. El colectivo ya ha contribuido a la divulgación con varias actividades. En Vigaña hicieron talleres arqueológicos, y también en Belmonte y Grado hicieron una labor de conciencia histórica para fomentar vocaciones científicas en el alumnado del medio rural. En el Camín de la Mesa llegaron a hacer una excavación arqueológica real con los alumnos, de la que salió una exposición que todavía se puede ver en el Museo Arqueológico de Asturias.