Así se vivieron «los buenos momentos de ayer» en un Metrópoli a rebosar por La Oreja de Van Gogh
ASTURIAS
La banda donostiarra rememoró sus grandes éxitos que aún siguen triunfando y conquistando a nuevas generaciones: «Yo tenía 2 años cuando era el momento de la banda, pero crecí escuchándolo por mis hermanas»
03 jul 2024 . Actualizado a las 13:30 h.En una de las que se esperaba que fuesen las noches más grandes del Metrópoli, la banda donostiarra condujo a miles de personas hacia Gijón «como el fuego al viento en una noche de San Juan». Aún parece mentira el alubión de gente que entraba al recinto ferial Luis Adaro hasta el último minuto. Dos horas antes de comenzar ya resultaba imposible acercarse al escenario y poder ver de cerca.
Las entradas para asistir al festival el día 2 de julio llevan más de dos semanas agotadas, coincidiendo con el concierto de La Oreja de Van Gogh. Pablo Benegas, Álvaro Fuentes, Xabi San Martín, Haritz Garde y la vocalista Leire Martínez comenzaron su espectáculo con Cuídate, mientras el público del fondo reclamaba en más de una ocasión por no poder escuchar a esa distancia y con tal cantidad de gente.
Las canciones del grupo que tantos recuerdos traen a muchas generaciones fue calmando los nervios y se escuchó a las miles de personas allí presentes al unisono cantar: «Hoy va a ser el día menos pensado, nos hemos cruzado, has decidido mirar a los ojitos azules que ahora van a tu lado», una de sus letras más conocidas.
La nostalgia abarrotó todas las esquinas que rodeaban el escenario, entre el público no había límites de edad y asistieron familias, parejas de todas las edades, grupos de amigos y personas que decidieron disfrutarlo en solitario. Entre risas, aplausos y alguna que otra lágrima de emoción, el concierto avanzó y Gijón coreo todos los grandes éxitos de la banda.
En un falso final, La Oreja de Van Gogh volvió al escenario para no impedir al público vivir en directo dos temas que son himnos desde hace 20 años. La banda sonora del Metrópoli fue: «Tienes talento y cultura, manos bonitas y estudias francés, cantas, actúas y pintas, escribes poemas, todo lo haces bien», y Leire Martínez se convirtió en La reina del Pop en Gijón.
El concierto culminó con un símbolo en su carrera que recorre todas las redes sociales como la pólvora cada 20 de enero y que se escuchaba en cada rincón del recinto ferial. La banda tuvo que competir en volumen con las miles de voces que acompañaron al grupo en el cierre del espectáculo.
«Mi hermano es tea y nunca hemos ido a un concierto con él, entonces vamos a probar a ver si lo podemos ver desde la zona lateral más tranquilamente y así disfrutamos los tres», explica Andrea Castaño, que se imaginó la cantidad de gente que habría en el Luis Adaro e intentó ser precavida. Algo que no consiguieron las personas que intentaron ver algo desde el puente que conecta el recinto con el estadio El Molinón, desde donde disfrutaron de lo que pudieron de principio a fin.
«Yo lo escuchaba cuando era un adolescente y ahora vengo con mi hijo pequeño», comenta una madre de familia entre el público. La Oreja de Van Gogh demostró que la nostalgia sigue agotando entradas dos décadas después y crea colas de cientos de metros para poder disfrutar en directo de las canciones que acompañaron durante la infancia o adolescencia a las personas, que recuerdan momentos y transportan a lugares concretos de tiempos pasados. «Yo tenía 2 años cuando era el momento de La Oreja de Van Gogh, pero crecí escuchándolo por culpa de mis hermanas que eran adolescentes en ese momento, aún lo sigo escuchando y aquí estoy disfrutándolo con ellas», explica una chica del público.
Un martes de verano en el recinto Luis Adaro se convirtió en una noche para recordar y en la que «las nubes se irán, el sol brillará de nuevo, y aunque no estés a mi lado, puedes contar conmigo», como rezan en uno de sus temas. El grupo demostró que se puede contar con ellos para hacer sold out semanas antes, «para lo que sea y más».
A pesar de lo aplausos y el buen ambiente que se percibía en el concierto, hubo quienes decidieron irse antes, como es el caso de Laura Marcos, que comenta que desde el principio «al ver a tantísima gente» dudaba si quedarse o irse y no ver el concierto. Decidió intentar disfrutar del concierto con su madre pero «dos o tres» canciones antes «nos fuimos porque era insoportable, no se puede ver un concierto si venden tantas entradas, la gente llega hasta tan atrás y ponen casetas por en medio, quisimos irnos desde el principio por la organización», detalla. Algo similar le ocurrió a Andrea Castaño, que tuvo que irse antes de terminar el evento con su hermano y su madre.