La despedida de Castañón, un restaurante familiar y casero desde 1995: «Vienen con los ojos rojos y dan ganas de llorar»
ASTURIAS
Rubén Rodríguez y Magdalena Fernández cierran su bar tras casi tres décadas de actividad, «después de tantos años estamos un poco cansados, la edad no perdona»
09 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hay restaurantes que no son solo cuatro paredes y mesas, en muchas ocasiones se convierten en lugar de peregrinaje y de reunión. Algo similar ocurre con Castañón, en Quintes, que tras 29 años de actividad cierra sus puertas este domingo 9 de junio.
Rubén Rodríguez y Magdalena Fernández decidieron coger los fogones del restaurante de Villaviciosa debido a que conocían «el bar, los dueños y la zona», explica él. Esto ocurrió en septiembre de 1995 y hasta hoy no faltaron los clientes ni las ganas.
Están contentos con todo su recorrido, con aquella decisión del 95, porque tuvieron una buena trayectoria. Hay tantas anécdotas que no pueden resaltar una, solo guardan los buenos recuerdos que son todos y que avalan con la tristeza que expresan sus clientes ante su jubilación: «Vienen con los ojos rojos y dan ganas de llorar», comentan.
Esto es porque sienten que consiguieron hacer «una gran familia». Tienen una gran cantidad de clientes habituales entre vecinos de la zona o veraneantes y turistas que repiten en Castañón. Sin embargo, los años pasan por todos y la hostelería es un oficio muy demandante: «Después de tantos años estamos un poco cansados, la edad no perdona».
La pena que se llevan viene de la cantidad de amigos que dejarán de ver a diario. Alrededor de la mesa de un bar pasan muchas cosas, no solo bebidas y comidas. Recuerda a matrimonios que acudían juntos a diario y tras fallecer uno de ellos, el otro no dejó de ir. Los platos y sus sabores albergan también recuerdos y vivencias. Durante estos últimos días de actividad, cuentan que la mayoría de clientes acuden para despedirse, «mete miedo», apostillan. Hicieron amigos entre sus asiduos: «Hay gente que lleva 27 años viniendo».
¿Quién no tiene un bar de referencia en el que pasó horas y horas con amigos o familia? Castañón lo es para muchas personas, según sus dueños, y para ellos también lo son sus clientes. Estas tradiciones de terrazas y salones de bar también se traspasan de generaciones en generaciones: «Vienen nietos de clientes que venían al principio», relatan.
En todos estos años de servicio, como es de imaginar, pasaron muchas etapas. Uno de los sectores que más afectó la pandemia de 2020 por la COVID-19 fue la hostelería, sin embargo, aseguran que allí pocas cosas cambiaron. «Para nosotros fue bien la reapertura», seguían teniendo los mismo clientes, «menos los que quedaron por el camino, que fueron muchos» , lamentan. Podrían afirmar que ese parón lo agradecieron, «esos meses fueron de tranquilidad», explican.
La gastronomía asturiana y casera de un bar familiar
En su carta siempre hubo menú y nunca le faltó demandantes. Además, siempre cuidaron las raíces en su carta con llampares, jabalí, cachopos, fabes o potes: «Comida de aquí, de todos los días, comida de abuela».
También se despidieron este año de las Jornadas Gastronómicas de la Llámpara en Quintes y Quintueles, que cuentan fue «una locura de gente». Siempre tuvo mucha afluencia de gente pero este año fue la guinda del plato, no había mesas y seguían recibiendo llamadas de reserva constantes: «Era todo el rato rechazar a gente porque no había sitio», recuerdan.
«Esto es un negocio familiar, comida asturiana y casera», aseguran. Estos son los que más historias resguardan en sus barras, donde el servicio es de cercanía, donde no extraña que quien te atiende se preocupe por ti y no solo por servir las consumiciones.
No tienen planeada ninguna despedida especial, sino hacer lo de siempre. Hoy, último día, abren sus puertas como llevan haciendo 29 años, darán el servicio de comidas y se apagarán los fogones, en esta ocasión para siempre. «Ahora toca descansar y relajarse» aseguran. A disfrutar del fruto de lo trabajado.