La joven catalana que vive en una furgoneta en Asturias: «Este estilo de vida me ha dado mucho»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

El sueño de Patricia desde que era una niña era poder tener una furgoneta en la que viajar y vivir
El sueño de Patricia desde que era una niña era poder tener una furgoneta en la que viajar y vivir

Patricia Pérez tiene 35 años y desde hace un tiempo lleva una vida completamente nómada. Vive, viaja y trabaja en una furgoneta camperizada que adquirió después de la pandemia del coronavirus. Y aunque se trata de un espacio reducido, «aprendí a estar cómoda en la incomodidad»

02 jun 2024 . Actualizado a las 09:40 h.

¿Cómo te ves dentro de cinco años? Esta común pero comprometedora pregunta fue la que hizo que Patricia Pérez comenzase a ser consciente del rumbo que estaba tomando su vida y que a ella realmente no le estaba haciendo ningún bien. En ese momento, la joven catalana «estaba súper perdida», se estaba dejando llevar por lo que hacía, principalmente, su entorno. Cumplía los sueños de los demás por «no ir sola» a hacer realidad los suyos. A partir de ahí, decidió tomar las riendas de su destino y hacer realmente lo que le hacía feliz. Sabía que quería viajar y aunque le daba «pánico» hacerlo en solitario hizo de tripas corazón y puso rumbo al sudeste asiático.

«Lo dejé todo, me desprendí hasta de mis pertenencias, puse mi vida en pausa y me fui de mochilera», cuenta. Un viaje que le sirvió para «romper muchísimos miedos y creencias» hasta el punto de cambiarle «literalmente la vida». A su regreso a su ciudad natal Patricia decidió hacer un retiro de meditación. Estuvo «diez días en completo silencio, sin poder leer ni escuchar nada». Esta «revolucionaria» experiencia hizo que una vez llegada la pandemia del coronavirus —al poco tiempo del recogimiento espiritual— pudiese afrontar el confinamiento con mucha más resiliencia.

Una vez levantadas las restricciones sanitarias, la joven que por aquel entonces tenía 32 años decidió dar un nuevo rumbo a su vida. Esta vez tenía claro que quería seguir su destino en automóvil. Se puso manos a la obra y comenzó a buscar un vehículo donde poder vivir. Como no acababa de encontrar uno que se ajustase a sus necesidades, apostó por comprar una furgoneta vacía. Contrató después una empresa para que se la camperizasen y desde entonces viaja y vive en la misma.

Vivir la vida como un nómada ofrece una serie de beneficios únicos que combinan la libertad de trabajar y viajar al mismo tiempo
Vivir la vida como un nómada ofrece una serie de beneficios únicos que combinan la libertad de trabajar y viajar al mismo tiempo

Patricia pasa principalmente los inviernos en el sur del país pero el resto del año está afincada en nuestra región. «Asturias es una comunidad autónoma que siempre me ha encantado. La descubrí por primera vez en 2018 y en ese momento dije: "yo algún día quiero estar aquí" porque realmente tiene de todo y el hecho de poder ir a la playa y al poco tiempo poder estar también en la montaña me tira mucho», resalta la catalana, cuya decisión de ser nómada cayó como un jarro de agua fría entre su entorno. «Me cuestionaron mucho porque rompía con lo convencional», confiesa.

El hecho de tener una furgoneta camperizada con la que recorrer el mundo es para la catalana «un sueño hecho realidad». Siendo una cría, «con siete años, decía que cuando me jubilase iba a tener una autocaravana para ir por ahí a rodar». Era algo que me llamaba mucho la atención. Me acuerdo que mi vecino tenía una autocaravana y a mi me gusta mucho. Recuerdo también que el primer viaje que hice con mi familia fue en autocaravana y esa forma de viajar me encantó», señala a sus 35 años recién cumplidos.

Su día a día en la furgoneta camperizada «no difiere mucho» de estar en una casa. La joven dedica buena parte de la jornada a gestionar su propio negocio y también a salir a pasear con sus dos gatas. «Necesitan estar al aire libre y a mi verlas corretear por ahí además me hace bien», señala antes de apuntar que el resto del tiempo lo emplea en cuidarse, sobre todo en hacer ejercicio y «otras más rutinas». Y también saca tiempo, evidentemente, para mantener en completo orden y estado la que a día de hoy es su hogar.

Patricia Pérez organiza e imparte sesiones de yoga de forma presencial u online
Patricia Pérez organiza e imparte sesiones de yoga de forma presencial u online

La parte destinada a vivienda de la furgoneta se divide en tres zonas diferenciadas. Pegada a los asientos delanteros del vehículo se ubica una pequeña mesa que es donde Patricia come y teletrabaja. El respaldo del diminuto banco del escritorio es la pared del baño, que cuenta con ducha. A continuación se encuentra la zona del dormitorio, que se compone de una mesita de escasas dimensiones y cama colocada de forma transversal, al ancho del automóvil. Y justo enfrente está la cocina, que dispone también de fregadero y nevera. «No tengo salón porque desde un primer momento ya tenía claro que la cama tenía que ser fija. No quería estar montando y desmontando porque parece que no pero el tener una cama convertible en sofá hace que pierdas mucho tiempo, porque aquí al fin y al cabo el espacio te condiciona mucho», apunta.

Para suministrar de luz y electricidad a la furgoneta, ha instalado una serie de placas solares en el techo de la misma. Sin embargo, no tiene sistema de agua caliente ni tampoco calefacción. «En su día no lo puse y es algo que echo en falta», confiesa. Es por este motivo que para darse un buen baño, dado que además tampoco tiene un depósito de agua infinito, recurre a las duchas de gimnasios o polideportivos. «Aprovecho, hago ejercicio y de paso por poco dinero ya me lavo en condiciones», asegura la joven, quien «siempre» se «las acaba apañando» para hacer frente a cualquier contratiempo.

Habitar una furgoneta ha hecho que Patricia aprendiese a relativizar, agradecer las cosas y no dar por hecho nada. «Vivir así hace que seas más resolutivo y eso incluso lo extrapolo a mi día a día, al trabajo y a las relaciones personales. Y es que realmente aprendí a estar cómoda en la incomodidad», confiesa. Aunque sea un vehículo grande, no deja de ser un espacio reducido y, por tanto, puede resultar agobiante pasarse horas y horas ahí. Además, «dependiendo un poco la forma en la que encares, esta vida nómada hace que a veces te sientas un poco solo». Es por este motivo, que la joven trata siempre de generar contactos.

«Al principio se me hacía difícil hablar con las personas porque la mayoría de la gente que encuentro o bien eran parejas y familias o hombres que estaban solos. Mujeres que estuvieran solas topaba más bien pocas», cuenta. Fue realmente a través de las redes sociales donde conoció a individuos con los que poder charlar largo y tendido, al mismo tiempo que se echaba una risas. «Muchos eran vecinos locales que eso también está muy guay», resalta. Y al igual que se las ingenió para entablar relaciones, aprendió a gestionar los miedos que le han ido surgiendo «por el hecho de ser mujer y estar viajando sola en un vehículo vivienda».

Desde hace tres años, la joven catalana vive y viaja en una furgoneta camperizada
Desde hace tres años, la joven catalana vive y viaja en una furgoneta camperizada

Tener un estilo de vida nómada también se traduce en conocer nuevos lugares. Al llevar su casa a cuestas, Patricia se suele desplazar de un punto a otro de nuestra región con bastante frecuencia. En función de la época del año, se mueve más hacia el occidente, el oriente o el centro. Durante el otoño y el invierno es más común encontrarla por Gijón y también por Salinas. «Como me gusta el surf voy viendo donde se puede entrar mejor al mar y demás», apunta. En cambio, en verano, es más frecuente verla en Castrillón o en San Juan de la Arena, aunque también aprovecha para ir a los concejos «menos explotados» turísticamente hablando.

«Huyo de la ciudad porque a mi realmente no me acaba de gustar. Prefiero estar en aquellas zonas en las que puedo estar más en contacto con la naturaleza», asegura. Los fines de semana o en períodos largos de descanso suele moverse por los diferentes concejos, «o bien voy al occidente y tiro dirección a Cantabria». Y ya cuando llegan los meses más fríos del año, la joven prefiere poner rumbo al sur de nuestro país. «El primer año viviendo en furgoneta lo pasé en Cádiz y los otros dos en Cataluña. Este que viene no sé adónde iré», cuenta.

Patricia verdaderamente se mueve de un sitio a otro en función de su lista de sueño. Mira siempre el lugar que tiene más cerca para poder cumplir algún anhelo y conduce hacia él. «Profesionalmente sí que lo tengo todo planificado porque hay cosas que si no organizas con tiempo no suceden, pero mi vida personal no me gusta que sea tan cuadriculada», asegura. Pero, esa libertad de movimiento, depende en gran medida de su capacidad económica. Y es que realmente la joven catalana, aunque muchos puedan llegar a pensar que sí, no vive del aire sino que trabaja en su propio negocio.

Así es como se mantiene económicamente

Mucho antes de embarcarse en esta aventura estuvo trabajando como profesora de pilates y otras actividades físicas en una clínica de fisioterapia. Con el tiempo se adentró en el mundo del yoga pero no fue hasta la pandemia del coronavirus cuando empezó a impartir clases de esta disciplina holística a través de sesiones online. Dada la buena acogida, en el momento que se levantaron las restricciones sanitarias, comenzó a organizar retiros espirituales. A día de hoy, además de acercar a la sociedad la filosofía yogui, planifica viajes en los que el yoga, el autoconocimiento y los deportes en contacto con la naturaleza copan todo el protagonismo.

De la revolución personal nació su emprendimiento. Patricia fundó Holistic Yoga, una empresa a través de la cual acerca la filosofía yogui a la sociedad
De la revolución personal nació su emprendimiento. Patricia fundó Holistic Yoga, una empresa a través de la cual acerca la filosofía yogui a la sociedad

Es de esta manera, a través del yoga, como Patricia se gana la vida y disfruta al mismo tiempo de la misma de manera nómada. «Si en parte me puedo permitir esto es porque no estoy pagando ni una letra ni luz ni agua. Tampoco tengo gastos de alquiler», asegura antes de señalar que además gestiona al máximo todos los recursos. «Compro en función de lo que necesito. Hasta que no termino todos los productos que tengo en la despensa no voy al súper porque además realmente no tengo tanto espacio. De esta manera, los alimentos no se me ponen malos porque como siempre todo lo que tengo y, por tanto, el nivel de desperdicio alimentario es prácticamente cero».

De igual modo, el hecho de tener pocas cosas hace que Patricia tampoco tenga que invertir económicamente en mantenerlas, repararlas o «lo que sea». «Todo lo que tengo a nivel material lo tengo en la furgo. No tengo nada en casa de mis padres ni guardado en un trastero. A mi eso al final me ha dado una libertad muy grande porque ni tengo que ocuparme ni preocuparme de nada que no esté en la furgoneta. Y es que al final cuando tenemos exceso de cosas no solo perdemos tiempo y energía sino también dinero», dice. Se podría, por tanto, decir que la joven es a sus 35 años autosuficiente o por lo menos así se siente, asegura. Eso para ella es también «muy gratificante».

Si hablamos de futuro, la catalana no duda en asegurar que seguirá viviendo en una furgoneta. «Este estilo de vida me ha dado mucho», confiesa. Como en este tiempo se ha dado cuenta realmente de sus necesidades, planea ya comprar un vehículo más grande donde poder vivir. «Quiero algo más espacioso y con una distribución diferente. En este caso sí que me gustaría camperizarla a mi porque quiero tener una mayor comodidad dado que este estilo de vida a estar siempre presente en mi vida», afirma.

Desea además tener una vivienda con un gran jardín donde poder dar sus clases de yoga. «Para mi eso es también ser libre, el poder decidir donde quiero estar. Al final lo importante es encontrar la forma de vivir que más se alinea con el momento vital en el que nos encontramos», manifiesta, mientras planea su próximo viaje: un recorrido por Europa. «Es otro sueño que me queda por cumplir de cuando era niña», asegura Patricia, quien seguirá viviendo con su casa a cuestas hasta encontrar el sitio idóneo donde quiera pasar el resto de su vida. Por el momento, Asturias es ya su hogar.

¿Qué consejo daría a aquella persona que quiere también vivir en una furgoneta pero no se atreve todavía a dar el paso? Lo primero de todo es que prueben a vivir así. Que hagan viajes y tengan experiencias para saber cómo es este estilo de vida. Luego que creen un miniplan para soltar y deshacerse de las cosas, aunque es verdad que eso depende de lo que cada uno quiera. También es importante ver si ese plan económico va a sostener tu vida en una furgoneta. Después ya toca lanzarse a vivir así, que es donde te das cuenta de las necesidades reales y de las limitaciones que nos auto imponemos, aquí los miedos se disipan.