El oso ya comparte enfermedades con humanos y animales: los efectos de su acercamiento a núcleos habitados
ASTURIAS

Dos estudios recientes advierten de que es el escenario «idóneo» para que aparezcan y se propaguen patógenos que podrían comprometer la supervivencia de la especie en la cordillera Cantábrica
29 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El incremento de la población de oso pardo en la cordillera Cantábrica ha llevado a estos animales a adentrarse en núcleos rurales, en zonas habitadas por el hombre, con el consiguiente aumento de episodios en los que interaccionan con personas y animales domésticos. Los efectos de ese acercamiento preocupan a los científicos por ser un escenario «idóneo» para la aparición y la propagación de patógenos que podrían «comprometer» la supervivencia de la población osera.
Así lo ponen de manifiesto dos investigaciones recientemente publicadas, en las que han participado varias universidades —como la de Oviedo, León y la Complutense de Madrid— e institutos de investigación, las administraciones asturiana y leonesa y la Fundación Oso de de Asturias. Dos de las investigadoras, Ana Balseiro y Gloria Herrero García, profesora titular y estudiante predoctoral del Departamento de Sanidad Animal de la Universidad de León, resumen en un artículo en The Conversation las principales conclusiones de estos estudios que, por un lado, analizan las causas de mortalidad en medio centenar de osos encontrados muertos entre 1998 y 2023 y, por otro, aprovechan distintas muestras no invasivas para detectar en Asturias la presencia de parásitos, bacterias y virus compartidos entre fauna silvestre, animales domésticos y humanos.

En el primer estudio que analizaba las causas de mortalidad, según explican las investigadoras, se encontró que el 40% de los animales muertos presentaba algún tipo de enfermedad infecciosa bacteriana o vírica. En algunos casos era la causa primaria de muerte y en otros se había desarrollado de forma secundaria a traumas de diferente origen como disparos, lazos o peleas. Entre las enfermedades bacterianas destacaron dos, la clostridiosis y la colibacilosis, que se observan frecuentemente en ganado bovino, ovino y caprino.
Además, desde 2014 cuatro de los osos estudiados murieron por moquillo —siendo la primera vez que se relacionaba con la muerte de un oso pardo silvestre a nivel mundial— y hepatitis infecciosa vírica canina, otras dos enfermedades de origen vírico que son también frecuentes en carnívoros silvestres y domésticos, «incluyendo los perros no vacunados». El moquillo, según destacan, ya se había diagnosticado en 2020 en Asturias en muertes de otras especies silvestres que conviven con el oso pardo como los tejones, las martas o los zorros.
Los resultados del segundo estudio también revelaron la presencia de adenovirus canino de tipo 1 —responsable de la hepatitis infecciosa vírica canina— en el 45% de las muestras de heces de osos analizadas y, en menor medida, otros patógenos que afectan a humanos y animales domésticos. Aunque ninguno de ellos, salvo el adenovirus canino, representa un problema de salud para los osos, las investigadoras sí destacan que «el aumento actual de la población de osos pardos junto con su expansión territorial en paisajes modificados por el hombre sin duda traerá una mayor exposición de los osos a patógenos compartidos en la interfaz, algunos de los cuales podrían ser potencialmente perjudiciales para ellos».
Acercamientos cada vez más frecuentes
Las investigadoras explican en este sentido que ambos estudios dejan claro que la población de oso pardo se está enfrenta a nuevos retos sanitarios: «La acción directa e intencionada del hombre (furtivismo) ha dejado de ser relevante como causa de muerte. Sin embargo, la ocupación del espacio silvestre por el hombre y el acercamiento del oso a núcleos rurales (con avistamientos cada vez más frecuentes, por ejemplo, en busca de alimento) hacen que el contacto indirecto con el hombre y sus animales domésticos, así como con los patógenos que portan, se prevea cada vez más frecuente».
Ante ello, consideran que investigaciones como las realizadas para analizar las necropsias y muestras no invasivas, así como la colaboración entre instituciones, son muy útiles para vigilar cómo evolucionan esas infecciones y para detectar las que puedan aparecen en un futuro.