Alberto Coto, la calculadora humana que se enganchó a las matemáticas con el tute: «La clave es jugar con los números»

ASTURIAS

Alberto Coto García, campeón mundial y récord Guinness en varias categorías de cálculo mental
Alberto Coto García, campeón mundial y récord Guinness en varias categorías de cálculo mental

Es campeón mundial y atesora récord Guinness en varias categorías de cálculo mental: «Tenemos que ver la matemática como algo que puedes tocar, algo útil; si el primer contacto es una pizarra, fórmulas abstractas y pasar un examen, a quién vamos con eso»

24 mar 2024 . Actualizado a las 12:49 h.

Alberto Coto García (Lada, Langreo, 1970) es uno de los calculistas más grandes de la historia, y tiene en su haber un puñado de récord Guinness, entre ellos el de la suma de 100 dígitos, que tiene establecido en 17,04 segundos, o el de multiplicar dos números de ocho cifras en 47,66 segundos. Disputó los cuatro torneos mundiales de cálculo mental y consiguió nueve medallas de oro, dos de plata y tres de bronce. Da conferencias por todo el mundo y ha escrito varios libros de éxito. Tiene la admiración del mundo y también la de sus vecinos. Tras una recogida popular de firmas, la calle donde nació lleva desde 2020 su nombre: Calle Alberto Coto García.

—Siempre dice que lo suyo es genética pero también disfrute. Que empezó a calcular porque le gustaba y disfrutaba mucho con ello. 

—Totalmente. A medida que pasa el tiempo tengo cada vez más claro que es más importante la actitud que la aptitud. Que hay aptitud, por supuesto hay una base innata. Como diría Faulkner, 99% innato, 99% trabajo (risas). Lo primero es que te guste. Mi trabajo me encanta, me encanta estar en contacto con estudiantes, yo creo que para todo en la vida es fundamental.

—¿Por qué nos asustan tanto las matemáticas y los números a determinado tipo de gente? ¿Cree que hay un error en como nos lo plantearon de críos? 

—Lo tengo clarísimo. Obviamente, siempre va a haber gente a la que le guste más que a otra, no todos somos iguales, hay gente con más facilidad que otra. Pero también estoy seguro de que esa gente que reniega de las matemáticas de adulta tendría bastante más potencialidad de la que cree hacia la materia. ¿Qué sucede? Bajo mi punto de vista, la matemática es abstracta pero es muy amplia, es muy distinta la matemática que se pueda aplicar, por ejemplo, en topología que la que se aplica en la economía. No tiene nada que ver. La clave es que se intente, cuando es niño, jugar con los números. Que se vea la matemática como algo que puedes tocar, algo útil, porque si el primer contacto que tienes con la palabra matemáticas es una pizarra, fórmulas matemáticas abstractas y encima tener que pasar un examen, a quién vamos con eso. 

—Usted tuvo la suerte de empezar con las cartas

—Sí. Mi padre me enseñó a jugar al tute. Es muy numérico, hay un numerito en cada carta, al final cuentas los puntos. Si entras en esa dinámica en la que te estás divirtiendo, estás jugando, es todo mucho más fácil. Lo ves como un juego y puedes interpretar los números como juguetes. 

—Yo soy de letras, no se me dan bien los números. ¿Qué le parece esa separación entre ciencias y letras?

—No creo en ella. Me gusta mucho una visión renacentista de la vida. Creo que hay que saber de algo mucho y de mucho un poco. No soy partidario de alguien que te diga: yo soy de ciencias y no sé cuál es la capital de Italia. Y lo mismo alguien que no sabe sumar cuatro más tres y dice yo soy de letras.

—Quizá es que nos lo inculcaron a todos desde niños y nos lo creímos.

—Claro. No se puede poner etiquetas rápidamente. El tema es muy amplio pero se resumiría en esto: tienes que hacerles ver ya desde pequeños que se puede jugar con los números, que no son cocos. Yo jugaba con las cartas, con el parchís, con la clasificación del fútbol. Todo en esta vida es una cuestión e probabilidad. Si hacemos que ya desde pequeños se juegue con los números la probabilidad de que esa persona no reniegue luego de las matemáticas va ser mucho más alta.

Alberto Coto García, campeón mundial y récord Guinness en varias categorías de cálculo mental
Alberto Coto García, campeón mundial y récord Guinness en varias categorías de cálculo mental

—¿Y qué podemos hacer de mayores? Si abandonaste las matemáticas de muy niño, ¿puedes hacer algo o es muy complicado?

—Parte todo de las ganas. Hay algo que tenemos ahora mismo que es una cierta experiencia. Eso es mucho. Yo corro maratones, ahora voy a correr uno y sé que no voy a hacer la misma marca que hacía antes. Lo tengo clarísimo. Pero me adapto. Corro de otra manera. Terminar es un triunfo, disfruto más, no llevo ni reloj. Eso sirve para todo. Es tener gana. Que tu neurona está un poco más lenta puede ser pero también ganaste en experiencia. Es una cuestión de querer y, bajo mi punto de vista, de cero excusas. Para mí, querer es poder.

—Antes hablaba de que la matemática es útil, pero quizá estemos perdiendo la idea de que las matemáticas sirven para ejercitar el cerebro, del mismo modo que el deporte sirve a desarrollar el cuerpo, que la matemática puede ser buena en sí misma y no hay que buscar más allá de la propia matemática. ¿Está de acuerdo?

—Al cien por cien. De hecho me pasa muchas veces. Hace unos meses hubo una polémica en el ámbito político con las raíces cuadradas, de gente que decía que no sirven para nada, que es absurdo hacerlas. Son muy útiles si vas a ser ingeniero. ¿Hacerlas mentalmente es útil? Bueno, teóricamente no. No es práctico. Pero detrás de una raíz cuadrada hay un ejercicio mental enorme. Para hacerlas tienes suma, resta, multiplicación y división. Es una prueba supercompleta. Hay una parte muy utilitarista, que dice que si no me sirve para algo concreto y específico ya no tiene valor. Y, sin embargo, es un ejercicio mental muy bueno.

—Hay quien dice que estar acostumbrado a pensar matemáticamente ayuda mucho a pensar en las cosas de la vida, a resolver problemas en el día a día y tomar buenas decisiones. ¿A usted le pasa?

—Sin duda, podría poner infinidad de ejemplos en los que puedo tomar una cierta ventaja porque lo estoy calculando o valorando. Voy a poner unos pocos muy rápido. El primero: ¿Por qué no fumo? Porque si hubiese empezado a fumar en el instituto a los 16 años, con un paquete al día solamente ahora llevaría fumados 260.000 cigarrillos. ¿Qué quiero decir con esto? Que aprecio el valor de la constancia; sé que un poco cada día se convierte en un número muy grande y sé la importancia y la trascendencia que tiene para todo porque lo veo desde un punto de vista numérico. Otro ejemplo. Yo viajo mucho, y recuerdo un viaje horrible que tuve en un avión entre Buenos Aires y Lima con mucha turbulencia. Parecía que el avión se desarmaba. Yo automáticamente pongo el dispositivo matemático. Aeropuerto internacional Ezeiza de Buenos Aires, cada dos o tres minutos sale un avión. Hago el cálculo extrapolando, cuántos salen al cabo del día, al cabo del mes, al cabo del año, cuántos se caen. Automáticamente veo la seguridad que hay en los aviones, que es espectacular, que es el transporte más seguro. Y luego pienso en cuántos aviones se han caído por turbulencias, que están diseñados para ellas. Entonces te relajas. Estás pasándolo mal, hay turbulencias pero el avión no se cae. Yo creo que no hay que ser matemático para que te gusten las matemáticas o las valores. Todo el mundo debería ser un poco matemático, tener cierto pensamiento lógico, racional.

—Vayamos a sus inicios. ¿Cuándo se dio cuenta de que los números se le daban muy bien y que podía hacer algo con esa virtud? ¿Tuvo algún momento especial?

—Sí. Yo era muy tímido en la escuela y en el instituto. Lo llevé con un perfil muy bajo. En casa se veía que hacía cálculo rápido, pero en casa todos calculan bastante rápido, no como yo pero bastante rápido. Entonces, el pensamiento que tenía era: se ve que calculo muy rápido pero habrá mucha gente que lo haga más rápido. Por eso no hacía nunca alarde. Era una cuestión también de mi forma de ser introvertida. El punto de inflexión fue cuando vi a un concursante en Qué apostamos, en Televisión Española. Hace una prueba, gana el primer premio, tres millones de pesetas. Era de multiplicaciones y yo me dije: «sé cómo lo hace». Me puse con ello y en tres días lo hacía en la tercera parte de tiempo que él lo hacía. A partir de ahí me dije: ¿qué pasa aquí?. Escribí al programa, saqué un libro de la biblioteca de La Felguera sobre cálculo matemático y vi que en la bibliografía había uno que se llamaba The great mental calculators. Recuerdo que fui a la librería Cervantes y pedí el libro. Ahí vi los datos y vi que podía batir récords, incluso Guinness. A partir de ahí concursé en Qué apostamos, gané el primer premio en 1998, y en 1999 conseguí el Guinness de suma de 100 dígitos. 

—¿Cuál es su récord favorito?

—El que más me gusta es el de suma de 100 dígitos, que lo tengo homologado en 17,04 segundos, seis dígitos por segundo. Dentro del cálculo mental sumar es la prueba más limpia, porque no hay mnemotecnia. Es cálculo puro y duro. Sumar rápido sin más. 

—¿Para tener la mente fresca se cuidará, ¿verdad?

—Sí. Soy muy autodisciplinado. Tengo mi patrón, mi rutina diaria y procuro cumplirla. Y dentro de mi forma de ser tengo una base muy estoica. Por ejemplo, con lo de correr, que se puede extrapolar a todo. Si estoy preparando una carrera, son seis días a la semana. No se negocia. Llueva o truene. A veces tienes que cambiar la hora y adaptarte a las circunstancias pero no se negocia. Hay que salir siempre a correr. Y tengo una visión muy clara en este sentido: cuida de tu cerebro porque es tu cerebro el que te va a cuidar a ti.

—¿Y mezcla? ¿Calcula mientras corre?

—Sí. Cuando estoy corriendo, hago de todo. En los últimos años corro sin reloj, sin música, por una sensación de libertad. Mi pensamiento va absolutamente libre. Puedo hacer cálculos, porque mi cabeza es muy numérica o puedo pensar en escribir sobre esto, leer sobre lo otro, organizo la agenda. Tengo el pensamiento totalmente libre. 

—Últimamente está muy volcado en transmitir a los jóvenes que se pueden hacer muchas cosas sin necesidad de ser un fenómeno como usted.

—Sí. Yo tengo una plataforma desde hace dos años en internet, con estudiantes de todo el mundo, y esa es mi filosofía. Dentro de la plataforma hay campeonatos y torneos para los más rápidos, pero hay una clasificación que es la más importante: la de la constancia. Es aquel crío que está con las tablas de multiplicar, que empezó con cuatro en un minuto, que no se las sabía, y en cinco meses ha multiplicado por seis la velocidad. Sigue sin ser de los más rápidos, pero es un crack. Volviendo a los maratones. Yo me pongo en la parte de atrás y, para mí, el que termina el maratón en seis horas es un crack. Desde mi punto de vista, la persona que se esfuerza, que progresa y que mejora es un campeón. Así se lo digo a los críos. A lo mejor hay quien se le da mejor el dibujo, la música, lo que sea, y no se le dan tan bien los números. No todos somos iguales, menudo aburrimiento si lo fuéramos. Pero que se vea que se esfuerza y que mejora un poquitín. Ya está. Eso es un campeón.

—¿Cómo es en su día a día? ¿Tiene buena memoria?

—Yo tengo una memoria selectiva, soy bueno para memorizar unas cosas y otras no tanto. Depende la utilidad que le des a tu memoria. Por ejemplo, yo conocí a un tipo en Estambul que había memorizado 40.000 decimales de pi, y luego está en su mundo. Dices, ¿y eso para qué? Ahora bien, cuando desarrollas una habilidad o estás en un ambiente de Guinness, tienes cierta tendencia a la terquedad. No es que sea obsesivo compulsivo pero sí que cuando se me mete algo en la cabeza, le doy vueltas y vueltas y cuesta sacármelo.

—¿Le roban atención las matemáticas o se conduce bien en la vida cotidiana?

—Yo soy muy disciplinado. Por ejemplo, yo salgo de casa y como no tenga claro que apagué el fogón de la cocina, tengo que dar la vuelta. ¿Qué es lo que hago para luchar contra eso? Fijar mucho la atención. El momento en el que apago el fogón o guardo la llave o cualquier otra de esas cosas, me dijo a mí mismo: fíjate y acuérdate de que lo estás haciendo. Es la forma de que no se te olvide. Es una cuestión de atención más que de memoria.

A la izquierda, Alberto Coto García, campeón mundial y récord Guinness en varias categorías de cálculo mental
A la izquierda, Alberto Coto García, campeón mundial y récord Guinness en varias categorías de cálculo mental

—¿Tiene algún reto en el horizonte?

—Ahora mismo estoy trabajando a tope en la plataforma, que está en todo el mundo. Tenemos continuamente torneos, tengo gira en México en abril, y a primeros de mayo voy a Estambul, y de ahí a El Cairo. Estoy continuamente viajando y es lo que me ocupa la cabeza. Lo que tiene este trabajo es que lo asocio a todo mi contexto vital. Cuando viajo aprovecho para conocer sitios, y también para correr maratones. 

—¿Nunca se cansa de calcular? ¿Nunca se dice voy a darme un descanso?

—No, porque para mí es muy natural. Lo que decían de Lehonard Euler, que para él calcular era como para un águila volar. Mi mentes es muy numérica y pensar con números es muy natural.