Rocío Huerta, 20 años al volante: «El comentario típico de las ruedas no hay camionera que no lo haya oído»

ASTURIAS

Rocío Huerta, camionera asturiana
Rocío Huerta, camionera asturiana

El paso de conducir autobuses a camiones no fue fácil. Encontró muchas negativas y le cerraron puertas porque algunas empresas le decían que no querían mujeres. A día de hoy tiene una larga experiencia y lamenta que haya tenido que «trabajar más y quejarme menos» para ganarse la aceptación de sus compañeros de profesión

30 abr 2024 . Actualizado a las 17:23 h.

Rocío Huerta tiene 45 años, todos los permisos de conducción por carretera que existe y lleva casi la mitad de su vida al volante, comenzando por los autobueses. Nunca dejó de perseguir su meta de ser camionera, a pesar de que la carretera, el transporte de mercancías y la conducción son mundos que se asocian a los hombres. Sentencia que desde que empezó hasta hoy no mejoró mucho la situación y tiene claro que «una mujer novata lo tenía más difícil que un hombre novato y costaba mucho más que te den una oportunidad».

Nació en La Llobera, un pueblo pequeño en el concejo de Pola de Siero, y desde allí se trasladaba andando muchos kilómetros a todas partes. Cuando tenía 16 años decidió que ella iba a sacarse el carné en cuanto pudiese, y así fue porque «fue lo primero que hice con 18 años y estando embarazada de una niña». Ahí descubrió que conducir le encantaba y viajar aún más: «A mi me decían "hay que ir a Valencia, pues se va, hay que ir a Italia, pues a Italia"».

El traspaso de autobuses a camiones no fue fácil, encontró muchas negativas y le cerraron muchas puertas. No era por novata, de eso está segura, era por no ser un hombre: «Muchas empresas asturianas me decían que no querían mujeres». Y así fue hasta que una empresa le dio una oportunidad, y ahora, a sus 45 años, lleva 20 dedicados a la conducción. Pero su trayectoria no fue una carretera de rosas. Mirando hacia atrás recuerda que tuvo que demostrar más para llegar al mismo puesto que un hombre.

Rocío afirma que sabe que está «en un mundo muy cerrado». A pesar de conocer dónde se metía y saber los frenos que iban a intentar ponerle en el camino, no paró. Con esfuerzo, con insistencia y aceptando que iba a tener que demostrar constantemente que siendo mujer era igual de válida que sus compañeros, algo que ella prefiere llamar «cabezonería pura», a día de hoy tiene una larga experiencia profesional.

Rocío Huerta de viaje con su camión
Rocío Huerta de viaje con su camión

A lo largo de su vida cubrió durante 5 años rutas internacionales a Francia o Alemania para abastecer a una empresa de Trubia, y para lo mismo viajaba a Milán. También transportó, al igual que sus compañeros, mercancías peligrosas como gas, naftalina líquida, betún, alquitrán o gasolina.

Una vez demostradas sus aptitudes y capacidadades para trabajar en el transporte, asegura que los demás «te acogen y tratan como a una más». Sin embargo, no niega que le provocasen un sentimiento de inferioridad: «Siempre tuve la sensación de que tenía que esforzarme más, quejarme menos, porque quejarse es muy de mujeres, y no ser igual, sino mejor que ellos, para que te respeten como camionera».

Por el camino tampoco echó en falta comentarios que cuestionasen su vocación, a pesar de que siempre contó con el apoyo de su círculo, «para ellos es algo lógico, aunque en mi familia no haya más camioneros y yo sea la única». Sin embargo, menciona que su abuela temía por ella y le advertía que tuviese «cuidado por la carretera yendo sola». 

No olvida una ocasión en la que «un típico paisano» se enteró de que es camionera y cuestionando sus capacidades le espetó «y si pinchas una rueda, ¿que haces?». Rocío no dudó y le contestó: «voy a hacer lo mismo que tú, cambiarla». Y explica, por si el señor que vaciló con su profesión no lo sabía, que «lo primero, tenemos prohibido cambiar ruedas en autopista, y lo segundo, existen máquinas que quitan los tornillos sin necesidad de fuerza».

En ese momento dudaron de los conocimientos y la fuerza de Rocío, una vez más, por ser mujer, y respecto a esa anécdota, bromea asegurando que «el comentario típico de las ruedas no hay camionera que no lo haya oído en su vida».

Hace dos años la empresa en la que trabajaba cerró y se quedó en paro, en ese momento los volantes cambiaron de rumbo y una vez hubo demostrado durante más de una década su profesionalidad y competencia, se encontró con que «entonces si llamaban, pero al principio nadie». Su comienzo con el transporte de mercancías tardó en darse, aún teniendo los permisos y carnés necesarios nadie le prestaba su camión, recalca que llamó «a muchas empresas asturianas y no daban la oportunidad».

A los 26 años, en 2004, y teniendo dos hijos de 3 y 8 años, no desistió y siguió pitando «muchas, pero que muchas veces a las empresas de transporte y a partir de ahí conseguí hacer lo que me gusta». Hoy tiene 20 años de experiencia conduciendo y sigue sintiendo pasión por su profesión, aunque lamenta que en España aún sean pocas las que llegan profesionalmente a un camión.