Beatriz Fernández Carrera, psicóloga experta en TDAH: «En todas las aulas hay entre 1 y 3 casos de TDAH o TDA»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Beatriz Fernández Carrera, psicóloga experta en TDAH
Beatriz Fernández Carrera, psicóloga experta en TDAH

La psicoterapeuta considera que en los centros escolares hacen falta más maestros especialistas para que los alumnos con necesidades educativas especiales puedan recibir el apoyo adecuado

10 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay estudios que indican que los casos de Trastornos por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se han multiplicado por 30 en los últimos años en España. Cada vez hay más niños diagnosticados y cada vez se diagnostican más pronto. Beatriz Fernández Carrera, psicóloga experta en TDAH que presta sus servicios en el centro psicológico Alameda y en ANHIPA (Asociación de Niños Hiperactivos de Asturias) apunta que, efectivamente, en Asturias «cada vez se identifican más casos» de TDAH o TDA y que, de hecho, «en todas las aulas hay entre 1 y 3 casos». En la entrevista concedida a La Voz de Asturias por la psicoterapeuta, licenciada por la Universidad de Oviedo, que lleva 22 años ejerciendo la psicología en Asturias, la misma explica que aunque la situación en la región ha cambiado mucho con respecto a hace 20 años y hay recursos y apoyos para las personas con TDAH, esos recursos siguen siendo «insuficientes» para un buen abordaje del trastorno entre familias, profesores y especialistas cuya colaboración, destaca «es muy importante que sea estrecha». En el ámbito educativo, por ejemplo, considera que hacen falta más maestros especialistas en PT (pedagogía terapéutica) y AL (audición y lenguaje) para que los alumnos con necesidades educativas especiales puedan recibir los apoyos correspondientes.

—Por dejar los conceptos claros, defina el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.

-—Algo que me gustaría recalcar es que el TDAH no es una enfermedad. Es un trastorno del neurodesarrollo. Trastorno y enfermedad son entidades diferentes. En este trastorno, ciertas áreas del cerebro funcionan de forma «deficitaria» (de ahí la palabra «déficit») generando una serie de manifestaciones características, que es lo que llamaríamos «síntomas»: una dificultad persistente en el tiempo y a lo largo del desarrollo para regular la atención, los impulsos y el movimiento. Y que a pesar de los intentos continuados por mejorar o cambiar esa dificultad, esto no sucede. La consistencia en el tiempo es un criterio. Podría decirse que el TDAH es un trastorno de la regulación, función muy vinculada al desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro. A medida que estas funciones maduran, los niños, adolescentes y los futuros adultos van siendo capaces de inhibir impulsos, inhibir conductas, dirigir, enfocar y mantener su atención sobre algo «interese o no interese, motive o no» y van siendo capaces de llevar a cabo acciones de organización, planificación, flexibilización, anticipación de consecuencias, gestión de la memoria de trabajo… entre otras muchas acciones. Sin embargo, en las personas con TDAH, esta maduración no sucede al mismo nivel, evidenciando carencias en el funcionamiento de estas áreas. He de remarcar también que no tiene que ver con el nivel intelectual (una persona con TDAH puede tener una inteligencia normal, alta o baja, como cualquier otra persona) pero sí que tener TDAH puede condicionar e interferir en el óptimo desempeño de la inteligencia.

—¿Por qué?

—Porque la condición TDAH entorpece la buena puesta en marcha del potencial intelectual, así como de otras aptitudes. Tener TDAH condiciona, en mayor o menor medida, el desarrollo del niño y adolescente, y va a afectar también a su entorno (familias, profesores…). De ahí que sea tan importante conocerlo y saberlo manejar y educar, para minimizar el impacto en el desarrollo de ese niño.

—¿Qué señales pueden alertar de que un niño puede tener TDAH?

—Depende de si se trata de un TDAH combinado o un TDA (Trastorno por Déficit de Atención sin hiperactividad). En el TDAH combinado van a aparecer signos de mayores dificultades para regular el movimiento, la inquietud y los impulsos, así como la atención, aunque en estos casos, lo conductual suele ser tan llamativo que a veces no se ve la dificultad atencional (queda tapada, y empieza a ser vista más adelante). En el caso del TDA, suelen ser niños, y sobretodo niñas, más tranquilos y tranquilas, que apenas muestran signos externalizantes (problemas de conducta, impulsividad, mayores niveles de inquietud motora…), pero suelen funcionar más lentamente, sus tiempos de reacción son más tardíos y su atención se dispersa y se desregula con facilidad. Al ser tranquilos, pueden estar en clase o en casa sentados, aparentemente atentos, pero su atención puede estar en otro sitio, pensando en diversas cosas (un pensamiento les lleva a otro, y a otro, y a otro…). También les cuesta mucho concentrarse, necesitando mucho tiempo para estudiar. Tanto para ponerse como para mantenerse. Ambos subtipos, TDAH y TDA, comparten el tema de la dificultad reguladora de la atención, aunque en el subtipo hiperactivo e impulsivo quede más tapada, también está presente.

-¿A partir de qué edad suele diagnosticarse?

—Puede diagnosticarse a partir de los 6 años. Aunque antes de esa edad, ya suele haber signos, pero hay que esperar a que sobrepase la barrera de los 6 años, para dar tiempo a que aparezcan los primeros signos de una primera fase de maduración de la corteza prefrontal. A esta edad un niño ya puede atender por espacios de tiempo algo mayores, pueden seguir instrucciones de manera más ordenada, empiezan a poder regular algo más su cuerpo (movimiento, impulsos…). Pero los niños con TDAH  muestran un mayor nivel de inquietud (más inquieto de lo que habitualmente son los niños pequeños) combinado con dificultades para ‘parar’ o inhibir (impulsos, habla, movimientos…), con dificultades para seguir órdenes o instrucciones (se las salta, se precipita a hacer ‘antes de’), parece que no escucha y hay que estar detrás de él, repitiéndole muchas veces las cosas, cada día es como volver a empezar con lo que ‘se hace todos los días y ya deberían saber’, sostienen peor la atención, se dispersan, se distraen, quieren acabar rápido, les aburre o frustra tener que hacer tareas que impliquen fijarse mucho, ir despacio, ir paso por paso, no planifican, sus trabajos tienen fallos por no tener cuidado, faltan cosas, contestan cosas diferentes a las que se les ha preguntado, ofrecen respuestas escuetas, poco elaboradas, hay conductas de desorden, poca planificación y organización, impulsividad, problemas sociales (no encajar muy bien en el grupo por la impulsividad, por interrumpir, por acaparar o mandar mucho, por no seguir las reglas de los juegos, por querer cambiar de juego rápidamente porque se aburren o porque tienen que seguir las reglas de otros,…). Todas estas características los predisponen a que sean más reñidos y corregidos que el resto de los niños, desarrollando en muchos casos, problemas de conducta, sobretodo conducta oposicionista y desafiante. Cualquiera de los dos subtipos, TDAH y TDA, suelen tener también dificultades para aprender y estudiar, y muchos de ellos empiezan a suspender, a pesar de pasarse largas horas de estudio y de deberes. Invierten muchas horas de trabajo para el rendimiento que obtienen. Pero como ya señalé anteriormente, no suele ser por un problema de inteligencia o capacidad, si no por un problema de puesta en marcha de lo que se ha aprendido (ejecutarlo, de ahí lo de las funciones ejecutivas).

El TDAH continua a lo largo de la vida

-—Cuál es la situación actual del TDAH en Asturias?

—La situación actual ha cambiado con respecto a hace 20 años, eso está claro. Cada vez hay más conocimiento y concienciación sobre el tema, gracias a la enorme labor que ha venido haciendo la asociación ANHIPA y los profesionales que colaboramos con ella, dando visibilidad, dando formación a profesores, orientadores, familias, pidiendo ayudas subvencionadas para poder financiar sus actividades (junto a lo que aportan los socios) y ofrecer las diversas actividades a las personas con tdah y a sus familias. Al conocerse más, se pueden identificar más casos, de ahí que haya aumentado el número de casos. La frecuencia es alta, en todas las aulas hay entre 1-3 casos con TDAH o TDA. Y hay que tener en cuenta que el TDAH, en un gran número de casos, continua a lo largo de la vida, de ahí que sea tan importante el saberlo identificar a tiempo y aprender a educarlo, porque estos niños y adolescentes serán futuros adultos, también con TDAH, cuyas dificultades van a interferirles en sus trabajos y en sus relaciones interpersonales. Respecto a los adultos, he de señalar que estamos identificando más casos que hace 10 años, por ejemplo. El adulto es el gran olvidado en el TDAH, pero también existe.

—¿Existen recursos y apoyos suficientes en nuestra comunidad para las personas con TDAH en la región?

—Existen sí, pero siguen siendo insuficientes. Tanto a nivel económico (becas u otras ayudas) como de recursos humanos. Por ejemplo, en los centros escolares harían falta más maestros especialistas en PT (pedagogía terapéutica) y AL (audición y lenguaje), para que todos los alumnos con necesidades educativas especiales pudieran recibir sus ayudas y apoyos correspondientes, pero siguen siendo insuficientes. No se llega a todo el alumnado con diversidad. Al final, los apoyos recaen en su mayoría, en el profesorado, realizando las adaptaciones metodológicas en el aula. Pero hay que entender que los profesores están sobrecargados de tareas y funciones, en una misma aula hay más alumnado con otras necesidades, y se les deberían ofrecer más apoyos y refuerzos de recursos humanos, y bajar las ratios por aula, para que puedan llegar mejor a los alumnos. A nivel regional, sigue siendo la asociación ANHIPA la que mayores recursos y apoyos ofrece a los asturianos. Pero sus recursos, tanto humanos como económicos, también son limitados.

Desafíos de la personas con TDAH

—¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan las personas con TDAH?

—Enfrentan varios y variados. Desde la incredulidad sobre la existencia del TDAH de algunas personas e incluso profesionales, hasta las propias características del TDAH en ellos mismos. Lo primero, hace que se sientan perdidos, desconfiados, frustrados, incomprendidos y lo que es peor, que les de vergüenza hablar de ello y buscar ayuda. Suelen sentirse señalados, como si fueran unos estafadores o fingidores de ‘aquello de lo que les pasa’. Lo mismo si se trata de unos padres que, agotados y desesperados por la situación en casa y en el colegio, reciben este tipo de respuesta. En el caso de los niños, el hecho de que sus adultos de referencia (padres y demás educadores) no comprendan o conozcan cómo funciona el TDAH, aumenta la probabilidad de que sean juzgados erróneamente, etiquetados en negativo, más castigados, menos comprendidos, que escuchen más verbalizaciones negativas sobre su persona, que sus relaciones se vean perjudicadas… y con todo que la construcción de su autoestima y autoconcepto quede bastante dañada. Sería el equivalente a crecer con trauma relacional. Lo segundo, el hecho de convivir día a día y funcionar con un TDAH es un desafío en sí mismo, muchas veces. Desde el estudiante que ha de enfrentar horas y horas de estudio (más que sus amigos) para poder rendir igual, ya que en esas horas sentado delante de sus tareas el tiempo se le pasa entre estudiar de forma efectiva, y tardar mucho para ponerse a estudiar, lograr concentrarse y distraerse muchas veces. Y añadimos también el ser capaz de organizar y planificar de manera efectiva lo que tiene que estudiar. El desafío de la memoria de trabajo, que les dificulta el operar con varios datos a la vez, así que se lían y mezclan datos u olvidan instrucciones o los pasos de un procedimiento, y eso da lugar a más fallos. La impulsividad, y las meteduras de pata que conlleva: hablar a destiempo, interrumpir, no callar, precipitarse a actuar, no medir las consecuencias de sus actos, no pensar antes de hacer, tener más discusiones… La dificultad para ponerse en marcha e ir a hacer lo que tiene que hacer, sabiendo que lo tiene que hacer pero no es capaz de ir a hacerlo, y por el camino se dispersa con otras cosas ‘irrelevantes’. La dificultad para el buen manejo del tiempo, los olvidos, el tener que pedir que les repitan las instrucciones de lo que tenían que hacer… Son sólo algunos de los ejemplos, pero hay muchos más.

—¿Qué servicios y tratamientos están disponibles para las personas con TDAH en Asturias?

—A nivel privado, somos varios los profesionales que estamos ampliamente formados en este tema, nos respaldan décadas de experiencia, e intentamos dar una cobertura más profunda y más ágil, allí donde no llega el ámbito público. Por ejemplo, en el centro Alameda, somos varios psicólogos expertos en ello, no solo yo. En el ámbito público, hay una red de profesionales que también son buenos conocedores del TDAH, lo que hace que pueda llegarse mejor al diagnóstico, fruto de la mayor formación y conocimiento sobre el tema, pero ha de seguir aumentando. Los tratamientos farmacológicos, en el caso de necesitarlos, están cubiertos por el ámbito público, pero los tratamientos e intervenciones psicológicas y la realización de las diferentes terapias que pueden aplicarse, recaen más en el ámbito privado y en ANHIPA.

—¿Hay obstáculos específicos en la región para acceder a diagnóstico y tratamiento?

—Obstáculos específicos en sí mismos, creo que no. Quizás la lentitud del sistema público sanitario, pero que ya sabemos que se debe a falta de recursos humanos. Los profesionales que están allí, hacen todo lo que pueden con los medios, recursos y tiempos que tienen. La evaluación, diagnóstico y tratamiento ha de pasar por varios servicios y profesionales, por lo que hasta que llega pueden haber pasado muchos meses, incluso un año entero. También mencionaría como obstáculo la propia incredulidad de algunos profesionales sobre el tema, que lo niegan, o lo consideran una moda, y este tipo de creencias y verbalizaciones hacen daño a las personas y familias que conviven con el TDAH en casa o en las aulas, y que no hace más que obstaculizar el que puedan recibir ayuda, orientación, acompañamiento… a tiempo. Entiendo que a priori uno pueda sospechar que esto no es lo que se dice, pero el TDAH sí existe, otra cosa es el enfoque que se le quiera dar o que no se diagnostique bien, y que eso haga que haya errores, y esos errores hagan que se desconfíe del diagnóstico o del tratamiento. Por ejemplo, en el TDAH suele existir bastante comorbilidad (la presencia de otros trastornos asociados) que pueden enmascarar el diagnóstico y la eficacia del tratamiento de esas comorbilidades. Esto hace que el tratamiento sea más complicado, y quizás con menores resultados, porque estamos abordando una complejidad. Y si no abordas el problema nuclear, las comorbilidades seguirán floreciendo. Otras veces, hay fallos en el diagnóstico. Por ejemplo, se ha hecho demasiado rápido y en base a unas características que parecían un TDAH pero que eran algo más de tipo emocional o un problema contextual. Explorar bien estos dos aspectos antes del diagnóstico, es fundamental. No todo es TDAH. Por último, he de hacer mención a los obstáculos que se encuentran los adultos con TDAH para acceder al diagnóstico y tratamiento. Yo he tratado a varios adultos que me dicen que la persona que les ha atendido les ha dicho que «es imposible que tengas un TDAH porque tienes una carrera universitaria. Los TDAH tienen fracaso escolar y no llegan a la universidad» o que «el TDAH es cosa de niños, los adultos no tienen eso»… verbalizaciones que evidencian falta de conocimiento en profundidad de este trastorno y sus diferentes manifestaciones a lo largo del desarrollo. Hay personas que llegan hundidas y con unos sentimientos de frustración e impotencia muy grandes debido a comentarios desacertados como éstos.

—¿Cómo ha de ser la colaboración entre profesionales, escuelas y familias para apoyar a quienes tienen TDAH?

—Estrecha, es muy importante que exista esta colaboración. Beneficia a todas las partes.

—¿Cómo entiende que se ha de abordar la educación y la concienciación sobre el TDAH en Asturias?

—La educación de un niño y adolescente con TDAH debe ser integral, como la de cualquier otro niño o adolescente, no reduciendo a ese niño a que ‘es un TDAH’, si no ampliando la mirada y viendo siempre a un niño que ‘tiene un TDAH’ como también tendrá otras cosas y otras virtudes. Tanto daño hace que reduzcamos la persona del niño ‘a su TDAH’ (eso hará que no eduquemos sus demás potencialidades y crezca carente, con una visión limitada de sí mismo), como que eduquemos al niño obviando el TDAH (los niños con TDAH suponen un reto educativo, hay que saber manejarlo para optimizar su desarrollo y no dañar su persona). Y este sería el encabezamiento que usaría para concienciar sobre el tema, y la necesidad de abordarlo bien. A este respecto, desde la asociación se lleva años realizando esta labor de educación y concienciación por casi toda Asturias.

Los tratamientos más eficaces, los multimodales

—¿Cuáles son los avances más recientes en el conocimiento y tratamiento del TDAH?

—Los tratamientos más eficaces para abordar el TDAH son los multimodales, es decir, combinar el trabajo con la persona con TDAH, familias y comunidad educativa. Colaborar entre los distintos profesionales y entidades, ofrece mejores resultados. El tratamiento para el TDAH ha de ser un combinado de psicoeducación sobre el TDAH, intervención contextual (casa y centro escolar), intervención psicológica individual (en caso de presentar sintomatología emocional), intervención psicopedagógica y tratamiento farmacológico. El tratamiento farmacológico no se da en todos los casos. La medicación sólo se prescribe cuando se predice, en base a la evaluación hecha y el tipo de caso, que va a beneficiar tanto en el funcionamiento del niño o adolescente día a día, como en su desarrollo. Tanto yo, como mis compañeros, siempre insistimos en que tomar sólo la medicación y no acompañarlo de un trabajo personal y contextual, es un error. La medicación optimiza las condiciones neuroquímicas, pero los cambios se realizan entrenando nuevas formas de hacer, de pensar y de relacionarse con la persona con TDAH. Por ejemplo, en el caso de los adultos, es importante que identifiquen como el TDAH se manifiesta en ellos, y que aprendan a optimizar su funcionamiento y minimizar su impacto. En el caso de niños y adolescentes esta acción ha de hacerse con los padres, ya que se van a tener que re-educar ellos primero, y será a través de ellos desde donde se realizará la intervención.

—¿Qué consejos darías a los padres y cuidadores de niños con TDAH en Asturias?

—Que se informen y formen sobre ello. Y pidan ayuda. Es mejor asesorarse a tiempo y contar con un apoyo, ayuda o acompañamiento a lo largo de la crianza, que no dejarlo y esperar a que la acumulación de problemas y deterioro en la persona y en la relación con el niño o adolescente, sea demasiado grande. Es muy importante, como ya dije, saber cómo educar a un niño y adolescente con TDAH, para optimizar su desarrollo y minimizar el impacto negativo que el TDAH sin tratar tiene a nivel integral en el desarrollo de sus hijos y/o alumnos. Y que si tienen un hijo/a con TDAH, sean capaces de ver más allá del TDAH y que lo atiendan más allá del trastorno. Hay que cuidar la relación paterno-filial, ha de ser para toda la vida. Como es normal que los padres se agoten, sobre todo las madres, porque se pasan jornadas maratonianas de estudio con ellos, que pidan ayuda y soporte emocional, ya que el porcentaje de ansiedad y depresión en padres con hijos con TDAH es muy frecuente, por el nivel de implicación diaria que conlleva. Contar con ayuda, apoyo social y psicológico, es importante.

—¿Cuáles son tus esperanzas y perspectivas para el futuro en cuanto al abordaje del TDAH en Asturias?

—Positivas y esperanzadoras. Lo predecible es que se siga avanzando cada vez más, se llegue mejor a cada caso y existan más y mejores recursos.