Cinco años del rescate del pequeño Julen, la intervención que marcó un antes y un después para la Brigada de Salvamento Minero
ASTURIAS
La fundamental participación de los brigadistas de Hunosa en el rescate en el pozo de 70 metros de Totalán en el que había caído, les dio a conocer a nivel nacional e internacional
27 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Un viernes 26 de enero de hace cinco años, integrantes de la Brigada Central de Salvamento Minero (BCSM) volvían a Asturias desde Málaga en un Airbus Defence del Ejército del Aire. Regresaban a casa después de haber llevado a cabo un rescate que durante 13 días mantuvo a todo el país en vilo, el del niño de dos años Julen Roselló, que cayó en un pozo de más de 70 metros de profundidad en Totalán. Aquella intervención marcó un antes y un después para la Brigada de Salvamento Minero, y es que si bien por aquel entonces era un cuerpo de rescate conocido en nuestra región, sobre todo, en las comarcas mineras, a partir de su indispensable participación en aquel suceso, se les conoció en toda España e, incluso, a nivel internacional.
Adrián Villaroel, brigadista que participó en el rescate del pequeño Julen, recuerda cómo fueron aquellos días desde el momento de la desaparición del niño. «Cuando nos llamaron nos quedamos sorprendidos. Nosotros llevábamos un día viéndolo en la tele y lo seguíamos, como todo el mundo, con intriga, pero no pensamos que fuéramos a ir», comenta Adrián, que añade que la partida hacia Málaga fue tan de un momento para otro que «fuimos con lo puesto, alguno de nosotros sin cartera, sin DNI, sin cargador para móvil y sin ropa… Es más, pensábamos que íbamos para unas horas, para llegar y actuar, pero no fue así».
Así, ante la circunstancia de tener que quedarse en Totalán hasta que se dieran las condiciones para efectuar el rescate, comenta que los que por casualidad llevaban cartera, fueron a sacar dinero para prestárselo a los compañeros e ir todos a comprar ropa para poder cambiarse los siguientes días: «mira que podíamos haber cogido la ropa de calle con la que venimos de casa, pero como fue todo tan rápido nos centramos en preparar el equipo y las herramientas que podíamos necesitar y nos olvidamos de los secundario, así que marchamos con lo puesto», comenta. No obstante, añade que una vez allí, vista la zona y el terreno, tuvieron que hacer otro pedido de equipos y material «con lo que creíamos que íbamos a necesitar y nos lo mandaron desde aquí», explica el brigadista, que reconoce que fueron días de mucha tensión y mucha incertidumbre porque «todos los días pasaba algo para mal».
Una obra de ingeniería sin estudios previos
«Hay que tener en cuenta que fue una gran obra de ingeniería sin tener estudios técnicos de nada. Se intentaba buscar la mejor solución teniendo en cuenta las circunstancias y había que solucionar los problemas que surgían sobre la marcha», manifiesta Adrián Villaroel, que relata que aunque la actuación de los brigadistas fue a última hora «nosotros subíamos todos los días para estar al tanto de lo que pasaba, mirar el tema de la ventilación y aportar lo que fuera útil de nuestras técnicas mineras».
Sin duda, señala que fueron días de mucha tensión y de suspense porque, en cierto modo, había una esperanza de que el pequeño Julen continuara con vida, razón por la cual el tiempo apremiaba y se trataba de hacer todo lo posible. «Si la máquina de perforar daba algo más de 60 metros, pues se planteaba rebajar la montaña, pero aquel terreno era duro y se tardaba más de lo que se pensaba y, después, la máquina trabajando a más de su rendimiento normal, daba problemas, así que, lo que decía, se iba improvisando y solucionando problemas sobre la marcha», rememora este brigadista que participó en el rescate de Totalán, considerado el mayor rescate de la historia de España.
La complejidad del rescate y la fundamental participación de la Brigada de Salvamento Minero conllevó que a los brigadistas que llevaron a cabo la intervención se les encumbrara como héroes, una heroicidad que Adrián Villaroel manifiesta que para nada sienten ni él ni sus compañeros. «Fue un tema más bien mediático porque aquel suceso mantuvo a un país en vilo y se retransmitió al minuto. Pero cualquier otra actuación que tengamos que hacer aquí puede ser más peligrosa y más difícil. Hicimos el trabajo que se hace aquí en las minas», explica restando mérito a tan importante actuación de la Brigada.
«Hubo un proceso de recuperación psicológica»
Lo que sí reconoce es que el rescate del niño Julen les afectó psicológicamente hablando: «la gente se quedó muy cabizbaja y algún compañero sufrió mucho, porque una cosa es el trabajo que tenemos nosotros habitualmente y otra enfrentarse al rescate de un niño», estima el brigadista, que confiesa que «hubo un proceso de recuperación» para los integrantes del equipo que empatizaban al tener casi todo hijos pequeños, como era su caso. No obstante, apostilla que si bien fue «una experiencia triste», a quienes les gusta el mundo del rescate y ayudar en situaciones difíciles, «lo que queremos es participar y aportar nuestra experiencia y nuestro conocimiento».
La otra consideración que hace Adrián Villaroel es que el rescate del pequeño en Totalán también dejó enseñanzas a la Brigada de Salvamento Minero. «Aprendes a relacionarte con muchos grupos, con otros cuerpos y fuerzas de seguridad que son especialistas en otras cosas, a poner en común ideas…», opina el mismo, que no duda de que aquella intervención en Totalán marcó «un antes y un después» para el cuerpo de rescate en muchos sentidos, uno de ellos, en que se les conociera a nivel nacional e internacional y que a partir de ahí se les requiera para prestar servicios en ámbitos de actuación más allá de los recates mineros, como puede ser, para temas de seguridad, formación o emergencias.