Su responsable, Carlos Paniceres, critica la «falta de compromiso» del Principado y considera cree «el precio» es lo que ha primado en los contratos de la administración regional, apostando por el producto de origen chino en un momento en el «que están empezando a faltar y el precio está subiendo»
12 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.En un momento en el que las mascarillas vuelven a ser obligatorias en hospitales, centros de salud y farmacias y en un escenario en el que la venta de estos productos se ha disparado, Fortia, compañía radicada en Morcín que fabricaba esta primera barrera de defensa frente a los virus respiratorios, ha cerrado sus puertas.
Lo hizo el 31 de diciembre tras tres años y medio de actividad, con una plantilla de tres trabajadores que no hace tanto tiempo llegó a tener cuarenta. Su responsable, Carlos Paniceres, cree que el Gobierno del Principado no ha apoyado el carácter asturiano de esta empresa ni el sentido «estratégico» de un producto que, como se está viendo en las últimas semanas, se va a necesitar regularmente.
El también presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo ha insistido en que, finalmente, «el precio» es lo que ha primado, por encima de cualquier cláusula o «compromiso» de tipo social.
«En plena pandemia me llama la Consejería de Industria como presidente de la Cámara de Comercio para intentar buscar algún empresario que diera un paso adelante para montar una fábrica de mascarillas para el futuro», recuerda. Paniceres resalta que pensó que se trataban de «momentos de arrimar el hombro», por lo que se involucró personalmente y «se implicó a otras dos empresas para comprar las máquinas en China y montar un centro especial de empleo».
Un centro que «se hizo precisamente en las comarcas mineras, que son de las zonas que más empleo necesitan» y en el que «podía trabajar gente con ciertos grados de discapacidad». «Se nos había prometido desde la Consejería de Industria, cuando nos llamaron, que se declararía de interés general el tema de las mascarillas», apunta.
En esta línea no puede evitar que le asalten las imágenes de esos primeros días y semanas de la pandemia, cuando todo era incertidumbre, también en lo que tiene que ver con las compras de maquinaria, productos y materias primas necesarias para combatir el coronavirus. Fueron unos días en los que el comercio internacional se convirtió en poco más o menos que el salvaje oeste.
En este sentido recuerda cómo cuando adquirieron las máquinas para fabricar las mascarillas pensaba que «iban a aparecer piedras» al abrir las cajas, ya que «en esa época hubo muchísimos problemas de falsificación» y cómo en el mismo aeropuerto, con los aparatos listos para volar hacia Asturias, una empresa estadounidense estuvo cerca de hacerse con ellas pujando in situ a un precio más elevado.
Por otro lado, lamenta que parece que las exigencias medioambientales, sanitarias y de calidad son más o menos elásticas en función de dónde venga el artículo. «El nivel de exigencia a nivel de normas es altísimo y te hace gracia, porque no sabes cómo vienen los productos procedentes de China», apunta. En el caso de Fortia «casi fueron 30.000 euros invertidos en pruebas para que cumplieran todos los parámetros».
En este sentido, Carlos Paniceres destaca que el Principado le aseguró «que había unos cuatro o cinco millones que gastaban antes de la pandemia» en este tipo de productos. Relata que «la sorpresa» llegó cuando en el primer concurso marco del Gobierno de Asturias «el único criterio fue el precio» y se apostó por «un producto chino».
Explica que «en el segundo, que fue en agosto, volvió a salir el precio como único criterio». El responsable de Fortia se muestra «muy agradecido» a particulares y empresas asturianas «como Más y Más y Alimerka», si bien admite que la supervivencia de un proyecto como el suyo tendría que haberse sustentado «obviamente en los grandes consumidores, que son los Servicios de Salud y el Gobierno de Asturias».
Cree que la administración regional debería haber «apoyado como el País Vasco hizo con el centro de fabricación de Mondragón y algún otro sitio donde se habían instalado». En este sentido lamenta que «buscaron fórmulas de Primark, primando simplemente el precio y no la calidad del producto ni la cercanía».
En este sentido reconoce que «la Ley de Contratos del Estado no facilita mucho las cosas» y apunta que «los contratos del Gobierno de Asturias se los llevaron promotores inmobiliarios de Madrid que subcontrataban el servicio en China». Explica que desde el Ejecutivo autonómico la respuesta invariablemente era «'vamos a estudiarlo, vamos a estudiarlo', pero cuando salen los pliegos...».
Respecto a las cláusulas presentes en los concursos marco del Gobierno de Asturias para determinar su proveedor de mascarillas rememora que «había una que era muy graciosa, que decía que era necesario cumplir el convenio colectivo... ¿Qué convenio colectivo hay en China?». También le viene a la cabeza «otra que decía que sus inspectores tenían que visitar la factoría donde se fabricaba... ¿Alguien ha ido a China a ver las fábricas?».
Insiste en que «el ser humano es el único animal que comete siempre dos veces el mismo error» y recuerda que «en la pandemia lo cometimos por no tener reservas ni material estratégico y todos tenemos en la cabeza aquellos camiones que desaparecían por Francia, el precio disparado de las mascarillas, los productos hechos con material falso...».
Carlos Paniceres insiste en que «si no estuviera implicado diría exactamente lo mismo» y reconoce que desde diferentes fuentes le está llegando «que están empezando a faltar mascarillas y que el precio está subiendo». Ahora mismo desde Fortia se encuentran «liquidando el estocaje para intentar pagar parte de las deudas acumuladas después de este de estos tres años», ya que el cierre ha supuesto «importantes pérdidas económicas y de puestos de trabajo», mientras que, a su juicio, la administración sigue «haciendo lo mismo que antes de la pandemia, que es depender de China y comprar productos de baja calidad».
Con la perspectiva que da el tiempo considera que en el momento en el que, en plena pandemia, el Principado acudió a él para buscar solución al problema de falta de mascarillas «probablemente hubiera sido mejor seguir haciendo lo que estaba haciendo aquellos días, que eran servicios con la ambulancia y echando una mano a todos los técnicos».