Mares y océanos, ¿cementerios de contenedores perdidos?

La Voz

ASTURIAS

Marcos Creo

El buque Toconao perdió 26.250 kilos de pélets de plástico. Entre 2008 y 2022 se perdieron 1.566 contenedores de media al año

09 ene 2024 . Actualizado a las 13:49 h.

El transporte marítimo aglutina el 80% de comercio internacional, lo que implica que anualmente se muevan en barco cientos de millones de contenedores cargados de los más variados materiales y que, por accidente, estos puedan caer al agua y acabar al fondo de mares y océanos o llegar a las costas arrastrados por las corrientes.

Eso es lo que ha ocurrido después de que el buque Toconao, con bandera de Liberia, perdiera 26.250 kilos de pélets de plástico frente a las costas portuguesas, y millones de estas diminutas bolitas han acabado llegando a playas gallegas y asturianas. Si bien el Principado ya ha activado la alerta máxima, País Vasco también ha decretado la emergencia ante la inminente llegada de los plásticos.

Pero, ¿cuántos se caen al año?

Según datos del Consejo Mundial del Transporte Marítimo (WSC, por sus siglas en inglés), asociación empresarial que reúne a grandes navieras de todo el mundo, entre 2008 y 2022 se perdieron en mares y océanos una media de 1.566 contenedores al año. Sólo en 2022, la cifra bajó a 661 unidades de un total de 250 millones de contenedores transportados. Estos datos se desprende de la encuesta anual que WSC realiza entre sus miembros para estimar con a mayor precisión posible cuántos contenedores se pierden en el mar cada año, según explica en el último informe la organización, cuyos asociados operan más del 90% de la capacidad mundial de buques portacontenedores.

En el mejor año de la serie, 2022, la mayoría de los transportistas no registraron pérdidas de contenedores o sólo reportaron cifras de un sólo dígito, mientras que dos informaron de pérdidas superiores a los cien millones de unidades para el conjunto del ejercicio. Por trienios, el peor fue el de 2011 a 2013, con una media de 2.683 unidades perdidas anuales, debido al hundimiento del buque MOL Comfort, ocurrido en 2013 y que conllevó la pérdida de 4.293 contenedores, y el encallamiento y pérdida del M/V Rena (2011), con 900 contenedores perdidos. Otros accidentes graves han sido los del OnE OPUs, que en 2020 perdió más de 1.800 contenedores por condiciones meteorológicas adversas, y el Maersk Eseen, que por el mismo motivo perdió unos 750 contenedores en 2021.

¿Qué pasa con ellos y cómo repercute al medio ambiente?

En la mayoría de los casos, los contendedores que caen al agua «se quedan ahí» y, dependiendo de dónde caigan, terminan en el fondo del mar o acaban llegando (sobre todo su contenido) a la costa arrastrado por las corrientes marinas, ha explicado la responsable de Océanos de Greenpace España, Marta Martín-Borregón.

Independientemente del contenido de los contenedores, su sola presencia ya genera daños en los ecosistemas marinos pues constituyen «residuos» que no deberían estar ahí. El mayor impacto es que los materiales de contenedores y carga se acaban degradando y es ahí cuando empiezan a formar parte de la cadena trófica, lo que supone un problema ambiental pero también para la salud humana, pues nos estaremos «alimentado» de esos residuos. En el caso de los plásticos, muchos acaban siendo comidos por aves y peces, que acabarán muriendo dependiendo de la ingesta.

La problemática de cargas como los pélets

Entre esos residuos, desatacan los pélets, pequeñas bolitas de plástico que se usan como materia prima para elaborar todo tipo de productos y que se transportan en barco en ingentes cantidades a lo largo de todo el mundo.

Precisamente, este material está de actualidad por su llegada masiva a las costas gallegas y asturianas procedente de un contenedor que se cayó desde un buque al mar hace casi un mes frente a la costa norte de Portugal. Se estima que en ese contenedor viajaban más de 26 toneladas de pellets repartidas en 1.050 sacos, muchos de los cuales se han roto provocando una marea de bolitas diminutas de plástico, de apenas unos milímetros de diámetro, y cuya recogida y retirada es, por tanto, muy difícil.

Dada su fisionomía, aves y peces se las comen al confundirlas con huevos, y las que no se retiren se acabarán desintegrando en microplásticos que se «colarán» por todas partes. Ante esta situación, la Organización Marítima Internacional de la ONU, a petición de diversas ONG, trabaja para impulsar que los pellets sean calificados como material peligros y, como tal, estén obligados a ser transportados en la bodega de los buques y nunca en cubierta, según la responsable de Greenpeace. Las organizaciones ecologistas, también consideran fundamental mejorar la seguridad para evitar las «fugas» de pelletes desde las propias fábricas, así como recudir el consumo de plásticos en general para evitar los peligros de contaminación asociados a su uso y desecho, informa Efe.