
Los proyectos más importantes que afrontará la capital asturiana dependen del acuerdo entre varias administraciones
08 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Los planes más ambiciosos que Oviedo tiene pendientes para el próximo año exceden con mucho sus competencias, por varios motivos. O, mejor dicho, por un motivo distinto en cada proyecto.
En primer lugar, y dado el carácter de capitalidad de la ciudad, existen importantes movimientos entrelazados respecto a dos instituciones regionales: la Justicia y la Universidad. Ambas dependen mutuamente de su futuro con la reordenación del campus universitario en El Cristo, el abandono de Llamaquique en favor de la unificación de sedes judiciales y los planes urbanísticos del viejo hospital. Todo ello es un puzzle infernal que el ayuntamiento -como responsable último del urbanismo- debe dialogar con el Principado. Sin olvidar la autonomía universitaria, claro.
Para la Justicia, dispersa en numerosas y a menudo obsoletas sedes por la ciudad, es una vieja aspiración que reclama -con razón- una y otra vez, sin obtener hasta el momento más que promesas. Para la Universidad, la reordenación es también una pieza clave en su futuro. Mientras tanto, el complejo del antiguo hospital de El Cristo languidece entre vandalismo, latrocinio y un deterioro que pronto hará inviable la recuperación de algún edificio. La naturaleza (la humana y la otra) se está apropiando poco de lo que fue un punto neurálgico de la ciudad.
En segundo lugar, está el futuro de otra zona vital para completar el desarrollo de la primera ciudad del municipio. Se trata de la antigua fábrica de La Vega, de nuevo un asunto que hay que tratar a tres bandas: el Principado y el Gobierno central también tienen algo (bastante) que decir, y este será sin duda uno de los temas a tratar en 2024. La tensión entre aprovechamiento urbanístico y bien común vuelve a ser una lucha desigual, como ocurre con la antigua fábrica de gas, que espera asimismo una solución.
Del mismo modo, el desarrollo de la polémica ronda norte, un proyecto para conectar la zona oeste de la ciudad con la autovía AS-II que lleva a los polígonos industriales y a Gijón, requiere intervención de las tres administraciones. Y aunque se pusieran de acuerdo, muchos vecinos de Oviedo se oponen ferozmente ya que, se vista como se vista y pese a su incuestionable utilidad, también constituye un zarpazo a la ladera del Naranco, el pulmón verde de la capital asturiana.
Son muchos, por tanto, los proyectos urbanísticos de gran calado para la ciudad. A ello hay que sumar otros de menor cuantía pero que afectan también a numerosos vecinos, como es la remodelación de la glorieta de Luis Oliver, que podría afrontarse en 2024. Ese punto es una encrucijada de salida del barrio de Ciudad Naranco, al igual que el puente de Nicolás Soria que Adif acomete con eternos retrasos en su ejecución.
También deben facilitar la vida el intercambiador de buses en el nuevo HUCA, que incorporará tapices rodantes en su entorno, y otro intercambiador en Llamaquique, donde existe un apeadero de tren. Todos estos proyectos dependen del presupuesto regional, que prevé partidas para iniciarlos el próximo año.