Sergio Obeso, otorrinolaringólogo: «Para niños, ancianos y personas con ciertos antecedentes el riesgo de atragantamiento con las uvas es altísimo»

Carmen Liedo

ASTURIAS

Sergio Obeso, otorrinolaringólogo en el Centro Médico de Asturias
Sergio Obeso, otorrinolaringólogo en el Centro Médico de Asturias

El especialista del Centro Médico de Asturias considera que «hay que comer las 12 uvas sin que sea una contrarreloj y aparcar la tradición»

26 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Las fiestas navideñas es época de celebraciones que llevan aparejadas comidas o cenas en familia, con amigos, con compañeros… en las que se ingieren una amplia variedad de alimentos con diferentes texturas y, además, mientras comemos, socializamos con los de nuestro alrededor, lo que hace que mientras hablemos con la comida en la boca o recién deglutida y eso aumenta el riesgo de atragantarse. Para hablar sobre los atragantamientos y cómo se puede minimizar el riesgo de padecerlos, La Voz de Asturias ha entrevistado al doctor Sergio Obeso Agüera, especialista en otorrinolaringología y patología cérvico-facial en el Centro Médico de Asturias, especialista con una importante trayectoria ya que tras licenciarse por la Universidad de Cantabria, completó su formación con la especialidad de otorrinolaringología (ORL) en el Hospital Universitario Central de Asturias. En la actualidad trabaja también como médico adjunto del Servicio de ORL del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, aunque desde septiembre de 2020 también colabora con el Hospital Centro Médico en el servicio de oncología radioterápica dada su amplia experiencia en el tratamiento del cáncer de cabeza y cuello. Desde enero de 2022 también forma parte de IMOMA, ahora integrado en el Centro Médico de Asturias.

Respecto a los atragantamientos que se pueden sufrir en esta época, el doctor Obeso Agüera hace especial hincapié en la tradición de comer las uvas durante las campanadas. A su entender, si se comen las uvas hay que hacerlo «sin que sea una contrarreloj y aparcar la tradición». Además, aconseja «que estén peladas, sin pepita y a ser posible, tomar 12 mitades de uva en lugar de uvas enteras».

—Actualmente, una de las principales causas de muerte no natural de nuestro país son los atragantamientos ¿por qué razón se están produciendo más atragantamientos y más fallecimientos por este motivo?

—Hay tres aspectos que influyen en que la percepción de atragantamientos sea mayor que en épocas pasadas. Primero, realmente ahora hay mas disfagia (dificultades para tragar) que hace una década. El motivo fundamental es el envejecimiento de la población, ya que la pérdida de masa muscular y coordinación asociada al mismo, favorece los trastornos para tragar. En segundo lugar, por la mayor difusión tanto por medios convencionales como por nuevas formas de comunicación (redes), de noticias impactantes. No cabe duda de que morirse atragantado es impactante. El tercer aspecto es que hay casos puntuales especialmente dramáticos, como el pobre niño que falleció hace unos años atragantado por una uva. Nos impactan y quedan en el recuerdo colectivo de por vida.

—Tememos los atragantamientos en niños pequeños pero las estadísticas indican que la mayoría de los accidentes se producen en personas mayores. A su entender, ¿por qué se producen tanto en este sector de la población?

—Creo que lo comenté antes. Con la edad se pierde masa muscular, tanto a nivel de extremidades como a nivel faríngeo y laríngeo. En la medida en la que para empujar el alimento hacen falta fuerzas musculares, de la base de la lengua fundamentalmente, la sarcopenia (pérdida de músculo) dificulta la deglución. También se altera la sensibilidad de la garganta, la salivación, la coordinación, falta de piezas dentales…, además de presentar estados de polimedicación y otras enfermedades coexistentes que añadan más obstáculos para tragar.

—¿Cuáles diría que son los alimentos más susceptibles de producir atragantamientos?

—Normalmente, los líquidos son los que más riesgo tienen de introducirse en los pulmones, pero como la tos es muy eficaz para expulsarlos, no producen atragantamiento con asfixia (si neumonías). Atragantamiento con asfixia y riesgo de muerte inminente, serían: los alimentos resbaladizos (uvas o caramelos por ejemplo), los alimentos de difícil masticación (carnes fibrosas, queso curado, calamares...), alimentos difíciles de cohesionar en un bocado uniforme (polvorón, arroz seco…) o  alimentos con doble textura (naranja, por ejemplo).

—Y para evitar sustos ¿qué alimentos desaconseja dar a los niños?

—Frutos secos, caramelos, grajeas (como lacasitos o similar), fruta que pueda «resbalar hacia atrás» cuando la mastica. Es importante que el menor pueda manejar a su ritmo algunos alimentos aparentemente seguros. Me explico, es mejor dejarla comer a mordiscos la manzana, que dársela en trozos que puedan resbalar o tragarse enteros. También son de riesgo las preparaciones con alimentos muy mezclados, por ejemplo, un arroz con tropezones. Es mejor que un bocado lleve arroz, y el otro pollo, pero que no coincidan.

—¿También hay alimentos enteros que habría que retirar de la dieta a las personas mayores?

—Sobre todo los alimentos de doble textura y los alimentos correosos y difíciles de masticar. Con doble textura me refiero a los que tienen una parte liquida y otra solida, como las sopas, cocidos, galletas con café… es mejor que una cucharada lleve liquido y otra solido. Y los difíciles de masticar: hay que considerar que para tragar, hace falta que durante la masticación la comida se fragmente, lubrique con saliva y se impulse hacia la faringe.

—En Navidad se consumen una amplia variedad de alimentos: mariscos, pescados, carnes, dulces, frutos secos… ¿con cuáles hay que tener especial cuidado para no sufrir atragantamientos?

—Ya comenté en las otras preguntas, pero añado un detalle. La garganta sirve para respirar, hablar y tragar. Cuando en reuniones y comidas amenas, hablamos con la comida en la boca o recién deglutida, aumenta el riesgo de atragantarse. Si aún no paso la comida al estomago, al respirar para hablar, puede ser arrastrada hacia los pulmones. Algo parecido les ocurre a los niños, que son mas «dinámicos» mientras están comiendo.

—La tradición manda comer 12 uvas durante las campanadas con las que arranca el año. ¿Diría que es una tradición de riesgo? ¿Cuáles son sus recomendaciones para no tener atragantones?

—Comer las 12 uvas, pero sin que sea una contrarreloj. Aparcar la tradición. Si es absolutamente imposible prescindir de las uvas, aconsejo que estén peladas, sin pepita y a ser posible, tomar 12 mitades de uva en lugar de uvas enteras, resbala menos una uva partida.

—¿Qué personas deberían evitar comer las uvas para evitar sustos?

—El riesgo existe para todas las personas, pero niños, ancianos, personas con antecedentes de ictus y personas que hayan tenido tumores de garganta, son de riesgo altísimo.

—Palmadas en la espalda, maniobra de Heimlich… ¿qué es lo más adecuado para tratar de ayudar a una persona que está sufriendo un atragantamiento?

—Inicialmente, dejar que la persona tosa de forma libre, sin agobiarla. Este es el reflejo de protección más potente que tenemos. En caso de que no haya expulsión, si se trata de un adulto deberíamos realizarle la maniobra de Heimlich. Si se trata de un niño grande, modificamos la maniobra sentando al niño sobre nuestras rodillas en lugar de mantenerlo de pie. Si es un bebé, se sujeta sobre la palma de la mano boca abajo, inclinado hacia el suelo y se le dan golpecitos en la espalda. Si nada funciona, como paso previo a una traqueotomía, podemos hacer un «barrido» dentro de la boca con el dedo por si mecánicamente pudiésemos extraer el alimento.

—Por el contrario, ¿qué es lo que no se debe hacer en ningún caso cuando alguien que nos acompaña se atraganta?

—Introducir la mano en la garganta como maniobra inicial; darle agua para que pase el alimento, porque hay que recordar que si se atraganta es porque el alimento se le ha «incrustado» en la laringe, o no dejarla toser libremente durante los primeros segundos.

—¿Cuál es la reacción de nuestro cuerpo cuando nos atragantamos?

—Inicialmente hay una fase de lucha, con tos, sensación de asfixia, ausencia de emisión de voz y reacción instintiva de agarrarse el cuello. Posteriormente, la persona se va poniendo morada y congestionando, para dejar una fase final de claudicación, en la cuál ya no hay esfuerzo respiratorio y se pierde la consciencia. Precede a la parada cardiaca.

—¿Pueden quedar secuelas en la salud como consecuencia de un episodio de atragantamiento?

—Aparte del riesgo vital, cuando hay ausencia de oxigenación por debajo de unos niveles y de forma mantenida, se produce daño cerebral. Los minutos son neuronas perdidas.

—¿Cuáles son sus consejos o recomendaciones generales para la población para evitar en la medida de lo posible el mal momento que pasamos cuando nos atragantamos?

—En caso de que tengamos factores de riesgo para atragantarnos (niños, ancianas, ictus o cáncer de garganta), evitar los alimentos de riesgo. Ojo también con comer y hablar al tiempo, casi todos los atragantamientos se producen durante ingestas lúdicas vinculadas a socialización. Hay que aprender a hacer la maniobra de Heimlich y sus alternativas. Y la última recomendación, pero muy importante, tomar bocados pequeños y muy masticados. Es decir, hay que comer despacio.