Así se escribe la Historia: en mi niñez acudía con regularidad todos los días a la escuela del pueblo. Las materias escolares obedecían a las letras, las ciencias y las Sociales.
Entre estas últimas al sentarnos en el pupitre de a dos lo primero que veíamos en la pared de enfrente era el largo encerado negro orlado de arriba abajo por el mapa: la geografía.
La geografía, Un arma para la guerra (título del libro de Yves Lacoste). Y la geografía coordenada con la cronología para la Historia.
Ahora ya no voy a la escuela del pueblo. Mi pared de enfrente después de sentarme es la pantalla de la TV. Ésta, tonta de la casa, me informa de casi todo. O más bien me habla de casi todo, pero, me informa de casi nada.
Desde hace unos meses ha saltado al ruedo nacional un político eminente venido de su tierra gallega como Dios uno y trino. En su función de presidente del PP, le ha correspondido viajar por toda la geografía patria. Tres elecciones: Municipales y autonómicas, primero. Y, luego las Generales dos veces seguidas.
Cuando viajaba a Extremadura, en pleno mitin en Badajoz nos situó la capital pacense a orillas del Guadalquivir.
De viaje «propagandístico» por la Comunidad valenciana, colocó una de sus ciudades/villas en Murcia y Almería.
…
Ahora, hace unos días nos colocó San Cucat del Vallés a orillas del Llobregat.
Valle al este, río abajo…los puntos cardinales se pierden y nadie les pone en el mapa sobre la pizarra negra de la escuela de pueblo.
Sr. Núñez Feijóo, Don Alberto, me ofrezco de corrector de sus discursos. Me gusta la geografía sino como «arma para la guerra», si como guía de mis investigaciones de la historia en cualquier momento y de cualquier hecho histórico.
Créame, los argumentos retóricos/políticos pueden ser más o menos brillantes; pero es imperdonable que se coloque fuera de lugar.
Fuera de lugar, posiblemente, esté usted también ubicado.
Por favor: lecciones de geografía, NO.
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