«Mete coca por contenedor, mar y tierra, no para. ¿Para qué querrá tanto dinero?» «Como nos metan un micrófono dentro del coche, flipo»

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

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Policía Nacional

Escuchas a los detenidos en Arousa en el último gran operativo contra el narco destapan la figura de un jefe, el Asturiano, un nuevo y desconocido capo

25 ene 2024 . Actualizado a las 20:36 h.

Ismael Cores Barreiro habló sin filtros durante tres meses sobre sus negocios, ingresos, clientes, proveedores y cuanto consideró necesario cada vez que accedía a su coche Audi y cerraba la puerta. Sobre todo si le acompañaba su pareja, Elena María Bravo. Las conversaciones entre ambos, captadas y judicializadas, los implican de lleno en el narcotráfico y el blanqueo de capitales. Y suponen un libro abierto a ojos de la Policía Nacional sobre la realidad actual del narcotráfico en las Rías Baixas. Y es que Cores encarna el rol de principal investigado en la trama desmantelada la semana pasada en O Salnés y Gijón. Suyo sería el millón y medio de euros hallado en un maleta de color rosa bajo una parra en casa de sus padres. También 50 de los 65 kilos de cocaína decomisados. Aunque él mismo reconoce, durante las conversaciones judicializadas, que solo ejercía de subalterno en la cadena de distribución.

Cores se refiere en numerosas ocasiones a la figura del Jefe, al que también llama el Asturiano. Lo sitúa en lo más alto del negocio de la cocaína en España y abierto a cualquier formato de transporte: «Mete coca por contenedor, mar, tierra, no para; ¿para qué querrá tanto dinero?». El sumario judicial relata que Cores y el Asturiano se trataban de tú a tú, en confianza. También se recuerda que no es casual que la organización desmantelada tuviera una ramificación en Gijón. Cores dimensiona la figura de su superior al revelar su capacidad para ponerle 800 kilos en Galicia, recién descargados en un contenedor en algún puerto de España. La Policía Nacional añade sobre el misterioso mandamás —aunque no figura ninguna conversación suya transcrita— que «tiene un marcado acento asturiano». También que «es la persona que ordena a Ismael la búsqueda de tripulantes para que estos se embarquen en travesías marítimas» para transportar grandes alijos de cocaína procedentes de Sudamérica.

El papel de Cores en el narcotráfico marítimo se amplía —según la documentación judicial— al encargarse de «comisionar notarios [personas que dan fe de los movimientos de droga en embarcaciones marítimas] a Sudamérica que se enrolasen en barcos que viniesen a Europa con estupefacientes». Y para muestra, la Policía Nacional aporta el nombre completo de un hombre que habría aceptado este trabajo viajando a Panamá para hacer de notario en una travesía hasta el Viejo Continente.

1,6 millones en deudas

El pasado 21 de septiembre, Cores, sentado y confiado dentro de su coche junto a su pareja, recordó las miserias del submundo narco. Reconoció que la situación con el Asturiano no fluía todo lo bien que deseaba. «No estoy en condiciones de pedirle dinero porque le debo millones», en alusión a 150 de kilos de coca que el Jefe le dio para entregar, presuntamente, a Juan Carlos Santórum, pero que no le abonaron. «Cuando paguen, me dará [el Asturiano] los beneficios de la venta. Por ahora adelanté un millón de euros, nada más, y son 2,6 millones». Pero no todo eran deudas para Cores. Él mismo reveló el 21 de septiembre a su pareja sentimental un viaje que hizo en julio a África, para el Asturiano, del que ella no sabía nada. La Policía Nacional lo sitúa a bordo del barco Francine navegando hasta Guinea Conakry para llevar gasolina a otra embarcación que portaba un alijo. Aquel combustible, según Cores, lo abonó él y en septiembre todavía se le adeudaba.

Policía Nacional

Pero la infraestructura marítima atribuida a este misterioso nuevo capo del narcotráfico español y gallego implica gestionar narcolanchas propulsadas por potentes motores fueraborda. Aquí Cores evidencia nuevamente una posición de confianza con el Asturiano para coordinar su logística marítima, pero también un amplio conocimiento sobre las prestaciones de cada marca. Cores se sitúa a lomos de planeadoras. El 23 de septiembre reveló que el Asturiano tiene al menos dos narcolanchas. Una, en reparación: «De momento no la arregló, la están preparando, lleva una semana en el mar». Otra, trabajando: «La echamos el domingo pasado y no funcionó un motor de los nuevos. Ahora son todo electrónica, no hay nada como los Yamaha. Vas con ellos al fin del mundo, tragan gasolina como cerdos, pero son fiables».

Pero la gran incógnita de esta investigación —bautizada operación Lumebo— es por qué teniendo constatada la dimensión nacional por tierra, mar y portuaria de la organización atacada, incluso conociendo la voz y el acento asturiano del cabecilla, no sé apostó por descabezar lo más alto de la estructura criminal en vez de desarticular la rama dedicada a la distribución por tierra en Galicia.

La columna vertebral de la operación Lumebo se fundamenta en horas de grabaciones captadas por un micrófono instalado en el coche de Ismael Cores, y las conversaciones que mantenía con su pareja, Elena María Bravo. Él, a finales de septiembre, durante una disertación sobre narcolanchas y el consumo de combustible que implica pilotarlas, sopesó por un instante que aquella charla no era del todo privada: «Como nos metan un micrófono dentro del coche, flipo». María Elena, al oírlo, emitió un sonido monosílabo, pero elocuente: «Buf».

La reflexión intuitiva de Cores surgió tarde. El micrófono llevaba semanas instalado. Pero Cores y María Elena, sin saberlo, pretendían adelantarse a los cuerpo policiales que pudieran seguir sus pasos. Elena le preguntó a su pareja: «¿Puedes detectar si tienes algo [micrófono o baliza] en el coche?». Ismael, nuevamente, evidenció un amplio y sofisticado conocimiento del gremio delincuencial: «Vale 6.000 euros, es como una raqueta. Tenía una y se jodió. Tengo que pedirle una al Jefe, hay que ponerla en un bajo donde no haya cobertura y dejarla 24 horas. Si salta algo, hay que ir mirando, mirando dónde marca la señal, dónde va aumentando y mirando el coche. Una vez me metieron un micro en el volante de la furgoneta de mi hermano. Y una baliza en la defensa de atrás que enviaba una señal de dónde estaba cada diez horas».

Aquello ocurrió en el 2020 en el marco de otra investigación por narcotráfico con 3.824 kilos de cocaína intervenidos. La Fiscalía pide 13 años y seis meses para Cores. El juicio está previsto que se celebre en el 2024.

«Como nos metan un micrófono dentro del coche, flipo»

La columna vertebral de la operación Lumebo se fundamenta en horas de grabaciones captadas por un micrófono instalado en el coche de Ismael Cores, y las conversaciones que mantenía con su pareja, Elena María Bravo. Él, a finales de septiembre, durante una disertación sobre narcolanchas y el consumo de combustible que implica pilotarlas, sopesó por un instante que aquella charla no era del todo privada: «Como nos metan un micrófono dentro del coche, flipo». María Elena, al oírlo, emitió un sonido monosílabo, pero elocuente: «Buf».

La reflexión intuitiva de Cores surgió tarde. El micrófono llevaba semanas instalado. Pero Cores y María Elena, sin saberlo, pretendían adelantarse a los cuerpo policiales que pudieran seguir sus pasos. Elena le preguntó a su pareja: «¿Puedes detectar si tienes algo [micrófono o baliza] en el coche?». Ismael, nuevamente, evidenció un amplio y sofisticado conocimiento del gremio delincuencial: «Vale 6.000 euros, es como una raqueta. Tenía una y se jodió. Tengo que pedirle una al Jefe, hay que ponerla en un bajo donde no haya cobertura y dejarla 24 horas. Si salta algo, hay que ir mirando, mirando dónde marca la señal, dónde va aumentando y mirando el coche. Una vez me metieron un micro en el volante de la furgoneta de mi hermano. Y una baliza en la defensa de atrás que enviaba una señal de dónde estaba cada diez horas».

Aquello ocurrió en el 2020 en el marco de otra investigación por narcotráfico con 3.824 kilos de cocaína intervenidos. La Fiscalía pide 13 años y seis meses para Cores. El juicio está previsto que se celebre en el 2024.