El historiador cangués José Luis Agudín acaba de publicar «El Siglo Futuro. Un diario carlista en tiempos republicanos (1931-1936)», un acercamiento a un periódico que fue uno de los principales promotores de este movimiento político español de carácter tradicionalista
03 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.José Luis Agudín (Cangas de Narcea, 1992) es el autor de El Siglo Futuro. Un diario carlista en tiempos republicanos (1931-1936) (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2023). Doctor en Investigaciones Humanísticas por la Universidad de Oviedo, el autor de «El Siglo Futuro. Un diario carlista en tiempos republicanos (1931-1936)» centra sus líneas de investigación en el campo de las culturas políticas tradicionalistas y la historia de la prensa carlista durante la Restauración y la II República. También ha analizado el impacto ideológico de la I Guerra Mundial en España y en Asturias.
El origen de su última obra surge cuando, en 2019, publica un libro en el Real Instituto de Estudios Asturianos que se llamó Una Guerra Civil Incruenta. Uno de los periódicos que estudia a nivel nacional para analizar cuestiones como «la germanofilia en Asturias» fue, precisamente, El Siglo Futuro. Comenzó a analizar la I Guerra Mundial en Asturias en un trabajo de fin de Máster de Historia y Análisis Sociocultural en la Universidad de Oviedo, bajo la dirección de Víctor Rodríguez Infiesta.
Otra de las razones del nacimiento del libro es el interés de José Luis Agudín «por el carlismo y la historia política». El punto de partida del libro es una tesis doctoral, por la que recibió el premio extraordinario de doctorado por la tesis en la categoría de Artes y Humanidades, desarrollada en marzo del 2021 «y que abarcaba precisamente la trayectoria que va desde 1914 hasta 1936» en la que el autor hace «una historia global del periódico», analizando de los años 1875 a 1936. La tesis, además de Víctor Rodríguez Infiesta, la dirigió Jorge Uría, profesor de la Universidad de Oviedo y que firma con Rodríguez Infiesta uno de los prólogos.
A juicio del autor es en el período entre 1931 y 1936 cuando «más metamorfosis vive este periódico este periódico carlista», ya que «pasa de ser un diario doctrinal a convertirse en un diario gráfico y de tener seis páginas a 32, con todos los cambios y contradicciones que ello conlleva con algunas de las cuestiones fundamentales que los carlistas pensaban».
José Luis Agudín explica que «El Siglo Futuro venía siendo un periódico de una de las facciones en las que se había dividido la comunión católico-monárquica o el Partido Carlista en 1888 y, a partir de 1931, cuando vuelve al carlismo se convierte en esa correa de transmisión».
Esta correa de transmisión se activa «a través de editoriales, actos de propaganda, las festividades propias del partido o, mejor dicho, de la comunión, ya que es más comunión que partido. Todo ese tipo de elementos puede que el periódico ayudaba a configurar no ayudaba a a a potenciar la identidad carlista».
Otro elemento del periódico como elemento difusor de las ideas carlistas es, a juicio del autor, «la transmisión de ciertos elementos fundamentales, de héroes mártires en el carlismo».
El autor del libro explica que, «cuando llega la Segunda República», el carlismo estaba dividido en tres facciones, «por una parte los carlistas propiamente dichos, que entre 1909 y 1931 se denominaban Jaimistas, debido al nombre del Rey pretendiente que era Jaime de Borbón, un hijo de Carlos VII», por otra los integristas «para los que el periódico era el órgano portavoz del partido, que funda Ramón Nocedal», y por último «los Mellistas, que dirige Juan Vázquez de Mella, pensador natural de Cangas de Onís».
José Luis Agudín coincide con la calificación de «oscurantista e integrista» que en muchas ocasiones se ha empleado para definir a este periódico, ya que «es una de sus señas de identidad a lo largo de toda su historia, digamos por los editoriales combativos que publicaba y el hecho de estar siempre metido en polémicas».
No obstante el autor defiende que «eso no quita para que fuera un periódico a la moderna y capaz de transformarse, si bien no al mismo nivel que otras empresas periodísticas», intentando llegar a mayor público «pero sin renunciar a las líneas ideológicas fundamentales del carlismo».
Dos de los elementos que más le han llamado la atención en su investigación son, por un lado, la «capacidad de adaptación a los rudimentos de una empresa moderna» y «también en el discurso», en el sentido de que la correa de transmisión de «un movimiento contrarrevolucionario es capaz de de hacer uso de la retórica democrática para atacar a un régimen democrático, como el de la Segunda República» y como desde el periódico se echó manos de la libertad de expresión, «por ejemplo para atacar a un régimen que ellos consideraban que atentaba contra la propia libertad de expresión, porque el periódico fue suspendido en dos ocasiones, además de recibir una cantidad importante de multas».