La sandalia de cuero perdida hace 2.000 años que reapareció en Lucus Asturum

ASTURIAS

Sandalia Lucus.
Sandalia Lucus.

El hallazgo de la excavación de la villa romana de Llanera es una rareza: el material orgánico se deteriora muy fácilmente y es difícil encontrar objetos con tanta antigüedad

22 oct 2023 . Actualizado a las 21:54 h.

La excavación de Lucus Asturum, el asentamiento romano de Llanera, no deja de dar alegrías a quienes buscan en el subsuelo información sobre el pasado remoto. Esta vez, las circunstancias han propiciado un hallazgo rarísimo: la suela de una sandalia de cuero de época romana. El valor, en este caso, es su rareza. El cuero, como todos los materiales orgánicos, se deteriora muy fácilmente, y es muy difícil encontrárselo en lugares por los que han pasado siglos y más siglos.

Todo comenzó en el mes de agosto, cuando gracias a una subvención nominal del Principado el equipo pudo costear las analíticas de la materia orgánica de época romana extraída de un pozo. Cuando se trata de este tipo de material,como, por ejemplo, la madera,  es necesario refrigerarlo y acometer con rapidez su conservación porque, de lo contrario, los procedimientos bióticos la consumirán. Al excavar se encontraron las circunstancias perfectas para la conservación de los elementos, una falta absoluta de oxígeno que propició que no se consumieran los muchos materiales orgánicos que habían, y que son una muy buena pista sobre las costumbres y modos de vida en el asentamiento. 

El equipo, como explica la directora de la excavación, Esperanza Martín Hernández, se pasó el mes de agosto excavando y el siguiente, tratando los restos. Excavaron en el pozo y en otras estructuras asociadas, y se encontraron muchas cosas. Varias jarras romanas completas, hechas en cerámica, un pequeño caldero de bronce utilizado para sacar agua llamado acetre o sítula, madera; numerosas semillas de castañas, nueces y piñones, y restos de fauna que permiten conocer su dieta: mejillones, berberechos, ostras, almejas de río; también algún resto de vaca y de équido.  

Todos estos hallazgos ya habrían sido algo excepcional. Así lo expresa Esperanza Martín. «Muchas veces la gente se piensa que lo más importante son los objetos espectaculares y no lo son; muchas veces lo son este tipo de resultados; solo con la semillas ya nos dábamos por contentos, la arqueología es una ciencia human, que trata de seres humanos, y para nosotros es realmente fundamental».  

Trabajo en el pozo donde se encontró el material.
Trabajo en el pozo donde se encontró el material.

La sandalia, un hallazgo único, de un valor testimonial extraordinario, les estaba reservada al final. Estaba situada en un suelo realizado con tégulas para la decantación de los limos situado en el fondo. Justo debajo de las tégulas se encontraba la sandalia, que da testimonio de la actividad que hubo hace 2000 años. A alguien se le quedó atrapada allí y no la pudo sacar. Se quedó sin sandalia y, a cambio, le ha dejado un hermoso testimonio a un futuro muy remoto, nuestro presente. «Encontrar cuero conservado es algo absolutamente anómalo, muy excepcional», celebra la directora de la excavación. Porque no se suele conservar casi nunca, tienen que darse unas condiciones muy específicas. La fundamental, la anaxia o ausencia de oxígeno. En este caso concreto, se encontraba en un pozo cuyo nivel freático se ha mantenido durante todo el tiempo, de tal manera que ha estado cubierto siempre por aguas y por limos. 

Ahora, es labor de los restauradores observar las medidas, el tamaño, cómo está fabricado, el propio cuero, cómo está cosido y los tipos de remates que se hacen al coser. De ahí se extraerán muchos datos para saber cómo se calzaban hace 2000 años los habitantes de nuestra tierra. 

Un trabajo muy fructífero desde el principio

En el año 2018 comenzaron las excavaciones -auspiciadas desde entonces por el Ayuntamiento de Llanera- y ya dieron un paso adelante. Entonces, surgió el proyecto de investigación de Otilia Requejo y comenzaron las prospecciones de arqueología no intrusiva: geofísica, georradar, estudios aéreos y con cámaras multiespectrales. No fue fácil pero se obtuvieron buenos resultados. «El primer año ya nos permitió prever la existencia de restos en el subsuelo, y ya fue una alegría muy grande», señala Esperanza Martín. 

En 2018 comenzaron las excavaciones y ya dieron un paso adelante: descubrieron que tenían unas termas de dimensiones considerables. Y después de parar por el Covid, cuando retomaron las excavaciones, siguieron avanzando y comprobando la gran riqueza patrimonial que les deparaba el subsuelo. Unos resultados que la directora considera «espectaculares». Un poblamiento imperial que quedaba más que demostrado y, posteriormente, una secuencia constructiva de la época altomedieval. 

Los hallazgos del pozo son otro paso más, pero Esperanza Martín asegura que queda «mucho por hacer», porque están «excavando tan solo una pequeña parte de lo que es». Y son, precisamente, los buenos resultados los que están haciendo que la excavación vaya relativamente despacio. Los restos son abundantes y hay que ir con tiento y tratar todo lo que se encuentran con rigor, y eso lleva más tiempo. 

Las excavaciones siguen en marcha, y es posible que con el tiempo aparezcan más cosas interesantes. Lo hagan o no, nadie puede dudar de que el trabajo hecho hasta ahora ha merecido la pena, y que el pasado nos ha hablado gracias a la feliz confluencia de unas condiciones físicas y geológicas favorables con el empeño y el buen hacer de los técnicos y profesionales.