Instrucciones para salvar una vida

ASTURIAS

Personal de la Cruz Roja en otro taller de Primeros Auxilios
Personal de la Cruz Roja en otro taller de Primeros Auxilios

El interés por aprender primeros auxilios ha crecido en los últimos años, y son cada vez más personas las que saben cómo hacer una RCP o combatir un atragantamiento

16 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los primeros auxilios eran, hace tan solo unas pocas décadas, cosa de un puñado de gente interesada. Hoy, en cambio, el interés por aprender sus pautas está creciendo, y la labor de organizaciones como Cruz Roja está ayudando a transmitirlos a las nuevas generaciones. La razón es muy sencilla y también muy poderosa: salvan vidas. Tener a una persona a nuestro lado que sepa cómo hay que comportarse ante una emergencia sanitaria —ya sea una parada cardiorrespiratoria, un atragantamiento grave u otro tipo de accidentes— puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. No es poca cosa y, por tanto, aprender primeros auxilios puede considerarse poco menos que un deber cívico. ¿Y qué hay que hacer para aprender a salvar vidas? También es muy sencillo. Hay numerosos cursos de primeros auxilios que enseñan no solo la teoría y los protocolos que llevar a cabo ante una emergencia sino también la práctica, que es quizá más importante.

La técnico de Emergencia Sanitaria, integrante del Área de Salud, Socorros y Emergencias de Cruz Roja de Asturias y formadora Sheila Pérez señala que lo primero que deberíamos saber ante cualquier emergencia es la llamada conducta PAS. Son las siglas de los tres pasos que hay que dar para hacer frente al problema: Proteger, Alertar y Socorrer.

Proteger

Lo primero, en cualquier tipo de situación, incluso aunque no tengamos constancia de que hay víctimas, es proteger, crear un entorno seguro donde está la víctima, la persona enferma o quien se halle afectado por cualquier tipo de incidente. Para garantizar este entorno seguro, según Sheila Pérez, tiene que primar «el sentido común», hay que hacer «una valoración del sitio donde estoy, con mis sentidos; valorar riesgos, pensar en cómo se podrían atajar y actuar sobre ellos sobre si yo tengo medios».

Un ejemplo es, en el contexto de un accidente de tráfico, señalizar la zona para evitar la colisión de otros vehículos. En otras situaciones, no es posible ese tipo de soluciones. Por ejemplo, en un incendio no tenemos ocasión de de apagar el fuego y tampoco hacer ninguna señalización. Entonces, tendremos que quedarnos en un lugar seguro. Si no se puede apagar el fuego, es mejor primar la seguridad y no enfrentarse a las llamas. «Ante la duda, siempre es mejor quedarse en un espacio en el que no haya peligro y esperar.

Alertar

Una vez creado el espacio seguro, es hora de pasar a la segunda acción, que es la de alertar. Llamar a los servicios de emergencia, que en toda Europa están unificados en el número de teléfono 112, que es gratuito, para solicitar la ayuda. En este caso, hay una regla básica, como explica Sheila Pérez: «Escuchar». Es muy importante que los servicios de emergencia conozcan la situación, y para ello tienen instaurados unos protocolos que facilitan el intercambio de información.

Esto se hace, sobre todo, para evitar que las personas que se vean ante una emergencia sanitarias tengan dificultades para expresarse debido al nerviosismo provocado tanto por el impacto de lo ocurrido como por la urgencia que requiere la solución. «Lo ideal es escuchar e ir contestando a las preguntas que ellos te hacen», señala. Lo primero que preguntan es la ubicación del accidente, las personas implicadas en él, si hay heridos, víctimas y si ya están recibiendo asistencia.

Socorrer

La tercera y última fase es la de socorrer a la víctima. En muchas situaciones de emergencia sanitaria, atender directamente a las víctimas hasta que acuden los servicios sanitarios puede ser crucial para conservar la vida de la persona. Sheila López sostiene que lo importante es «mantener la calma», algo que seguramente será más difícil en teoría que en la práctica. Como norma general, nunca se debe mover a ninguna víctima de la posición en la que se encuentra.

La razón es evitar posibles daños medulares. También aquí es importante apelar al sentido común. Si la víctima está en un entorno que no facilita su seguridad y no moverla puede ser peligroso para su integridad, lo razonable sería desplazarla a un lugar más adecuado. En todo caso, la persona presta ayuda no tiene por qué estar sola. Si mantiene la línea con el personal del 112, puede ir siguiendo sus indicaciones para ajustar su asistencia a las necesidades de cada persona. La asistencia depende de las lesiones, de las prioridades que se aprecien teniendo en cuenta esas lesiones y también de los recursos de los que disponemos.

En los primeros auxilios es tan importante saber lo que hay que hacer como lo que no debe hacerse. Ejemplo de ello es el comentado más arriba de respetar, en la mayor parte de los casos, la posición en la que se encuentra la víctima. Saber que no debe haber movimientos innecesarios es, a veces, tan importante como conocer los que deben hacerse.

Como explica la especialista en emergencias, «cuanta más información tengas y más sepas de primeros auxilios, más vas a saber cómo adaptarte a cada tipo de situación, te va a resultar más fácil saber por donde tienes y no tienes que tirar». En insiste en que «hay que dejarse guiar por el 112 aunque tengas formación; tenerlos a ellos apoyando, que van a decirte lo que puedes hacer, hacer valoraciones constantes, etcétera».

En esta última parte, la de socorrer, lo importante es que las personas tengan formación. Que quieran saber. Eso pondrá a quien ayuda en una posición mucho mejor que alguien a quien nunca le han enseñado qué tiene que hacerse en cada momento. Por eso son tan importantes los cursos de primeros auxilios que se imparten en todos los ámbitos. Las personas que aprenden sus pautas y, lo que es mas importante, las practican en entornos seguros, tienen más posibilidades de actuar correctamente cuando se da una situación real.

RCP

Entre las actuaciones más importantes de primeros auxilios está la Rehabilitación Cardiopulmonar, conocida popularmente por sus siglas, RCP. Se lleva a cabo cuando la persona ha tenido una parada cardiorrespiratoria. Quien se enfrenta a un caso así tiene, en primer lugar, que saber detectar que realmente estamos ante una parada para, inmediatamente alertar al 112 y, mientras ellos llegan realizar la reanimación cardiopulmonar. Cruz Roja imparte cursos de un mínimo de seis horas que forman a las personas en las mínimas aptitudes para realizarla. Además de la RCP, aprenden a utilizar el desfibrilador.

Pasos de una RCP

En primer lugar, hay que comprobar la consciencia de la persona mediante la estimulación verbal y dolorosa. Se le hacen preguntas para comprobar si puede contestarlas, y se le propinan pellizcos en el interior del brazo. Si no responde a ninguno de los estímulos, significa que está inconsciente. Entonces, hay que dar el siguiente paso, la llamada maniobra frente-mentón, con la que se inclina la cabeza hacia atrás y se eleva la barbilla hacia arriba y hacia adelante para asegurarse de que la vía respiratoria está abierta y permeable y que no hay riesgos.

A continuación, se baja la mejilla hacia la cara del paciente para comprobar con los sentidos la respiración: si hay o no movimiento en el pecho y si se siente la salida de aire. El último paso es colocar en el centro del pecho el talón de una mano y situar la otra encima, y hacer compresiones a un ritmo regular. Si se trata de niños, basta con el talón de una mano, sin apoyarse con la otra, y si es un lactante, con tan solo dos dedos.

Instrucciones para realizar un masaje cardiaco
Instrucciones para realizar un masaje cardiaco

Atragantamiento

Otra situación de emergencia sanitaria muy común, que puede revestir mucho peligro y que, con la ayuda adecuada, se puede superar es el atragantamiento, para el que también hay unas pautas importantes.

Cuando los atragantamientos no son graves, o al menos están en una fase que todavía no es grave, la persona suele toser. En este caso, hay que olvidar esa costumbre tan arraigada de y dar golpes en la espalda, porque puede incluso ser contraproducente. La tos es el mejor remedio para luchar contra el objeto. Es el propio cuerpo quien provoca la tos. Si una persona está tosiendo porque se ha atragantado, como explica Sheila Pérez, «nuestra misión es estar presentes y ayudar a toser con la mayor fuerza que pueda». Y también para vigilar que la oclusión de la vía aérea puede pasar de ser parcial a ser completa.

En este segundo caso, sí hay que actuar. Las señales son bastante evidentes. La tos deja de ser eficaz. La persona tose pero ya no emite ruido. Y la cara le cambia de color. Primero, suele ser encarnada por la congestión, y posteriormente deriva hacia la palidez. Es posible que se lleve las manos a la garganta y haga el gesto universal de ahogo. Otra opción es que haga muchos aspavientos y se dé golpes contra la pared, y puede que no se pueda mantener en pie.

Para acudir en su ayuda, el siguiente paso es darle cinco golpes interescapulares (en la espalda, entre ambos omóplatos) con el talón de la mano, pero siempre, y esto es muy importante, hay que inclinar a la persona hacia delante.

A continuación, se realizará la maniobra de Heimlich, que consiste en ponerse detrás de la víctima, y colocar los dedos a la altura del esternón, e ir bajando hacia el abdomen. Justo donde acaba el esternón, en la parte del abdomen, está la boca del estómago. Hay que cerrar la mano con cuatro dedos abrazando el pulgar, y colocar la otra mano encima. Abrazando ese punto de la boca del estómago, se hace cinco veces un movimiento intenso hacia dentro y hacia arriba. Si el objeto sigue sin salir, se alternan de nuevo los golpes escapulares con la maniobra de Heimlich hasta lograrlo. En caso de que no sea así, y si pierde el conocimiento, se pasaría a la Reanimación Cardiopulmonar. Este protocolo sirve para adultos y niños, pero no para lactantes, que tienen unos movimientos específicos.

Sheila Pérez subraya que, para este tipo de acciones de primeros auxilios, la práctica es muy importante. Tener los movimientos mecanizados después de haberlos practicado en uno o varios cursos ayudará, seguramente, a que se realicen bien en situaciones reales. La ventaja en estos cursos es que se hacen con simuladores de personas, adaptados y creados para ello. Tienen la imagen y la constitución más parecida a la de un ser humano, y siempre ayudará a tomar buenas decisiones y hacer las cosas bien en un entorno de estrés.

La técnico asegura que cada vez hay más gente que quiere formarse en primeros auxilios, y que hay una creciente concienciación. La sociedad va cambiando, y tanto las personas a titulo individual como las asociaciones o empresas promueven cursillos para conocer las técnicas básicas. Sheila Pérez está muy convencida de que la formación ayuda mucho a las personas, entre otras cosas porque «el desconocimiento y el no saber implica miedo», y el miedo puede ser en muchas ocasiones paralizador. Entender las situaciones, saber por qué suceden las cosas, puede ayudar en numerosas situaciones.

Es muy recomendable empezar desde niños, por una doble causa. En primer lugar, porque «ellos lo ven de forma natural, y aunque no puedan, por ejemplo, hacer una RCP, pueden guiar a un adulto a hacerlo, y decirle qué puede hacer y qué no». Y, por otra parte, cuando los niños sean adultos tendrán interiorizado el aprendizaje y será más fácil que se enfrenten a las emergencias.

Como en todos los campos, el de los primeros auxilios agradece un aprendizaje constante, y empezar desde muy pequeños puede suponer una ventaja considerable. «El conocimiento te da seguridad, y por lo menos entiendes lo que está sucediendo», sostiene la técnico. Eso sirve para niños y para mayores, y puede ser la diferencia entre verse abrumado y paralizado por el miedo y actuar como es necesario y salvar una vida.