El edificio de los Vigil-Quiñones, uno de los más valiosos de Siero, que se encuentra en no muy buenas condiciones, está a la venta y no encuentra comprador
14 ago 2023 . Actualizado a las 08:30 h.Los amantes del patrimonio histórico-artístico de Siero llevaban años preocupados por la supervivencia de uno de los edificios más emblemáticos del concejo: el palacio de la Torre de Celles. Después de un tiempo de abandono que se les hizo eterno, y al borde de perder la esperanza, finalmente el palacio está siendo rehabilitado. Era el inmueble en peor estado, el que más preocupaba, y todas las miradas estaban puestas en él.
Ahora, una vez resuelto el problema, el foco se dirige inevitablemente a otro edificio de extraordinario valor del municipio: el palacio de los Vigil de Quiñones, en la parroquia de Aramil. Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2014, y tras varias subastas que quedaron desiertas, el edificio fue adquirido en 2018 por una entidad financiera y, desde entonces, se encuentra a la venta sin encontrar comprador. El precio de venta llegó a estar en 1 millón de euros pero ha ido cayendo con el paso del tiempo. Actualmente, un portal inmobiliario lo estipula en 769.300 euros.
El palacio de Aramil ha estado abandonado durante años, y ha acusado el paso del tiempo. Aunque no se encuentra como llegó a estar el de Celles —muchos creyeron que llegaría a derrumbarse— no puede decirse que esté en las mejores condiciones. Urge, entonces, que se acometa una rehabilitación o una labor de mantenimiento que evite un deterioro mayor.
Porque el valor del edificio la merece. Así lo consideran los expertos. Un informe del Real Instituto de Estudios Asturianos señala que este palacio es un «interesantísimo conjunto en el que se unen la función agropecuaria tradicional con una arquitectura residencial nobiliaria de ciertas pretensiones», y la descripción realizada por los técnicos en el informen de la declaración como BIC subraya que es «uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura civil barroca asturiana en sus manifestaciones más tempranas». Data su construcción entre las últimas décadas del siglo XVI y los comienzos del siglo XVII.
Desde el punto de vista arquitectónico, aunque no cuenta con piezas de gran relieve o monumentalidad, el informe señala que «su principal interés reside en la integración arquitectónica de todas las piezas en un ambiente rural» y «un claro intento de conectar aspectos funcionales derivados de su ubicación y relación con el mundo rural con una cierta dignidad arquitectónica que intenta expresar la nobleza de la familia que lo ocupa».
También valora «la simplicidad de sus volúmenes y su acertada distribución de los espacios internos, adecuándose a la mezcla de usos».
Tiene planta cuadrangular, una torre y una capilla. En la planta baja están «los accesos a las dependencias agropecuarias, con una fábrica más tosca, mientras que el primer piso se reserva para vivienda de sus propietarios, aplicándose un tratamiento más noble tanto en trazas como en materiales».
El palacio de Aramil fue durante más de cuatrocientos años la casa de una de las familias más influyentes y poderosas de Siero, los Vigil de Quiñones. Actualmente, está abandonado y a pesar de su estado ruinoso, «conserva aún en su interior reminiscencias de la magnificencia que en el pasado no muy lejano tuvo».
En los últimos tiempos, ha habido varios intentos de recuperar su esplendor que cayeron en saco roto. En la primera década del siglo, el Ayuntamiento de Siero puso en marcha una iniciativa para rehabilitar tres palacios: el de Celles, el de Valdesoto y el de Aramil. La idea era recalificar el entorno de estos edificios para hacer promociones de viviendas unifamiliares y, con las compensaciones, recuperar el buen estado de los inmuebles. El de Valdesoto era el único de los tres que estaba en buen estado. Y tanto la propiedad de este palacio como la de Aramil llegaron a firmar el convenio. Entonces, estalló la crisis financiera y los proyectos se esfumaron.
La propiedad del palacio de Aramil trató más adelante de desarrollar un proyecto hotelero pero, finalmente, entró en concurso de acreedores y tuvo que deshacerse del edificio. Desde entonces, el palacio espera a que alguien tome la iniciativa y lo rehabilite. Sus promotores sostienen que tiene muchas posibilidades de uso, y no les falta razón. Ahora deberán esperar a que alguien esté dispuesto a desembolsar el dinero de la compra y la posterior rehabilitación.